La poblaci¨®n de Los Pozuelos de Calatrava, atemorizada por la actuaci¨®n de un cabo de la Guardia Civil
Los vecinos de Los Pozuelos de Calatrava, un peque?o pueblo manchego, est¨¢n indignados. Desde el mes de mayo es comandante del puesto de la Guardia Civil el cabo primero Jos¨¦ Garc¨ªa de la Torre, participante en el asalto al Congreso del 23 de febrero, y detenido con anterioridad a este hecho por su participaci¨®n en unos incidentes provocados por ultras en Vitoria. Su actitud en el pueblo, calificada por muchos de permanente desafio, ha provocado una carta de queja al gobernador civil, y desencadenado la investigaci¨®n de la Comandancia de Ciudad Real y de los parlamentarios socialistas de la provincia. Tanto el Gobierno Civil como la Comandancia mantienen absoluta reserva sobre la investigaci¨®n.
Los Pozuelos de Calatrava era, hasta no hace mucho, un lugar tranquilo. Los ochocientos vecinos no ten¨ªan otras conversaciones que las que versan sobre el campo, el agua, el chico que se va a la mifi o los galgos, sobre todo los galgos. Esta peque?a sociedad est¨¢ perdidamente enamorada de la caza, que es al propio tiempo diversi¨®n y refuerzo para la econom¨ªa.Pero, de unos meses ac¨¢, el tema de conversaci¨®n permanente, casi obsesivo, es otro: el cabo primero de la Guardia Civil, comandante del puesto: ?No nos hubiera importado lo del asalto al Congreso si aqu¨ª se estuviese portando bien?, comenta Cruz Oca?a, concejal de UCD, ?pero es que su l¨ªnea de actuaci¨®n es un desastre?.
Jos¨¦ Garc¨ªa de la Torre, a quien en el pueblo se le conoce por el Cabito o Tejero, particip¨® en el asalto al Congreso, hecho que no parece abrumarle: ?Vino por las fiestas de mayo a ver el pueblo, para incorporarse, y ya desde el primer d¨ªa presum¨ªa de haber sido de los que estuvieron en el Congreso?, cuenta el teniente de alcalde Angel Infantes, socialista. ?No s¨¦ si le han mandado aqu¨ª como un destierro o un castigo, pero resulta que los castigados vamos a ser nosotros, sin comerlo ni beberlo?.
El asalto al Congreso de los Diputados no fue el primer suceso por el que el cabo Garc¨ªa de la Torre apareci¨® en los peri¨®dicos. Antes, el domingo 2 de noviembre, hab¨ªa tomado parte en unos importantes incidentes en Vitoria. Ocurri¨® aquel d¨ªa que Blas P¨ª?¨¢r se propuso dar un mitin de Fuerza Nueva en el teatro Guridi. El acto no fue autorizado y los trescientos asistentes convocados se quedaron en la puerta. Entonces Blas Pi?ar, seguido por todos ellos, se dirigi¨® al Gobierno Civil para hacer entrega al gobernador de un paquete que conten¨ªa cuatro rollos de papel higi¨¦nico. El gobernador rehus¨® el presente y orden¨® que se disolviera el grupo. De entre los revoltosos sali¨® alg¨²n disparo y result¨® herido un joven que pasaba por all¨ª cerca, ajeno a todo.
La nota oficial habl¨® de siete detenciones, tres de ellas de hombres que pertenec¨ªan a los cuerpos y fuerzas de la Seguridad del Estado, aunque iban vestidos de paisano. Uno era Jos¨¦ Garc¨ªa de la Torre, cabo primero, con destino en el Parque de Autom¨®viles de Madrid. Se le ocuparon el arma reglamentaria y una pistola del 7,65.
