Un partido entre el miedo y la presi¨®n nacionalista
Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) ha recogido un peque?o porcentaje de los votos de los vascos en todas las convocatorias electorales. En las ¨²ltimas elecciones generales fue en Alava donde obtuvo un mayor margen de votos favorables, un 25,5 % el total, que le proporcion¨® dos diputados al Parlamento del Estado (el ahora derrotado Jes¨²s Mar¨ªa Viana y Jos¨¦ Nasarre) y tres senadores. Viana dimiti¨® para dedicarse al Parlamento de Euskadi y fue una mujer, Mar¨ªa Josefa Lafuente, quien le sustituy¨®.En la provincia de Guip¨²zcoa s¨®lo pudo ocupar su esca?o en el Congreso de los Diputados el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja Aguirre, quien, a su vez, dimiti¨® tambi¨¦n al ser nombrado por Adolfo Su¨¢rez delegado del Gobierno para el Pa¨ªs Vasco, siendo sustituido por Jaime Mayor Oreja. UCD obtuvo en Guip¨²zcoa 50.551 votos (el 15,41 %) y situ¨® a tres de sus hombres en el Senado. Por lo que se refiere a Vizcaya, otros tres senadores y dos diputados -Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n y Julen. Guim¨®n- consiguieron 88.431 votos, lo que signific¨® un porcentaje del 16,1 %.
A esa escasa presencia de las sigas centristas en el conjunto pol¨ªtico de Euskadi contribuyeron, adem¨¢s de la presi¨®n de los nacionalistas, las constantes amenazas de que fueron objeto sus afiliados por parte de ETA Militar y ETA Pol¨ªtico-militar. La primera de estas organizaciones terroristas asesin¨®, en mayo de 1980, a Ram¨®n Baglieto, mientras que los polis-milis mataron, en el plazo de un mes, en el mismo a?o, a Jos¨¦ Ignacio Ustar¨¢n y a Juan de Dios Doval. En el breve intervalo de tiempo transcurrido entre estas dos ¨²ltimas muertes, los Comandos Aut¨®nomos Anticapitalistas (incontrolados de ETA) asesinaron a Jaime Arrese. Esta intensa ofensiva terrorista provoc¨® la huida temporal del Pa¨ªs Vasco de numerosos militantes centristas, algunos de los cuales llegaron a pedir en sus empresas el traslado a otros puntos de Espa?a. Un militante alav¨¦s estuvo un mes entero sin salir de su domicilio.
Aparte del pesimismo que cundi¨® en la UCD de Euskadi en esos momentos, surgi¨® un nuevo elemento de tensi¨®n que repercuti¨®, a medio plazo, en la UCD nacional: los centristas vascos, con Viana a la cabeza (suarista convencido), se quejaron amargamente del ?abandono moral? a que se vieron sometidos -en su opini¨®n- por parte del presidente Su¨¢rez, que no hizo acto de presencia en los funerales. En la Moncloa se aleg¨® entonces que, dada su condici¨®n de jefe del Ejecutivo, no resultaba adecuado desplazarse a los entierros de los militantes de UCD, y no hacerlo cuando se trataba de v¨ªctimas de otros partidos o de miembros del orden o del Ej¨¦rcito. Comenz¨® entonces la primera ofensiva en toda regla del sector cr¨ªtico, destinada a separar los cargos de presidente del partido y del Gobierno. Han sido precisamente los cr¨ªticos quienes, meses despu¨¦s, olvidando tales argumentos, han vuelto a solicitar la unificaci¨®n de ambas presidencias en la persona de Leopoldo Calvo Sotelo.
Un quinto asesinato, el de Luis Candendo, ocurrido en 1978 y no reivindicado por nadie, completa la tr¨¢gica lista de v¨ªctimas centristas en Euskadi, un partido que suma en las tres provincias quinientos militantes.
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