"Rock" en la universidad y "jazz" en la discoteca
Trastos era uno de los grupos pioneros de los que despu¨¦s se llam¨® nueva ola madrile?a. Editaron un elep¨¦ que les enajen¨® las simpat¨ªas de su propia gente y se encontraron en un terreno de nadie que cabalgaba entre los 40 Principales y el entorno, m¨¢s o menos enterado y militante, del que sal¨ªan.Tal vez por ello sus conciertos del pasado s¨¢bado en la Escuela de Caminos pose¨ªa un tinte de expectaci¨®n superior al normal. Y los Trastos, ahora sin teclas, demostraron varias cosas. La primera de ellas, que no son el grupo blando que se ofreci¨® al consumo discogr¨¢fico del personal. Y, segundo, que son el ¨²nico grupo espa?ol capaz de hacer rythm and blues (cosa stoniana, para entendernos) con una dignidad y, un sentido.
Lo mejor de los conciertos fue precisamente eso: una capacidad notable para cantar en castellano un tipo de m¨²sica que nadie hab¨ªa conseguido dominar aqu¨ª desde que Los Salvajes pasaron a mejor vida. Adem¨¢s, es lo mejor que saben hacer porque cuando se metieron con una canci¨®n semi-salsera, semi-funky, la parte r¨ªtmica parec¨ªa no tener claro lo que estaban tocando. Tal vez por ello esta presentaci¨®n despu¨¦s de mucho tiempo de no aparecer en Madrid estuvo marcada por los altibajos, a los que ayudaban con gran efectividad las demenciales presentaciones de su cantante Miguel. Con todo, fue la recuperaci¨®n de un grupo al que s¨®lo le falta saber con claridad qu¨¦ gaitas quiere hacer. As¨ª de simple.
El tr¨ªo de Max Su?¨¦
Por la noche y en la sala Carolina actu¨® el tr¨ªo de Max Su?¨¦. O sea, jazz en la discoteca. ?Y un s¨¢bado por la noche! Lo sorprendente fue que en este entorno tan poco propicio y tocando temas de Coltrane, Reinhardt, Metheny, Thomas y otros jazzmen del estilo, Max Su?¨¦ y su gente lograran un ¨¦xito incuestionable. Al principio, la gente estaba algo desorientada, pero poco a poco fue aceptando la estupenda m¨²sica que estaba escuchando y se dispuso a disfrutarla. El tr¨ªo, con Salvador Niebla a ,la bater¨ªa y Daniel Lagarde al bajo, fueron recreando temas cl¨¢sicos y tambi¨¦n populares con la seguridad del que est¨¢ haciendo m¨²sica y lo sabe. M¨²sica intrincada, no necesariamente sencilla ni atada a un ritmo o una melod¨ªa. En t¨¦rminos de jazz, esto ser¨ªa hard-bop muy evolucionado, en t¨¦rminos subjetivos algo muy enrollante, aunque confuso en ocasiones. Confuso porque las claves son diferentes a la m¨²sica-disco de poco antes y reajustar el cerebro requiere tiempo. Y, sin embargo, todo finaliz¨® estupendamente. Aquello, en otro contexto hubiera sido un magn¨ªfico concierto de jazz; aqu¨ª fue un rato de placentero descanso en el seno de una diversi¨®n perseguida. Algo que hace sentir y pone de excelente humor. Mucho.
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