Pascua de complemento
Por la redacci¨®n discurren p¨¢lidas y ojerosas figuras, remolonean frente a la m¨¢quina y se levantan nerviosas para tomar otro caf¨¦ antes de redactar sus trabajos. Con ojos neblinosos, las v¨ªctimas de tan entra?ables fiestas familiares contemplan la excepcional presencia del encargado de asuntos militares, que teclea en su m¨¢quina sin concederse un solo respiro.El redactor se muestra fascinado por tanta actividad y hace gestos desesperados de cuando en cuando para expresar su desacuerdo con tama?a insolidaridad.
-El periodismo es una vigilia, casi un sacerdocio -exclama en voz alta el redactor de Sucesos.
-Leche vigilia ni sacerdocio -protesta el aludido-, lo que parece ser una vigilia y un sacerdocio es el movimiento golpista., No paran, oye. Para la Pascua Militar, el pr¨®ximo d¨ªa 6, se espera alguna gansada m¨¢s de esta cuadrilla. La ¨²ltima es que andan recogiendo firmas como apoyo al ma nifiesto de los cien. La polic¨ªa ya ha interrogado a algunos antiguos alf¨¦reces de complemento y parece que se ha logrado parar el intento, pero est¨¢n a la que salta. Y yo, sin tomarme ni tres d¨ªas de vacaciones...
Dos l¨ªquidas perlas surcan sus nacaradas mejillas antes de volver a la tarea. La escena provoca otro nuevo movimiento de solidaridad y los ojos se llenan de l¨¢grimas, hasta que el redactor pol¨ªtico interrumpe con una brillante exposici¨®n:
-Esto confirma mis teor¨ªas. Hay una trama civil.
Comprendes que se avecina tormenta y finges estar atareado con alguna informaci¨®n. Pero eso te vale de bien poco. El redactor jefe mira en derredor y te escoge como v¨ªctima:
-Hay que apoyar ese, trabajo -con algo de las tramas civiles.
-Pero si Juan Jos¨¦ Ros¨®n dice que no hay casi nada...
-A trabajar -te corta-, y esta vez no te andes con rodeos. Por ejemplo, piensa en las tramas de la extrema derecha. Hay una revista que ha publicado la noticia delpaso a la acci¨®n clandestina de varias organizaciones con Jos¨¦ Antonio Assiego como l¨ªder.
Local oficial. Una hora despu¨¦s, con una cerveza en la mano, contemplas tu imagen reflejada en las gafas de sol de un polic¨ªa de la brigada antigolpe:
-Pero eso no es ning¨²n secreto -te explica con aire hastiado- ya te lo he contado varias vece;. El 20 de noviembre se celebr¨® un acto en un local oficial de Madrid en el que se reunieron grupos como el Frente de la Juventud, la ASNT de Assiego y el MNR. All¨ª estaba tambi¨¦n Jos¨¦ de las Heras, el dirigente del Frente de la Juventud,- escindido de Fuerza Nueva. De las Heras ha sido amenazado de muerte en ocasiones por militantes del partido de Blas Pi?ar. Adem¨¢s de llevarse algunos militantes para su partido, se llev¨® algunas cosas m¨¢s de la caja fuerte. Hay muchas rencillas entre ellos, por eso se sigue investigando la muerte del secretario general del Frente Juan Ignacio Gonz¨¢lez, como un posible ajuste de cuentas. Pero con ¨¦stos cuentan muy poco para el golpe. Los golpistas serios no confian en ellos.
Torrijos redivivo. Casi nada entre las manos, una vez m¨¢s. Te pones a rumiar tu triste destino acodado en la barra hasta que una cari?osa palmada te despie rta de tus ensue?os. Quien te. saluda es un colega, Zoilo Mart¨ªnez de la Vega, ocupado en sostener con
dificultad una pila de libros bajo el otro brazo. En un periquete resume su actividad:
-Es un libro sobrela alternativa para Centroam¨¦rica. No hay otra salida que la v¨ªa torrijista. Afortunadamente, los de la Internacional Socialista se han dado cuenta de ello, y Felipe Gonz¨¢lez est¨¢ apoyando las teor¨ªas del sucesor de Omar Torrijos en la presidencia de Panam¨¢, Ar¨ªstides Royo. En el libro se explica de pe a pa el asunto. Ni v¨ªa cubana ni v¨ªa norteamericana. El Salvador y Nicaragua prueban que no hay m¨¢s salida que la negociaci¨®n para unos y otros. Adolfo Su¨¢rez lo entend¨ªa mejor que Calvo Sotelo.
Cultura "progre". Cauteloso, redactas la informaci¨®n sin avisar previamente del contenido. Esperas con paciencia a que se produzca la ocasi¨®n propicia. El jefe de Internacional reclama desesperado:
-Me falta un folio, ?qui¨¦n tiene un folio?
Sin alardes le entregas lo tuyo y compruebas aliviado que su necesidad de papel le hace deviorarlo todo. El redactor jefe menea la cabeza desesperado al contemplar el cambiazo.
-Ya que eres tan polifac¨¦tico, escribe algo s obre la ministra de Cultura, Soledad Becerril, que no para de ser nombrada personaje del a?o en todas partes.
-Tengo un original trabajo en el que se cuenta que es la primera mujer ministra desde la Rep¨²blica.
-S¨ª que es original -te responde con sonrisa g¨¦lida-, ibusca algo!
La mejor salida es encuestar intelectuales. Con el sustancioso interrogante de "Qu¨¦ opina de la ministra" abordas a los pocos que se encuentran en Madrid. Los que volvieron de las jornadas en Catalu?a se han marchado de nuevo a casa de Pedro Altares, en Torrecaballero, para celebrar el fin de a?o comiendo. cordero. Al cabo de numerosas llamadas obtienes una sola respuesta:
-Pues qu¨¦ te voy a decir. Que empieza como todos. Ha sostenido entrevistas con varios progres, como Jos¨¦ Luis Berlanga, y de eso saldr¨¢, casi seguro, lo de siempre: nada. Pero no pongas mi nombre, ?eh?. Lo mismo lo hace bien.
Eso te da para medio folio. Con un sujetapapeles le a?ades el trabajo hist¨®rico y se?alas con l¨¢piz "recuadro". El redactor jefe dormita sobre la mesa. Le dejas los papeles en el regazo y te vas a tomar caf¨¦, que tambi¨¦n t¨² tienes derecho a despertarte.
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