El Rey invoca la Constituci¨®n como ¨²nico camino pol¨ªtico y rechaza otras soluciones impuestas por minor¨ªas
Don Juan Carlos dirigi¨® a los espa?oles en la noche del 24 de diciembre, a trav¨¦s de la radio y la televisi¨®n, un mensaje con motivo de la Navidad, en el que invoc¨® la Constituci¨®n ?que se ha dado a s¨ª mismo la mayor¨ªa del pueblo espa?ol?, como ¨²nico camino que hemos de recorrer ?sin dudas ni vacilaciones para vivir en un Estado de derecho?. El Rey asegur¨® que ?no hay m¨¢s alternativa v¨¢lida ni puede pensarse en otras soluciones impuestas por minor¨ªas, que podr¨ªan alterar el objetivo de paz y de orden inspirador de nuestra conducta?.
El mensaje navide?o de don Juan Carlos estuvo precedido en la peque?a pantalla por im¨¢genes del Monarca y de la Reina en diversos actos pol¨ªticos, culturales o sociales y en escenas familiares. Seguidamente, el Rey apareci¨® sentado en su despacho, con la bandera espa?ola detr¨¢s y a su derecha, y vestido de paisano, con traje, camisa y corbata en distintos tonos de azul.Durante los escasos ocho minutos que dur¨® su mensaje, don Juan Carlos mostr¨® un semblante serio y preocupado e insisti¨® en su deseo de no turbar la agradable Fiesta familiar con referencia a problemas, temores e inquietudes. Sin embargo, estim¨® que ignorar ?despreocupada e irreflexiblemente y pensar que no existen? los temas desagradables ser¨ªa tan inoportuno como detenerse en ellos.
El mensaje real fue claro y terminante cuando apel¨® a la Constituci¨®n como ¨²nico camino pol¨ªtico v¨¢lido, e invoc¨® la verdad ?por encima de campa?as calumniosas, de falsas propagandas, de rumores malintencionados?.
Las palabras del Rey, pronunciadas con tono modesto y a. la vez persuasivo, estuvieron cargadas de acentos conciliadores, con apelaciones a la evitaci¨®n de enfrentamientos y discordias, a la colaboraci¨®n de todos, a los sentimientos de concordia y unidad y al impulso de la ?gran pol¨ªtica integradora? que patrocina la Monarqu¨ªa.
Este es el texto ¨ªntegro del mensaje real
?Al entrar este a?o, una vez m¨¢s, en vuestras casas, a tav¨¦s de la radio y de la televisi¨®n, quisiera transmitiros, ante todo y sobre todo, mis sinceros deseos de paz y de felicidad con motivo de las tradicionales fiestas de Navidad.
Cuando la familia est¨¢ reunida en tomo a la mesa del hogar, fundidas las viejas y las j¨®venes generaciones en este ambiente lleno de a?oranzas, de ilusiones y de recuerdos, y se siente con m¨¢s intensidad que nunca el amor rec¨ªproco de padres e hijos, de los esposos, de los hermanos; cuando ten¨¦is en vuestro pensamiento a los ya desaparecidos de este mundo, a los que hoy est¨¢n ausentes por distintos motivos, a todos los seres queridos y a los amigos verdaderos, cuando os inunda una sensaci¨®n de calma, de bienestar y os sent¨ªs animados de emoci¨®n y de buena voluntad; cuando procur¨¢is disfrutar de vuestra uni¨®n con alegr¨ªa y alejar, aunque sea temporalmente, sinsabores y preocupaciones, no quisiera en modo alguno que mis palabras os enturbiaran e interrumpieran la agradable velada con la menci¨®n de los problemas a los que nuestra Patria se enfrenta ni con la exposici¨®n de temores e inquietudes que es preciso alejar de nosotros con optimismo y fe en el futuro.
Pienso que tan inoportuno ser¨ªa detenerse en los temas desagradables, ponien do en el an¨¢lisis tintes de amargura, de pesimismo y de desesperanza, como ignorarlos despreocupada e irreflexivamente y pensar que no existen.
Pero las clificultades no se resuelven por enunciarlas una noche como esta, sino que ha de contribuirse a su remedio con el esfuerzo y la dedicaci¨®n de todos los d¨ªas, de todas las noches, de todas las horas y todos los minutos.
Momentos dif¨ªciles e importantes
Sin hacer un recuento de acontecimientos; pasados, todos tenemos conciencia de que desde la ¨²ltima Navidad, cuando en estas mismas fecb.as me dirig¨ª a vosotros, hemos vivido momentos dif¨ªciles e importantes. La constancia de su dificultad, el convencimiento de su importancia y la decisi¨®n de superarlos constituyen ya el principio de su soluci¨®n.
