Efectos m¨¦dicos de la guerra nuclear
En colectivo de m¨¦dicos ha redactado este estudio, donde se describen minuciosa y expresivamente las consecuen cias que sobre ampl¨ªsimas ¨¢reas de poblaci¨®n y sus descendientes provocar¨ªa una guerra nuclear. Se trata no s¨®lo de valorar el n¨²mero de muertos, sino las lesiones graves y complejas que se instalar¨ªan en el organismo humano y tambi¨¦n en su ecolog¨ªa en caso de un conflicto at¨®mico.
La cercana entrada de Espa?a en la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN) ha sus citado diversas tomas de postura por parte de ciudadanos indivi duales, partidos pol¨ªticos y colec tivos profesionales. Los m¨¦dicos, como ciudadanos, podemos adoptar una gran,variedad de posturas en virtud de nuestras respectivas posiciones pol¨ªticas; ahora bien, independientemente de ¨¦stas, el proceso de adhesi¨®n de Espa?a a uno de los grandes bloques militares, cualquiera que sea este bloque, es motivo m¨¢s que suficiente para que como m¨¦dicos nos sintamos obligados a ofrecer p¨²blicamente algunas reflexiones sobre la guerra en el mundo actual y sus consecuencias para la humanidad. Con ello no hacemos sino cumplir estrictamente el art¨ªculo 8 del C¨®digo Deontol¨®gico, para la profesi¨®n m¨¦dica, que dice: ?El m¨¦dico debe ser consciente de sus deberes sociales y profesionales hacia la comunidad?.El pronunciamiento de m¨¦dicos como colectivo sejustifica por dos razones:
1. El riesgo de una guerra nuclear, la llamada ¨²ltima epidemia, ante cuya gravedad y resultados funestos para nuestro pa¨ªs y la humanidad entera no podemos callar quienes estamos dedicados al mantenimiento de la salud y el bienestar y a la preservaci¨®n de la vida. Cuidamos de la salud individual y colectiva, luego estamos en contra de t¨®da violencia, y m¨¢s la guerra, ant¨ªtesis m¨¢ximade nuestro prop¨®sito. Especialmente, en nuestros d¨ªas, el rearme es de tal naturale za que parece impedir cualquier resistencia; la violencia que se prepara es de tal clase que descarta cualquier tipo de prevenci¨®n, o compensaci¨®n por la medicina.
2. La evidencia de que la humanidad dedica cada vez m¨¢s un porcentaje superior de sus escasos recursos algastos militares, en detrimento de ott¨®s, aspectos, como la sanidad la ense?anza, la cultur¨¢ja salubridad ambiental, la seguridad en viviendas y transportes y un largo etc¨¦tera. Datos recientes muestran que los gastos militares mundiales, corregidos por la inflaci¨®n, han aumentado cuatro veces desde la segunda guerra mundial, llegando en 1980 a quinientos billones de d¨®lares. Comparativamente, la erradicaci¨®n de la viruela del mundo costar¨ªa seis horas de carrera armamentista, y la del paludismo, que afecta a doscientos millones de personas, menos de un d¨ªa. Mejorar la asistencia sanitaria en Espa?a, cuyas deficiencias cronicas, bien conocidas y Sobradamente padecidas Por m¨¦dicos y usuarios, han sido puestas de manifiesto por los problemas epid¨¦micos t¨®xicos recientes, bien merecer¨ªa los presupuestos adicionales que van a ufilizarse como gastos militares.
La guerra moderna puede causar a la humanidad una cat¨¢strofe de tales dimensiones que r¨ªo podernos ni imaginarla, no disponemos de criterios estrictos sobre su gravedad y no conocemos los medios de afrontarla y tratarla.
La opini¨®n p¨²blica se encuentra m¨¢s sensibilizada hacia los. riesgos de una confrontaci¨®n nuclear, mejor conocidos y de los que existen precedentes. Sin embargo, aunque la ausencia de conocimientos precisos nos impide hablar con rigor de armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas, que junto a las nucleares y convencionales pueblan los arsenales militares, no podemos ignorarlas. No estamos en condiciones de afirmar o negar si el s¨ªndrome t¨®xico por di¨®xina en Italia o las epidemias de dengue, en Cuba, se producen por manipulaciones accidentales o intencionadas de estas armas; pero s¨ª podemos asegurar que algunas de ellas pueden producir epidemias devastadoras, modificaciones ecol¨®gicas imprevisibles y de larga duraci¨®n y alteraciones del c¨®digo gen¨¦tico.