La caza, desencadenante
Los incidentes entre el cabo Jos¨¦ Garc¨ªa y los vecinos de Los Pozuelos empezaron pronto, y siempre en torno a la caza. Aqu¨ª, el furtivismo es una pr¨¢ctica normal. La mayor¨ªa del pueblo caza en veda o en cotos privados, y nadie se recata en confesarlo. Parecen sentir el derecho a hacerlo, y aceptan con esp¨ªritu deportivo el riesgo de ser vistos y multados por hacerlo. ?El Cabito tiene que denunciar al que pille cazando de furtivo?, razona Eleazar Alcaraz, alcalde comunista , ?pero no puede hacer las cosas que hace. Cuando coge a alguno, le maltrata, le desaf¨ªa, le amenaza con la metralleta o incluso le dispara?. ?Dispara? ?S¨ª, no hace mucho lo hizo?, y llama a Miguel Freire, que relata su detenci¨®n y la de Antonio Le¨®n, uno de los hechos m¨¢s comentados en el pueblo.?Est¨¢bamos cazando y nos vio el guarda jurado, que nos dijo que le di¨¦ramos las escopetas. Le dijimos que no ten¨ªamos por qu¨¦ d¨¢rselas y que nos denunciara si quer¨ªa. Entonces se fue, y, como nosotros sab¨ªamos que iba a avisar al cabo, nos volvimos para el pueblo. Primero escondimos las escopetas.
Volv¨ªamos los dos en una bici hasta que pas¨® en coche un vecino del pueblo y me subi¨® a m¨ª. Antonio segu¨ªa en la bici. Cuando lleg¨¢bamos, vimos que ven¨ªa el Land Rover del Cuerpo, con el Cabito y un n¨²mero Enfil¨® hacia el coche en que yo estaba y lo hizo parar poniendo el morro del Land Reiver contra el coche, de modo que casi chocamos. Entonces se baj¨®, apunt¨¢ndome, y me orden¨® a gritos que me subiera al Land Rover, y me dio alguna patada y alg¨²n empuj¨®n. En eso lleg¨® Antonio y le orden¨® que se bajara de la bicicleta y que la tirara a la cuneta. Antonio le dijo que la iba a poner con cuidado en el suelo, y entonces ¨¦l solt¨® un tiro con el subfusil, entre el hombro y la oreja de Antonio. Yo salt¨¦ al suelo por que cre¨ª que lo hab¨ªa matado, y entonces gir¨®, apunt¨® el sutifusil contra mi y me grit¨® que subiera. Cuando nos embarc¨® a los dos nos oblig¨® a decirle d¨®nde estaban las escopetas: fuimos all¨ª, las recogi¨® y regresamos al pueblo. Y entr¨® en el pueblo tocando la bocina continuamente, como ufan¨¢ndose de su haza?a?.
Carta al gobernador civil
El alcalde ha incluido el relato de este incidente en una carta de queja que ha enviado al gobernador civil de la provincia, con copia para el brigada comandante del puesto de Corral de Calatrava, superior inmediato de Jos¨¦ Garc¨ªa: ?El d¨ªa que trajo a ¨¦stos casi tenemos un drama, porque se concentr¨® mucha gente a la puerta del cuartelillo, gritando que si es que la vida de un conejo vale m¨¢s que la de un hombre. Menos mal que les solt¨® pronto, si no, tenemos aqu¨ª una desgracia?.Incidentes parecidos han sido frecuentes. Eustaquio Romero cuenta c¨®mo a sus hijos les hizo bajar del coche y poner las manos sobre el techo del mismo, mientras les apuntaba con el sublusil. No encontr¨® las escopetas, pero uno de los hijos de Eustaquio no sali¨® con bien de la aventura, porque cuando ha tenido que renovar la licencia le ha sido negada por el informe negativo del cabo. El padre ha presentado recurso: ?No hay motivo legal para que se la nieguen: tiene todo en regla?.
En m¨¢s de una ocasi¨®n ha negado licencia de armas, y siempre ha coincidido en personas de la izquierda. La izquierda domina en este pueblo, cuyo Ayuntamiento est¨¢ formado por dos comunistas, dos socialistas y tres centristas. ?Aqu¨ª a nadie le hace gracia que este hombre vaya repartiendo llaveros de Tejero?, insiste el alcalde, ?y la verdad es que no tiene casi ning¨²n amigo. Se junta con tres o cuatro personas que vienen de fuera, aunque yo creo que est¨¢ haciendo nacer a Fuerza Nueva aqu¨ª. Antes no hab¨ªa ninguno, y ahorayo creo que ya los hay. Por cierto que lo primero que hizo fue interesarse por las ideas pol¨ªticas de cada uno?.