Tambi¨¦n desde entonces he tenido ocasi¨®n de expresar m¨ªs pensamientos en distintas oportunidades. Al repasar despu¨¦s del tiempo transcurrido mis palabras tengo la firme sensaci¨®n de que, si bien no voy a repetirlas, tampoco han de ser rectificadas, porque conservan toda su vigencia.
M¨¢s que en las dificultades del camino h.emos de pensar en el camino mismo, en la certeza de saber cu¨¢l es el que hemos de seguir para llegar al destino deseado. En lo pol¨ªtico tenemos una Constituci¨®n que se ha dado a s¨ª mismo la mayor¨ªa del pueblo espa?ol. Al obedecerla y respetarla estamos ya en ese camino que hemos de recorrer sin dudas ni vacilaciones para vivir en un Estado de derecho.
La Constituci¨®n, ¨²nica aliternativa
No hay m¨¢s alternativa v¨¢lida ni puede pensarse en otras soluciones impuestas por minor¨ªas, que podr¨ªan alterar el objetivo de paz y de orden inspirador de nuestra conducta.
Yo pido a Dios que esta noche y pido a los espa?oles que esa verdad -que la verdad- se abra paso en la mente de todos y prevalezca siempre por encima de campa?as calumniosas, de falsas propagandas, de rumores malintencionados.
Sint¨¢monos unidos como verdaderos hermanos; como miembros de una misma familia, como compatriotas conscientes de la necesidad de trabajar por Espa?a. Evitemos por todos los medios crear motivos que puedan desencadenar enfrentamientos y discordias entre nosotros.
No nos esforcemos en cambiar un pasado que existi¨® y que hemos de asumir con sus realidades, sus hechos, sus recuerdos y sus hombres. Unos recuerdos que han de ser respetados y unos hombres cuya colaboraci¨®n es necesaria, porque no podemos prescindir de ning¨²n espa?ol dispuesto a trabajar decididamente por su Patria.
Miremos todos hacia adelante con decisi¨®n y con esperanza, con sentimientos de concordia y de unidad.
Abandonemos de una vez rencores y ego¨ªsmos y pensemos en que nuestros problemas tienen entidad suficiente para que s¨®lo podamos superarlos si somos conscientes de la necesidad de nuestra uni¨®n.
Por eso yo os pido ¨²nicamente en esta hora, una hora de fraternidad de amor y de ilusiones, que esa paz familiar que en estos momentos disfrut¨¢is se extienda, a trav¨¦s de todo el a?o que pronto va a comenzar, a la gran familia que hemos de constituir todos los espai¨ªoles en el bendito hogar de nuestra Patria.
Esp¨ªritu de armon¨ªa
Que este mismo esp¨ªritu de armon¨ªa llene nuestras almas e inspire nuestras acciones; que nos respetemos mutuamente en la libertad, repudiemos la violencia y nos sintamos solidarios en la gran tarea de edificar una Espa?a pr¨®spera y en orden, donde el fin supremo de su bienestar y de su grandeza se sobreponga a intereses particulares y mezquinas aspiraciones.
S¨®lo as¨ª, fundidos en la gran tarea de sacar a Espaf¨ªa adelante, con la gran fuerza que imprime la col¨¢boraci¨®n entusiasta, conseguiremos que esa paz que en estos momentos disfrut¨¢is, y que no quiero turbar, sea la paz permanente de esta querida Espai¨ªa, a la que quiero servir con absoluta entrega, porque la empresa merece los mayores sacrificios.
Mi confianza en los espa?oles es ilimitada, y la Monarqu¨ªa que represento quiere impulsar con el mayor af¨¢n la gran pol¨ªtica integradora de cuantos so?amos con la grandeza de la Patria bajo los pliegues de nuestra bandera.
Conf¨ªo tambi¨¦n en que la tensi¨®n del mundo, que tanto nos preocupa, que de manera tan intensa nos afecta y que llena de inquietud a tantos seres, se vea influida por esos mismos deseos de paz que hoy se albergan en nuestros corazones.
Felicidades, tanto en nombre propio como en el de la Reina y nuestros hijos, para todos vosotros, para todos los espa?oles, donde quiera que se encuentren, en especial para los que sufren y son v¨ªctimas de la desgracia y de la adversidad. Y mi ferviente petici¨®n de que nos gu¨ªe siempre la esperanza en el ¨¦xito de nuestros esfuerzos conjuntos, con la fe puesta en la suprema realidad de Espafia.
Buenas noches?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.