El embarazo en la adolescencia
Adem¨¢s de los peligros de car¨¢cter m¨¦dico, desde un punto de vista social el embarazo es una aut¨¦ntica cat¨¢strofe para la adolescente. La mitad no volver¨¢ a la escuela tras el parto y el 80% no completar¨¢ su educaci¨®n. La dificultad para encontrar trabajo es un 36% superior y el riesgo de separaci¨®n de los matrimonios forzados es de dos a tres veces m¨¢s alto.
Aproximadamente trece millones de los sesenta millones de mujeres que en el mundo tuvieron un hijo en 1975 fueron madres antes de llegar a ser adultas. Las adolescentes no han participado en el declinar global de la natalidad y representan un porcentaje creciente del conjunto de mujeres embarazadas.Ello se debe al adelantamiento de la edad de la menarqu¨ªa, a la socializaci¨®n de un comportamiento sexual m¨¢s liberal y a la falta de protecci¨®n anticonceptiva en este grupo de edad.
La mitad de las j¨®venes espa?olas han menstruado a los doce a?os de edad y sus relaciones sexuales son cada vez m¨¢s precoces y m¨¢s generalizadas. El estudio de Serrano Vicens, terminado en 1961, muestra que el 32% de las espa?olas ten¨ªan relaciones sexuales prematrimoniales; la cifra se eleva al 38% entre universitarias madr¨ªle?as diez a?os m¨¢s tarde y al 42% en una encuesta para Blanco y Negro realizada en 1975 entre chicas menores de veinte a?os.
Hoy, pocos de estos j¨®venes. utilizan alg¨²n tipo de contracepci¨®n.Sus relaciones son inesperadas y muchas veces culminaci¨®n de un juego que no pretend¨ªa llegar tan lejos. Las chicas expresan la idea err¨®nea de que ?a ellas no les va a pasar? por su edad o d¨ªa del mes, y ellos, aunque lo prometen, no se saben retirar a tiempo.
Tanto unos como otros encuentran mucha m¨¢s dificultad que los adultos para obtener contraceptivos seguros, y los padres, m¨¦dicos y educadores les niegan hasta la informaci¨®n, pensando que de este modo impiden la expresi¨®n de su sexualidad. Nada m¨¢s, alejado de la realidad.
El embarazo no deseado es la l¨®gica consecuencia de este modelo de relaci¨®n sexual.
Seg¨²n Ruth FinkeIstein, el 91% de las adolescentes sexualmente activas que no utilizan anticoncepci¨®n quedan embarazadas al cabo de un a?o de iniciar el coito, y el 66% de las que utilizan m¨¦todos poco seguros.
Estos embarazos son de ?alto riesgo? desde el punto de vista obst¨¦trico. La incidencia de toxemia es un 30% superior a una embarazada en otra edad; la de anemia, un 25% mayor; un 13%, el riesgo de prematuridad. El riesgo de muerte materna durante el embarazo o parto es un 60% mayor, y la probabilidad de muerte del reci¨¦n nacido durante el primer a?o de vida es de dos a tres veces superior.
Desde el punto de vista social, el embarazo es una aut¨¦ntica cat¨¢strofe para la adolescente. La mitad no volver¨¢ a la escuela tras el parto y el 80% de ellas no completar¨¢ su educaci¨®n. La dificultad para encontrar trabajo es un 36% superior. El riesgo de separaci¨®n de los matrimonios forzados es de dos a tres veces mayor, y tres de cada cinco adolescentes casadas en esta circunstancia se separan dentro de los seis primeros a?os de matrimonio.
Las siguientes afirmaciones de Arthur A. Campbell sintetizan est¨¢ tr¨¢gica situaci¨®n: ?La joven que tiene un hijo a los diecis¨¦is a?os tiene inmediatamente escrita el 90% de su vida. Deber¨¢ abandonar la escuela, incluso si alguien le ayuda a cuidar el ni?o, no ser¨¢ capaz de encontrar un trabajo que le proporcione los ingresos suficientes para mantenerse y mantener al hijo. Se sentir¨¢ impelida a casarse con alguien queno hubiera elegido en otra circunstancia. Sus oportunidades en la vida ser¨¢n escasas, y muchas de ellas, poco favorables?.
?Si hubiera podido retrasar est¨¢ primera gestaci¨®n, sus oportunidades hubieran sido muy diferentes, podr¨ªa haber continuado con su educaci¨®n, elegido su vocaci¨®n, encontrado un trabajo, formado una pareja con alguien con quien deseara formarla y haber tenido un hijo cuando ella y su compa?ero estuvieran preparados para ello?.
?Por otra parte, el ni?o hubiera nacido en unas circunstancias muy diferentes y crecido en un entorno familiar estable?.
El aborto y la adolescente
El aborto es el ¨²nico recurso para retrasar este primer embarazo no deseado. En el a?o 1975, 342.000 adolescentes americanas interrumpieron su embarazo, lo que supon¨ªa la tercera parte del n¨²mero total de abortos en EE UU, y de ellas 15.000 ten¨ªan menos de catorce a?os.
Las adolescentes supon¨ªan el 22,1% del total de mujeres que recurr¨ªan al aborto en el Reino Unido en 1971; el 20%, en Dinamarca, y el 23,5 %, en Suecia.
Durante el a?o 1980, 6.700 j¨®venes francesas se sometieron a un aborto, y aunque no es posible una evaluaci¨®n exacta, es probable que entre 3.000 y 4.000 espa?olas de esta edad se planteen todos los a?os elInterrumpir su embarazo.
Las adolescentes son probablemente el grupo en situaci¨®n m¨¢s precaria frente al aborto en este pa¨ªs. La inexperiencia para reconocer su embarazo e incluso su resistencia a aceptarlo hace que acudan al m¨¦dico en una etapa tard¨ªa, generalmente despu¨¦s del tercer mes de gestaci¨®n. No tienen, en general, recursos propios para procurarse el aborto en el extranjero, y muchas de ellas no tienen ni pasaporte. No se atreven a recurrir a sus padres, ya que les obligar¨ªa a adinitir la existencia de unas relaciones sexuales que ellos desaprueban, y no est¨¢n seguras de poder obtener su ayuda, ni moral ni material. Est¨¢n desesperadas y dispuestas a todo.
Cuand¨® el ginec¨®logo se encuentra con una adolescente embarazada sabe que el retraso de esta primera gestaci¨®n es crucial para la vida y salud f¨ªsica y mental de su paciente. Uno sabe que se ha preparado para mejorar el estado de salud de sus p¨¢cientes y que la salud ?es un estado de completo bienestar f¨ªsico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades?, seg¨²n la definici¨®n de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud.
El ginec¨®logo, que es uno de los m¨¦dicos de consulta m¨¢s confidencial, consciente, por tanto, de la importancia del secreto profesional, no puede comprender que la ley interfiera en el derecho a la intimidad entre ¨¦l y su paciente y menos a¨²n que se imponga por encima de su juicio cl¨ªnico en orden a mejorar la salud y bienestar de su paciente.
Tenerno todos derecho a equivocarnos, y a enmendar el error. ?Cuanto m¨¢s aquellos que est¨¢n en per¨ªodo de formaci¨®n! ?C¨®mo puede ser esta sociedad tan insensible para hacer pagar toda una vida el error de un momento de cari?o, de amor juvenil, el error de un momento de aprendizaje en la complicada: asignatura del amor?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.