F¨²tbol y cultura
EL SORTEO de los equipos que integrar¨¢n los seis grupos de la primera fase del Campeonato Mundial de F¨²tbol ha inaugurado los grandes fastos de una competici¨®n en la que sue?an los aficionados a ese deporte, pero con la que tambi¨¦n especulan quienes contemplan la cita del pr¨®ximo mes de junio como una excepcional ocasi¨®n para suculentos negocios, ventas de imagen personal, promoci¨®n del turismo, ocupaci¨®n de plazas hoteleras y distribuci¨®n de los beneficios que la gesti¨®n de Raimundo Saporta haga posibles. El sorteo, deslucido por la inveros¨ªmil chapuza de las bolas partidas al salir del bombo, ha sido ben¨¦volo con nuestra selecci¨®n, que tendr¨¢ que enfrentarse con Yugoslavia, Irlanda del Norte y Honduras. Dado que para llegar a la fase final le basta con quedar por delante de brit¨¢nicos y centroamericanos, cabe confiar en que el equipo espa?ol no quedar¨¢ en la cuneta a las primeras de cambio.Incluso entre los buenos aficionados al f¨²tbol no faltan comentarios pesimistas en torno a las caracter¨ªsticas que ofrecer¨¢ el pr¨®ximo campeonato mundial. Tras la politizaci¨®n de la cita (de 1978 en Argentina, donde la dictadura de Videla transform¨® una simple competici¨®n deportiva en una cuesti¨®n de Estado, y la victoria de la selecci¨®n preparada por Menotti sirvi¨® para ocultar provisionalmente los graves problemas nacionales, la copa de 1982 se va a celebrar bajo los auspicios de una publicidad desbordante para la que el f¨²tbol, incluso desde el punto de vista del simple espect¨¢culo, es poco m¨¢s que un pretexto. Las cifras exorbitantes que se barajan en los negocios colaterales al Mundial dan pie para temer que la competici¨®n deportiva quede asfixiada y sepultada bajo el conglomerado de intereses que la toman como mero soporte. Sin embargo, cientos de miles de espa?oles aficionados al espect¨¢culo del f¨²tbol esperan con impaciencia la oportunidad de contemplar a las grandes selecciones del mundo y resarcirse, de esta manera, del aburrimiento que la mediocridad de nuestros equipos les suele deparar casi, todos los domingos en los estadios. En ese sentido, los meses de junio y julio pr¨®ximos van a ofrecer abundantes motivos de diversi¨®n para una parte importante, pero s¨®lo una parte, de los ciudadanos de este pa¨ªs, mientras que otros muchos espa?oles, que no saben si Arconada es un portero d¨¦ f¨²tbol o un jugador de tenis y que tienen ideas m¨¢s bien imprecisas acerca de las diferencias entre un c¨®rner y un penalti, contemplan con comprensible horror la primavera tard¨ªa que se les viene encima.
Raimundo Saporta, que se jacta de su falta de afici¨®n por el f¨²tbol pese a su condici¨®n de padrino supremo del Mundial-82, ha tenido el acierto de lanzar la idea de un mundial cultural, que aliviar¨ªa en parte el aburrimiento de aquellos espa?oles para quienes las retransmisiones televisivas de los partidos son una incomprensible tabarra y que necesitar¨ªan algunos balones de ox¨ªgeno para sobrellevar con algo m¨¢s que resignaci¨®n los meses de f¨²tbol hasta en la sopa que se nos avecinan. Aunque la iniciativa es de todo punto excelente, convendr¨ªa advertir, desde ahora, contra el peligro de que los organizadores del mundial cultural lo proyectaran exclusivamente como una extensi¨®n al terreno extradeportivo de los gustos de los aficionados al f¨²tbol, en vez de concebirlo como una alternativa compensatoria para quienes no terminan de apreciar las virtudes de Maradona, Breitner o L¨®pez-Ufarte y les deja fr¨ªos un Brasil-Alemania. En un coloquio en televisi¨®n, Raimundo Saporta- insinu¨® que el mundial cultural deber¨ªa ser algo as¨ª como un premio de consolaci¨®n para nuestra afici¨®n en el caso de que la selecci¨®n nacional quedara eliminada en la fase previa como consecuencia de una hecatombe de la envergadura de un Espa?a 0-Camer¨²n 2 o, para actualizar los datos, de un Espa?a 0-Honduras 2. Una alt¨ªsima personalidad del nuevo equipo del Ministerio de Cultura dej¨® caer hace unas semanas, en una conversaci¨®n informal, la singular idea de contratar a Julio Iglesias "para que cante con la Orquesta Nacional". Dados los vaporosos y contradictorios planteamientos de la pol¨ªtica cultural oficial, en la que resulta concebible cualquier idea estrafalaria animada por el capricho, aconsejada por la ignorancia, coloreada por la irresponsabilidad y destinada al fracaso, ser¨ªa deseable que las actividades del mundial cultural fueran proyectadas fundamentalmente para satisfacer las demandas de esos espa?oles condenados durante los pr¨®ximos meses a padecer la pesadilla de una machacona y obsesiva presencia en la televisi¨®n, en la Prensa, en los lugares de trabajo y en las calles de un deporte-espect¨¢culo del que no entienden y que no les interesa.
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