Impotencia y desesperaci¨®n ante el caos econ¨®mico provocado por los sucesivos Gobiernos militares en Argentina
Un "estado de desesperanza tranquila". As¨ª definen muchos argentinos su situaci¨®n. La desesperaci¨®n les viene del hecho de que, pese a que sectores pol¨ªticos, financieros, empresariales, sindicales y opini¨®n p¨²blica hayan criticado reiteradamente al superministro Mart¨ªnez de Hoz y su pol¨ªtica econ¨®mica, la Junta Militar acaba de nombrar como titular de Econom¨ªa a otro hombre de su misma ideolog¨ªa econ¨®mica, Roberto Alemann. La tranquilidad proviene de la fuerza. Argentina es un pa¨ªs rico y alg¨²n d¨ªa se levantar¨¢, dicen; pero, al mismo tiempo, las presiones para lograr un giro pol¨ªtico y econ¨®mico se encuentran ahogadas por cinco a?os de represi¨®n sindical y pol¨ªtica. En este tiempo s¨®lo se recuerdan tres huelgas que tuvieron verdadera significaci¨®n.
Casi todos los indicadores de bienestar social sufren un continuo deterioro conforme avanzan los meses. La econom¨ªa argentina pas¨® del caos al desastre, con leves s¨ªntomas de esperanza en algunos momentos muy puntuales. El hombre de la calle personaliza la culpa de todo el proceso en un nombre: Jos¨¦ Alfredo Mart¨ªnez de Hoz.Pocas veces en la historia tuvo un hombre tanto tiempo -cinco a?os- y tanto poder -superministro de Econom¨ªa y conductor ¨²nico de la pol¨ªtica econ¨®mica- como Mart¨ªnez dle Hoz. Por otra parte, goz¨® de la m¨¢s amplia paz social y de cuatro de las mejores cosechas del siglo, con lo que ello significa para Argentina. Con todos estos puntos a favor, Mart¨ªnez de Hoz ha logrado una unanimidad en contra de su labor dificil de conseguir.
Los quioscos de Prensa de Buenos Aires est¨¢n saturados de libros que interpretan de modo negativo la pol¨ªtica econ¨®mica de Mart¨ªnez de Hoz. En uno de ellos, en el que colaboran varios ex ministros de etapas anteriores, se dice: "Este libro fue pensado y compilado por un empresario, un editor que encontr¨® en su edici¨®n la ¨²nica forma de mostrar su impotencia al ver que una docena de arrogantes funcionarios, con otros tantos miembros de la banca privada, destrozaba la econom¨ªa de un pa¨ªs. A medida que ¨ªbamos perdiendo mercados en el exterior, que ¨¦ramos invadidos por las importaciones subvencionadas, ve¨ªamos a nuestros profesionales j¨®venes ir a mendigar trabajo en el exterior, mientras que en Argentina un equipo econ5mico desarrolla un plan donde sobran quince millones de argentinos".
Bases para un pa¨ªs moderno
Y a todos esos libros, que se a?aden a las docenas de editoriales y art¨ªculos cr¨ªticos que emergen casi todos los d¨ªas en algunos peri¨®dicos, se les uni¨®, desde mediados de diciembre pasado, el texto de Mart¨ªnez de Hoz Bases para una Argentina moderna, en el que el ex ministro del general Videla defiende su gesti¨®n. La coincidencia en la aparici¨®n y presentaci¨®n del libro y la crisis ministerial hicieron pensar a m¨¢s de uno que Mart¨ªnez de Hoz aprovechaba la ocasi¨®n para volver a postularse para el Gobierno. No fue as¨ª.
En su libro, Mart¨ªnez de Hoz explica los cimientos de la pol¨ªtica econ¨®mica que aplic¨®, basada en la liberalizaci¨®n de la econom¨ªa y en la modernizaci¨®n del sistema productivo". Esta filosof¨ªa se concret¨® en doce puntos: libertad de precios, libertad del mercado cambiario, libertad del comercio exterior, libertad de las exportaciones, libertad de importaci¨®n, libertad de tasas de inter¨¦s, libertad de alquileres urbanos y arrendamientos rurales, eliminaci¨®n de las tarifas pol¨ªticas para los servicios p¨²blicos y de los precios subsidiados para los combustibles, supresi¨®n de los subsidios Y de la sobreprotecci¨®n, libertad de concertaci¨®n de los salarios, libertad para la inversi¨®n extranjera y libertad para la transferencia de tecnolog¨ªa.
