Una revista vinculada al Partido Nacionalista Vasco apunta la posibilidad de "aceptar poder en Madrid"
La revista mensual Muga, vinculada al Partido Nacionalista Vasco, incluye en su ¨²ltimo n¨²mero un editorial titulado Los vascos, adem¨¢s de oponernos, ?qu¨¦ m¨¢s sabemos hacer?, que puede, sin exageraci¨®n, considerarse una sutil autocr¨ªtica respecto de algunos aspectos de la pol¨ªtica practicada por el nacionalismo vasco desde su fundaci¨®n.En uno de sus p¨¢rrafos m¨¢s significativos, el editorial en cuesti¨®n, cuyo t¨ªtulo llena toda la portada del n¨²mero, insin¨²a la necesidad de un cambio de rumbo, ?buscando con fantas¨ªa nuevos caminos, siendo uno de ¨¦stos el aceptar y ejercer, ya sea m¨ªnimamente, poder en Madrid?. Y ello porque ?a partir del enquistamiento dentro de Euskadi no hay v¨ªa posible que lleve directamente a la Europa de los pueblos. A ¨¦sta se llegar¨¢ a partir de los Estados actuales o no se llegar¨¢, hundi¨¦ndonos todos?.
La revista Muga, cuyo primer n¨²mero apareci¨® poco despu¨¦s de las elecciones generales de 1979, se ha venido caracterizando desde entonces por su esfuerzo en acreditar una imagen dialogante y liberal del nacionalismo vasco.
El actual presidente del PNV, Xabier Arzallus, enfrentado desde hace a?os al sector sabiniano del partido -caracterizado por su intento de hacer compatibles, desde posiciones ultraortodoxas, un gran conservadurismo social y cultural con un fuerte radicalismo nacionalista-, est¨¢ probablemente detr¨¢s del regeneracionismo que desde dentro del campo vasquista.
Otros sectores del PNV, a los que simplificadamente cabr¨ªa definir como tecnocr¨¢ticos, ampliamente representados en el actual Gobierno Garaikoetxea, ven a Muga con una mezcla de desconfianza distante e irritaci¨®n. Tal ser¨ªa, al parecer, el caso del ¨²ltimo editorial, que ha provocado en algunos consejeros un cierto mosqueo ir¨®nico, por considerar ins¨®lito, por una parte, que se les trate de enmendar la plana desde su propio terreno y, por otra, que se den argumentos al enemigo de cara a las negociaciones con Madrid.
Sin embargo, lo m¨¢s significativo del editorial -continuaci¨®n, por otra parte, de los aparecidos en n¨²meros anteriores bajo t¨ªtulos como Hablemos de Espa?a o El miedo a la libertad- no es tanto la queja por la excesiva inclinaci¨®n de algunos dirigentes a plantear todas las cuestiones desde el prisma ?Madrid versus Euskadi? como el llamamiento en positivo a la creatividad en la tarea de construcci¨®n pol¨ªtica de la comunidad aut¨®noma.
El coordinador de Muga, Eugenio Ibarz¨¢bal, habitual autor de los editoriales de la revista, lleva varios domingos publicando en las p¨¢ginas del diario Deia largos comentarios en los que, de una u otra forma, el tema de fondo es siempre la idea de Caro Baroja, abundantemente citada por ¨¦l, seg¨²n la cual ?los vascos debemos dejar de buscar nuesitra propia identidad en la derrota y la queja por la derrota?. El nacionalismo vasco no puede ya ser ¨²nicamente ?un oponerse a algo, sino que hay que buscarle una formulaci¨®n positiva, centrada en un proyecto de vida en com¨²n que sea algo m¨¢s que el simple sentimiento emocional de pertenencia al hero¨ªsmo resistente?.
Por lo dem¨¢s, tan importante como la referencia a la dimensi¨®n estatal de la pol¨ªtica vasca resulta, en el editorial en cuesti¨®n, la menci¨®n a la situaci¨®n cultural del Pa¨ªs Vasco, caracterizada, seg¨²n Muga, ?por su pobreza y su arrogancia?. Las causas de la ?incultura general y el provincianismo? no habr¨ªa que buscarlas, dice el editorial, en ?manipulaciones en torno a la definici¨®n de cultura?, sino en ?la cerraz¨®n sobre nosotros mismos y la creencia por parte de algunos de que fuera del Pa¨ªs Vasco no hay nada suficientemente progresista, creativo o democr¨¢tico?.
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