El fondo de las "sanciones"
NO es f¨¢cil aceptar la idea de que las sanciones aplicadas por Ronald Reagan a la Uni¨®n Sovi¨¦tica por la situaci¨®n de Polonia est¨¦n inspiradas en su repugnancia hacia todas las dictaduras y formas de opresi¨®n. El cuidado y el dinero con que muestra su amistad hacia Turqu¨ªa, donde el d¨ªa de Navidad se decid¨ªan 52 penas de muerte para sindicalistas por el delito de ser sindicalistas, y donde permanece en la c¨¢rcel un antiguo primer ministro, es un ejemplo de que el presidente Reagan tiene su propio sistema de pesas y medidas. No lo ocult¨® nunca. Desde su campa?a electoral anunci¨® lo que ahora est¨¢ cumpliendo: que el tema de los derechos del hombre estar¨ªa siempre subordinado a los intereses de Estados Unidos como gran potencia. Queda as¨ª disipado cualquier equ¨ªvoco. Las sanciones no son el resultado de la indignaci¨®n de una conciencia libre y democr¨¢tica, sino una toma de posici¨®n en una pol¨ªtica de bloques y de naciones. Como la ayuda a la ruda dictadura turca y a los reg¨ªmenes de Chile, Argentina, Guatemala y El Salvador. No hay contradicci¨®n: es todo consecuente.Tampoco debe suponerse que la pol¨ªtica de sanciones -las siete medidas adoptadas- vaya a cambiar la situaci¨®n en Polonia, aunque sea consecuencia de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El portavoz diplom¨¢tico de Alemania Occidental, despu¨¦s de haber recibido al vicepresidente polaco, no cree que la dictadura polaca haya sido impuesta por la URSS. La versi¨®n no es f¨¢cil de aceptar, ya que, sin la existencia amenazante de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la salida de la crisis polaca ser¨ªa otra muy distinta. Hay una forma de chantaje en la actitud del general Jartizelski que consiste en dejar decir, y quiz¨¢ de decirlo en negociaciones privadas, que su dictadura militar es una forma de evitar el "peligro ruso". Parece que no s¨®lo Bonn, sino el Vaticano -con su actitud moderad¨ªsima- y algunos interlocutores polacos del nuevo r¨¦gimen parecen aceptar esa interpretaci¨®n. No es una justificaci¨®n suficiente. Todo en el r¨¦gimen de Jaruzelski es equ¨ªvoco: desde la forma de perseguir a los comunistas que -le parecen culpables hasta la manera de llevar a cabo la represi¨®n -las noticias m¨¢s tremendistas no se confirman y los juicios celebrados hasta ahora no son excesivos- y formular promesas para el futuro. Tambi¨¦n el mariscal P¨¦tain se present¨® en 1940 como salvador de la patria para evitar una dictadura alemana, y eso no le evit¨® la c¨¢rcel y el deshonor cuando Francia recuper¨® la libertad. Jaruzelski ha impuesto un r¨¦gimen odioso y ha cortado un proceso prometedor. Por el momento, es un traidor a su patria y a las esperanzas que ¨¦sta hab¨ªa depositado precisamente en ¨¦l como hombre de di¨¢logo, Pero las sanciones no van a cambiar la situaci¨®n. Quiz¨¢ la agraven. Si la tensi¨®n mundial aumenta, ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que Polonia vuelva a la normalidad, llamando normalidad por lo menos a la situaci¨®n anterior.