En unas declaraciones previas a la presentaci¨®n del libro, las primeras desde que dej¨® el Ministerio de Econom¨ªa, en el pasado mes de febrero, Mart¨ªnez de Hoz afirm¨® que el presidente Roberto Viola y el ministro Sigaut (su sucesor) "eran los responsables de la crisis econ¨®mica de Argentina". Sus palabras apenas tuvieron defensor alguno. Cada persona que opinaba p¨²blicamente, lo hac¨ªa en contra, e incluso un diario de la capital bonaerense le denomin¨® como "gran caradura".
En la presentaci¨®n del libro, un periodista le pregunt¨®: "?Usted nos dej¨® un infierno o esto es el para¨ªso? ?Qu¨¦ pas¨®?". Y Mart¨ªnez de Hoz respondi¨®: "No estoy de acuerdo con esa afirmaci¨®n. Yo llegu¨¦ al Gobierno dispuesto a reducir el d¨¦ficit, que iba creciendo, y la f¨®rmula en que se financiaba era la causa de la inflaci¨®n. Nosotros establecimos un orden para lograr una mejor asignaci¨®n de recursos y pusimos en su lugar a las prioridades. Tambi¨¦n abrimos la econom¨ªa, y con ello, mejoramos la calidad de vida de la poblaci¨®n. Si usted tiene un accidente, hoy cuenta con el mejor equipo de medicina, y eso le puede salvar la vida. Eso fue posible porque bajamos a cero los aranceles para esos equipos que no se fabricaban en el pa¨ªs. Le dimos opciones al ciudadano para elegir su consumo. Le hicimos viajar y rompimos su aislamiento mental".
El infierno de la vivienda
Nadie se cree que el ex presidente Viola y su ministro de Econom¨ªa (ya sin tantos poderes) pudieran en nueve meses torcer el ritmo marcado por Mart¨ªnez de Hoz. Aunque Alvaro Alsogaray matice: "La recesi¨®n es consecuencia de los errores de la pol¨ªtica econ¨®mica de Mart¨ªnez de Hoz, y no pueden ser achacados al Gobierno Viola-Sigaut, sino al Gobierno de Videla. Sigaut no hizo m¨¢s que mostrar la realidad que hab¨ªa heredado; sin embargo, tambi¨¦n intent¨® salvar al sector productivo por medio de subsidios, ayudas bancarias, etc¨¦tera, lo que signific¨® una expansi¨®n bancaria considerable. Se dedic¨® a hacer planes de riego durante una inundaci¨®n: para corregir la inflaci¨®n se hizo m¨¢s inflaci¨®n".
Es quiz¨¢ el ¨²nico matiz atenuante escuchado para con Mart¨ªnez de Hoz. Un militante socialista explic¨®, con el ejemplo de la vivienda, qu¨¦ hab¨ªan significado las tablas de la ley de la libertad econ¨®mica expuestas por el, ex ministro: "La cuesti¨®n de la vivienda ha sido una de las que ha radicalizado m¨¢s la opini¨®n en contra de Mart¨ªnez de Hoz. Durante la Administraci¨®n Videla se encarecieron tanto las viviendas que dej¨® de existir mercado para cantidades tan astron¨®micas que pagar. Ello ha llevado a una situaci¨®n en la que no se construyen m¨¢s viviendas, porque nadie las quiere, con lo que ello significa de aumento del paro.
En la etapa anterior a 1976 estaban congelados los alquileres y no se constru¨ªan casas, porque no era negocio alquilarlas. A partir de 1976 se liberalizan totalmente estos alquileres y cada uno puede marcar el precio que le parezca. Se produce un boom de la construcci¨®n, pero se construyen fundamentalmente casas de alto nivel de vida.
Seg¨²n una nota del Colegio de Arquitectos, se prev¨¦ que hay 9.000 arquitectos parados en Buenos Aires. Tampoco hay viviendas de protecci¨®n oficial. En cuanto a los cr¨¦ditos hipotecarios, durante la etapa Videla cistaban indexados, con lo cual, cuando la indexaci¨®n del cr¨¦dito era superior a la indexaci¨®n salarial, el deudor que quer¨ªa adquirir una vivienda iba a la quiebra. La situiaci¨®n lleg¨® a ser tan insoportable que el¨ªninistro de Acci¨®n Social, almirante Lacoste, tuvo que pedir del Gobierno la desindexaci¨®n de los cr¨¦ditos hipotecarios".
