Simple Minds, la profundidad del "pop"
No pod¨ªa acabar el a?o de cualquier manera. Y no lo hizo. Las actuaciones de Simple Minds los pasados domingo y lunes, en Rock-Ola, nos han presentado no s¨®lo a uno de los mejores grupos ingleses de los ¨²ltimos a?os, sino una creatividad y una imaginaci¨®n que hoy por hoy parecen vedadas a los espa?oles.El primer d¨ªa sucedi¨® que los Simple Minds llegaron tarde, m¨¢s que nada debido a un molesto cierre del aeropuerto de Londres. De donde el p¨²blico emple¨® las dos horas de retraso en tomar copas.
As¨ª, sin apenas probar sonido, reci¨¦n llegados de viaje y algo despistados, los Simple Minds salieron al escenario para montar una actuaci¨®n de las que se ven pocas. El grupo, y eso ya no es nuevo, combina una larga serie de influencias que van desde Roxy Music a los Doors, pasando por gente m¨¢s cercana, como Magazine. Es m¨²sica que lo tiene casi todo: una marcha imparable, letras interesantes, arreglos recargad¨ªsimos y llenos de matices. En cada uno de los momentos de la actuaci¨®n est¨¢n sucediendo cosas,
Lo primero que encuentran los o¨ªdos es la voz de Jim Kerr, que, sin llegar a la intensidad de un Jim Morrison, posee la suficiente como para permanecer colgado de ella todo el tiempo. Por otro lado, los pies tienden a un cierto movimiento producido por el golpear incansable y siempre variado de la bater¨ªa y del bajo, a los cuales se une de vez en vez la guitarra. Luego, y cuando el cuerpo ha cogido su ritmo, puede uno dedicarse a apreciar las sutilezas que salen de los teclados Y nuevamente de la guitarra, para dar lugar a lo que ya definitivamente es m¨²sica para el cuerpo y el esp¨ªritu.
Lo verdaderamente notable en esta gente es que la m¨²sica adquiere en ellos un car¨¢cter de seriedad dif¨ªcil de encontrar en el marasmo neorrom¨¢ntico, y, sin embargo, esto es lo que parece deparar el futuro cercano, forzando tal vez un nuevo abismo entre la m¨²sica interesante y la comercial.
Un abismo bien artificial, por cuanto m¨²sicos como Simple Minds pueden ocupar, y de hecho lo hacen, puestos ventajosos en las listas. Pero lo cierto es que la sana superficialidad que se ha estado respirando estos a?os, y que no era sino una reacci¨®n al vac¨ªo trascendentalismo de gran parte de los setenta, puede perder su atractivo para una parte del p¨²blico que lo apoy¨® y que ahora comienza a tener otras exigencias intelectuales. La fuerza de grupos como Simple Minds, Echo and the Bunnymen, por no hablar de tecnos como Heaven 17 o Ultravox, indica bien a las claras que lo suyo no es una postura m¨¢s o menos afectada, sino una necesidad expresiva.
El pasado martes, y en la misma sala (que corre el riesgo de ser cerrada para conciertos de rock, debido a una denuncia de los vecinos), actu¨® el grupo madrile?o Gabinete Caligari, que vino a ser una profundizaci¨®n hispana en todo lo dicho de Simple Minds. Tirando tal vez hacia un lado m¨¢s duro, como Killing Joke, el ambiente de Gabinete Galigari resulta igualmente tenso y algo m¨¢s depresivo. Pero el hecho es que su actuaci¨®n result¨® bien.
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