En cambio, la humanidad s¨ª tiene experiencia de los efectos de las armas nucleares; bien es cierto que armas en miniatura comparadas con las actuales. Han pasado 35 a?os desde que una bomba de trece kilotones (toneladas de TNT) produjo 75.000 muertos y 100.000 heridos de una poblaci¨®n de 245.000 habitantes. De los 150 m¨¦dicos de Hiroshima, s¨®lo treinta quedaron disponibles para atender a los heridos; de las 1.780 enfermeras, s¨®lo 126 que daron ¨²tiles.
Los efectos nocivos de las bombas nucleares pueden dividirse en cuatro grupos. El primero lo constituyen el calor (millones de grados de temperatura), la onda expansiva las tormentas de fuego, la destrucci¨®n de edificios, , etc¨¦tera.
Efectos agudos
El segundo se debe a los efectos agudos de la radiaci¨®n, que afecta, fundamentalmente al cerebro, al aparato digestivo y a la sangre. La exposici¨®n cerebral s¨²bita a varios miles de rads (dosis de radiaci¨®n absorbida) provoca un cuadro de n¨¢useas, v¨®mitos, aturdimiento, temblores, convulsiones, p¨¦rdida de equilibrio y muerte en las primeras horas. El cuadro digestivo aparece con dosis de seiscientos a 2.000 rads y se caracteriza por n¨¢useas intratables, v¨®mitos, diarrea, deshidrataci¨®n y colapso vascular entre cinco y siete d¨ªas tras la exposici¨®n. El cuadro hematol¨®gico aparece con dosis algo menores y se caracteriza por una insuficiencia medular: anemia, hemorragias, tendencia a las infecciones agudas. El car¨¢cter insidioso del cuadro y la posibilidad de afectar a poblaciones alejadas se comprob¨® cuando la nube radiactiva procedente de una explosi¨®n de prueba en el atol¨®n de Bikini, en marzo de 1954, alcanz¨® a un grupo de pescadoresjaponeses a cien millas marinas del lugar de la explosi¨®n. Tras recuperarse de un cuadro agudo de dos semanas de duraci¨®n, la mayor¨ªa padeci¨® de una enfermedad caracterizada por hemorragias, anemia y falta de gl¨®bulos blancos, de la que se recuperaron en general por la baja dosis deradiaci¨®n.
El tercer grupo de problemas est¨¢ constituido por los efectos tard¨ªos de la radiaci¨®n. Algunos son dif¨ªciles de valorar en funci¨®n de falta de datos. Otros son conocidos en base. a experimentaci¨®n animal o a datos obtenidos con radiaciones utilizadas con finalidades terap¨¦uticas, o bien a exposici¨®n industrial. As¨ª podemos afirmar que dosis de alrededor, de doscientos rads sobre los ojos producen cataratas; de alrededor de trescientos-cuatrocientos sobre las g¨®nadas producen infertilidad persistente; de alrededor de 1.500, lesiones de pulm¨®n, h¨ªgado y ri?ones; de alrededor de 6.000, da?os al cerebro, m¨²sculos y huesos.
Producci¨®n de tumores
Un aspecto importante es la producci¨®n de tumores. Supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, que estaban alejados del punto de impacto en el momento de la explosi¨®n y que apenas presentaron s¨ªntomas agudos, sufrieron posteriormente la aparici¨®n de enfermedades malignas del sistema sangu¨ªneo, del tiroides, de la mama y del pulm¨®n, con un aumento de frecuencia total respecto a la poblaci¨®n equivalente de m¨¢s de cinco veces, y con un aumento progresivo a medida que pasaba el tiempo, hasta un m¨¢ximo de siete a?os tras el bombardeo.
La irradiaci¨®n suprime la inmunidad, lo que conlleva a un aumento de la sensibilidad del ser vivo irradiado a los agentes pat¨®genos. Estos efectos son producidos por tres mecanismos, ¨ªntimamente interrelacionados: disminuci¨®n de la s¨ªntesis de anticuerpos, destrucci¨®n del tejido linfoide y supresi¨®n derla actividad fagoc¨ªtica. La inmunosupresi¨®n conduce a la, activaci¨®n de enfermedades latentes y aumenta la susceptibilidad a infecciones graves por hongos, bacter¨ªas y virus que, en situaciones de integridad inmunol¨®gica, son poco nocivas para el individuo. En segundo lugar, la irradiaci¨®n favorece la aparici¨®n de determinadas enfermedades autoinmunes (lupus eritematoso, tiroiditis de Hashimoto, ciertas anemias hemol¨ªticas) mediante la mutaci¨®n de las c¨¦lulas som¨¢ticas que, al no ser reconocidas por el sistema inmunocompetente, favorecen la aparici¨®n de clones agresivos contra los propios tejidos del individuo. Este es un hecho de mostrado en el laboratorio y no una pura hip¨®tesis.