La paliza a Basilio
Otro de los hechos que se le imputan en la carta dirigida-al gobernador civil fue la paliza propinada a Basilio Paraja hace dos domingos, a la salida del f¨²tbol. Hab¨ªan jugado Los Pozuelos y el Malag¨®n. Al final del partido, Basilio, que estaba totalmente ebrio, se acerc¨® al coche de Jos¨¦ Garc¨ªa. Seg¨²n ¨¦ste explic¨® m¨¢s tarde, le hab¨ªa insultado gravemente. Entonces, el cabo le golpe¨® repetidas veces, le tir¨® al suelo y, una vez all¨ª, le pate¨®.Despu¨¦s se fue al cuartelillo para coger las esposas para entonces ya estaban junto a ¨¦l varios vecinos que trataban de llevarle a casa, pero el cabo le volvi¨® a pegar y cay¨® de nuevo al suelo. Al fin, los presentes le convencieron de que no pod¨ªa tratar as¨ª a un hombre embriagado, y accedi¨® a no detenerle.
Basilio asegura que no se acuerda de nada, que estaba tan borracho que no sabe lo que pas¨®, ?pero me han dicho que me peg¨®?. Al d¨ªa siguiente del incidente fue llamado al cuartelillo. Al salir rechaz¨® la asistencia del m¨¦dico, que ese d¨ªa ten¨ªa visita en el pueblo, y comenz¨® a decir que no se acordaba de nada, en lo que insiste hoy, aunque agrega: ?Si me llama otra vez al cuartefillo?, no ir¨¦, por lo menos solo?. Pero Antonio Romero, uno de los var¨ªos vecinos que vieron la paliza, no tiene inconveniente alguno en describir lo que recuerda. La noche del 29 lleg¨® a Los Pozuelos un capit¨¢n de la Guardia Civil de Ciudad Real para recabar informes sobre el cabo, y Antonio Romero le describi¨® los hechos como se los describir¨ªa no mucho m¨¢s tarde a EL PA?S.
Antonio Romero se queja de que no cumple con sus obligaciones reales: ?A m¨ª me asaltaron la casa y se llevaron dinero, y todav¨ªa no ha encontrado a quien lo hizo. A los tres d¨ªas del hecho llam¨® a mi mujer y le dijo que hab¨ªa aparecido el dinero y que nos lo podr¨ªa devolver despu¨¦s de un tr¨¢mite que habla que hacer; pero mi mujer dijo que no quer¨ªa s¨®lo el dinero, sino saber qui¨¦n hab¨ªa sido el culpable. Pocos d¨ªas despu¨¦s nos dijo que hab¨ªa sido un error y que el dinero no estaba recuperado?.
Las octavillas "rojas"
El alcalde tambi¨¦n se queja de otro asunto no aclarado: ?Hicimos unas octavillas contra el ingreso de Espa?a en la OTAN y las repartimos por el pueblo. Nos enviaron muchas de ellas al Ayuntamiento con una inscripcion por detr¨¢s que pon¨ªa: "Rojos hijos de puta: iros del pueblo u os matamos". Le dije que hab¨ªa que encontrar a quien lo hab¨ªa hecho, y nada?.Eleazar Alcaraz y sus concejales est¨¢n dispuestos a cualquier cosa para evitar que contin¨²e esta situaci¨®n; incluso han pensado reunir a todos los vecinos que puedan e ir a Ciudad Real a manifestarse ante el Gobierno Civil si su queja por carta no es atendida. El PSOE ha tenido conocimiento de la cuesti¨®n, y un senador y un diputado de este partido visitaron el pueblo para conocer de cerca los hechos. La Comandancia de Ciudad Real, como ya queda contado m¨¢s arriba, tambi¨¦n ha comenzado la investigaci¨®n, aunque el jefe de la misma, teniente coronel Rodr¨ªguez Casta?o, prefiri¨® no hacer manifestaci¨®n alguna a EL PA?S sobre esta cuesti¨®n ni facilitar la localizaci¨®n de Jos¨¦ Garc¨ªa.
El alcalde recuerda ahora con cari?o al anterior cabo, Basilio Castillo: ?Aqu¨ª nunca nos hemos llevado mal con la Guardia Civil, pero con este hombre, que desaf¨ªa a cualquiera, que apunta a cada momento con el sutifusil y que hace lo que quiere, no podemos convivir?.
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