?Qu¨¦ esperan los argentinos del futuro inmediato econ¨®mico? Pocos cambios, corno lo demuestra la personalidad del nuevo ministro de Econom¨ªa, otro liberal ortodoxo, cuyo hermano, Juan Alemann, form¨® parte del equipo de Mart¨ªnez de Hoz.
Roberto Alemann ya fue ministro de Econom¨ªa hace veinte a?os, en la presidencia de Arturo Frondizi. Un banquero argentino se muestra esc¨¦ptico y afirma que "Argentina seguir¨¢ vegetando, porque sabe que es rica y tiene recursos. Argentina es como esa t¨ªa anciana que todos tenemos, que posee una renta vitalicia y que cuando llega una crisis se aprieta el cintur¨®n, pero la supera".
Hambre en el granero del mundo
No es ¨¦sa la opini¨®n de un soci¨®logo universitario, que asegura que en el gran Buenos Aires y en algunas provincias ya ha hecho su aparici¨®n el fantasma del hambre. ?Hambre en el granero del mundo! "El hambre", dice el soci¨®logo, "ha hecho su aparici¨®n en algunas ciudades de un pa¨ªs que presume de tener una caba?a de cincuenta millones de vacas, aunque los ¨²ltimos recuentos demuestren que se han sacrificado muchas y que s¨®lo quedan cuarenta millones, lo que demuestra una caba?a grande, pero decreciente".
"No es cierto que haya hambre, ni siquiera residual", dice un empresario espa?ol con muchos a?os ya de permanencia en Argentina al frente de una gran empresa. Y contin¨²a: "Si hubiera hambre, entonces s¨ª que se acabar¨ªa la crisis y esa historia de la desesperanza tranquila. Entonces ser¨ªa la guerra social".
Ante los efectos de la depresi¨®n, todo el mundo intuye la posibilidad de que en cualquier momento se rompa la forzada tregua social y se produzcan estallidos incontrolados. Incontrolados siempre, porque los sindicatos no se han repuesto del duro golpe que para ellos signific¨®,la vuelta de los militares al poder en 1976.
Para el empresario espa?ol citado no hay fermento de inquietud social, porque "el trabajador est¨¢ mal, pero las empresas est¨¢n peor. No pueden resistir los costes financieros". Esta situaci¨®n empresarial fue la que en octubre hizo decidirse al ministro Sigaut a introducir un "bono de refinanciaci¨®n de las deudas empresariales", calificado por sus adversarios de "medida dirigista". Un industrial de la construcci¨®n nos dijo que las deudas empresariales son tantas que el 90% de las empresas argentinas se pod¨ªa considerar te¨®ricamente en quiebra. Se adopt¨® un bono que fue m¨¢s de consolidaci¨®n de deudas que de reactivaci¨®n econ¨®mica; con el bono, las empresas privadas consegu¨ªan autom¨¢ticamente Ia refinanciaci¨®n del 40% o del 50% de sus deudas. Pero la situaci¨®n es tan agobiante que, en realidad, la medida no tiene ningun car¨¢cter reactivador, ya que el 50% o el 40% restante es un monto tan importante que malamente puede dedicarse a la reconstrucci¨®n del capital productivo".
Pese a todo ello, todav¨ªa no es dificil encontrar ciudadanos de la clase media que sobreviven haciendo pluriempleo familiar, y que cuando se indaga sobre la magnitud de la crisis respondan utilizando algunos de los t¨®picos al uso: "S¨ª, es grave; pero, como siempre, no pasar¨¢ nada. Dios es argentino"; o "Mientras los toros no se conviertan en homosexuales, la, econom¨ªa argentina andar¨¢ bien"; o "Una buena cosecha y Argentina volver¨¢ a su lugar"; o, por ¨²ltimo, cuentan la an¨¦cdota que describe Jacobo Timerman en su libro Preso sin nombre, celda sin n¨²mero: "En una conferencia del Fondo Monetario Internacional, un economista brasile?o defini¨® las diferentes categor¨ªas de econom¨ªas en el mundo: en pa¨ªses desarrollados; pa¨ªses subdesarrollados, Jap¨®n, que constituye una categor¨ªa por s¨ª mismo, y Argentina, porque los japoneses trabajan y ahorran duramente durante a?os para alg¨²n d¨ªa vivir como los argentinos".
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