La m¨¢s preciada posesi¨®n del hombre es su dotaci¨®n gen¨¦tica y cada generaci¨®n debe guardarla debidamente para las poblaciones futuras.
La mayor¨ªa de las mutaciones (cambios en el c¨®digo gen¨¦tico) tienen un efecto delet¨¦reo en vezde beneficioso para el hombre, y su aumento (sobre la tasa normal) va en detrimento de la raza humana.
Est¨¢ suficientemente comprobada la capacidad de las radiaciones ionizantes para producir mutacicines. L¨®gicamente, la mayor¨ªa de los datos se basan en experimentaci¨®n animal, pudiendo resumir sus efectos en dos grandes grupos: 1. Mutaciones en las c¨¦lulas som¨¢ticas que pueden conducir a la aparici¨®n del c¨¢ncer. 2. Mutaciones en las c¨¦lulas germinales cuyos efectos aparecer¨¢n en la descendencia (abortos, malformaciones cong¨¦nitas, aumento de la mortalidad infantil y aument¨® de enfermedades gen¨¦ticas, muchas de ellas letales).
El cuarto grupo de efectos lo constituyen las previsibles y potencialmente devastad¨®ras consecuencias naturales de las explosiones nucleares, tales como cambios elim¨¢ticos a largo plazo la degradaci¨®n de lacapa de ozono de la estratosfera, la cortaminaci¨®n radioisot¨®pica de los alimentos, la ruina de las cosechas, las alteraciones en la ecolog¨ªa de los insectos, la ruptura, inducida por la explosi¨®n de los contenedores radiactivos, la liberaci¨®n ambiental de plutonio y otros compuestos radiactivos y un largo etc¨¦tera.
C¨¢lculos realizados hace veinte a?os estimaron que la explosi¨®n de s¨®lo dos bombas en el ¨¢rea metropolitana de una gran ciudad como Boston, de tres millones de habitantes, matar¨ªa de forma inmediata a m¨¢s de un mill¨®n y otro mill¨®n morir¨ªa de las heridas, sin contar los efectos a largo plazo ya descritos.
Durante muchos a?os se pretendi¨® justificar la carrera nuclear como un equilibrio de terror que hiciera imposible la guerra. En el momento actual, los Gobiernos sacrifican programas de ayuda a las minor¨ªas, cierran hospitales, cancelan gastos educacionales y aumentan de modo que carece de precedentesi sus gastos de defensa, mientras admiten p¨²blicamente la posibilidad de guerras nucleares. Los pueblos del mundo deben, ser conscientes de la existencia de un, ambiente belicista que podr¨ªa llevar a la humanidad a un holocausto nuclear. Existen las condiciones objetivas necesarias y el control, del aparato destructivio escapa a cualquiera. Por obra de un desequilibrado, por generalizaci¨®n de un conflicto local o por un simple fallo de los sistemas de alarma es posible iniciar la puesta en marcha de una cat¨¢strofe sinprecedentes.
Los m¨¦dicos debemos exponer a la opini¨®n p¨²blica las consecuencias de la guerra moderna para la humanidad. Al oponernos a la guerra, lo hacemos no en base a ideas pol¨ªticas, sino con el ¨²nico objetivo de se?alar a los pueblos las consecuencias potenciales y reales del militarismo y la violencia que actualmente reinan en el mundo. No podemos permitir la ocultaci¨®n y la negaci¨®n a los pueblos de los riesgos a los que sus dirigentes les someten, y junto a otros companeros de otros pa¨ªses estamos dispuestos a sumarnos a un movimiento internacional por la paz que supere los intereses particulares de los diversos pa¨ªses y pueda alejarnos del desastre. En palabras de una reciente publicaci¨®n m¨¦dica extranjera: ??Podr¨ªa alg¨²n avance terap¨¦utico o descubrimiento cient¨ªfico aportar un mayor servicio a aquellos cuya salud nos hemos comprometido a defender??
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