La pol¨ªtica de sanciones no ha dado jam¨¢s resultados: desde la de la Sociedad de Naciones contra Italia, que agrav¨® la tensi¨®n mundial, hasta la actual con la Rep¨²blica Surafricana. Si Reagan no est¨¢ inspirado por un humano horror a las dictaduras y sabe que las sanciones no son eficaces, su pol¨ªtica debe tener otro m¨®vil. Uno de ellos puede ser, precisamente, agravar la tensi¨®n mundial. La doctrina de Reagan sostiene que s¨®lo mostrando fuerza y decisi¨®n contra la URSS, y haciendo veros¨ªmil su capacidad de llegar la guerra (limitada o general) si es preciso, podr¨¢ equilibrarse la situaci¨®n mundial y evitar los peligros revolucionarios del mundo. El actual presidente de Estados Unidos se educ¨® pol¨ªticamente en la ¨¦poca en que se intent¨® esa pol¨ªtica, la que se denomin¨® al borde del abismo (brinksmanship), y cree que, las p¨¦rdidas de su pa¨ªs desde entonces se deben a que no se aplic¨® coherentemente o se interrumpi¨® a destiempo. Quiere reanudarla. Se trata de una doctrina practicada y estudiada y que forma parte de la teor¨ªa general de otra doctrina pol¨ªtico-estrat¨¦gica, la de la escalada.
Reagan puede tener otro inter¨¦s: atraer a su doctrina, y forzar a ella, a sus d¨ªscolos aliados europeos. Seg¨²n este planteamiento estrat¨¦gico, cuanto mayor sea el riesgo general, m¨¢s estrecha ser¨¢ la uni¨®n de todos, incluidos los que no quieren. As¨ª ocurri¨® durante la guerra fr¨ªa. Una de las partes del independentismo europeo consiste en negociar con la URSS y mantener que s¨®lo el apaciguamiento -fundado, s¨®lido y no necesariamente cobarde- puede mejorar la situaci¨®n de todos. No es pura filosof¨ªa, sino que expresa tambi¨¦n poderosos intereses materiales. Por ejemplo, la construcci¨®n del gasoducto que desde Siberia debe llevar energ¨ªa a los pa¨ªses europeos, empezando por Alemania Occidental. Reagan entiende que eso crear¨ªa una situaci¨®n de dependencia y se opone a la idea del gasoducto. Y ahora, una de las siete medidas de sanci¨®n es precisamente el embarg¨® de todos los materiales necesarios para la construcci¨®n del gasoducto. No es una casualidad: constituye una sanci¨®n para Alemania Occidental y para todos cuantos pudieran imaginar que iban a ser beneficiarios de esta energ¨ªa.
No parece que ni siquiera Francia est¨¦ dispuesta a secundar las medidas de Reagan. Podr¨ªa hacerlo Margaret Thatcher, pero tiene que desafiar a su opini¨®n p¨²blica. Por el momento, la presi¨®n de Reagan est¨¢ dando el resultado contrario: profundizar la divisi¨®n entre ¨¦l y sus aliados. Sobre todo, despu¨¦s de la reuni¨®n de urgencia de la Internacional Socialista, que, tras condenar la dictadura polaca y el comunismo, advierte que la situaci¨®n no debe ser aprovechada para aumentar las tensiones mundiales y, sobre todo, para utilizarla contra algunos pa¨ªses latinoamericanos a los que Reagan acusa de estar al servicio de la URSS.
Al final, todo este gran movimiento, toda esta gran tensi¨®n, parecen tener muy poco que ver con Polonia. Son tan s¨®lo una parte del enfrentamiento entre Estados Unidos y la URSS, una parte de la pol¨ªtica de bloques. Polonia es un pretexto y una v¨ªctima, pero nada m¨¢s. Por el momento, es el esp¨ªritu c¨ªvico, el sentido de la democracia y las tendencias pacifistas europeas quienes sufren con Polonia y le ofrecen su solidaridad. Con alimentos -como el tren de Murcia-, con manifestaciones o con el auxilio a los escasos refugiados polacos. Esta, opini¨®n sana y siempre alerta, tanto ahora con Polonia como antes con Vietnam, y formada por las mismas personas, no debe dejarse manipular. El asunto de Reagan con los Gobiernos europeos o con Breznev, el de Breznev con su torpe y desdichada pol¨ªtica es otra cosa.
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