El Gobierno afgano, dispuesto a discutir con Pakist¨¢n e Ir¨¢n todos sus problemas territoriales
Todo el pa¨ªs est¨¢ sobre las armas. Los tanques son los amos y se?ores de la situaci¨®n. Helic¨®pteros y aviones de combate guardan los aeropuertos de las capitales afganas. La vida en las ciudades es de sol a sol. Cuando anochece todo el mundo se enclaustra temeroso de un potencial enemigo. Con todo, el ministro de Asuntos Exteriores afgano, Shali Mohamed Dost, se muestra optimista y rebate los t¨¦rminos de nuestra pregunta cuando le decimos si es posible el pr¨®ximo fin de la guerra."No hay guerra en Afganist¨¢n. S¨®lo podemos saber que nos atacan los enemigos desde el otro lado de la frontera con Pakist¨¢n. Es una lucha contra los terroristas, que utilizan el sabotaje contra la poblaci¨®n. Nuestras fuerzas armadas son las fuerzas de la seguridad", aclara rotundo a los enviados especiales de EL PA?S.
Sin embargo, se muestra m¨¢s claro y dispuesto cuando le consultamos sobre la intenci¨®n de solucionar lo m¨¢s r¨¢pidamente posible la actual situaci¨®n. "El Gobierno afgano est¨¢ dispuesto a discutir todos los problemas territoriales, sin ninguna condici¨®n previa, entre Paquist¨¢n y Afganist¨¢n. Deseamos tener conversaciones a los m¨¢s altos niveles con Ir¨¢n y Pakist¨¢n. Creemos que el veh¨ªculo mejor es el secretario general de la ONU, quien puede hacer de negociador entre nuestros pa¨ªses".
El ministro Dost no se muestra tan rotundo cuando le interrogamos sobre n¨²meros. En cuanto a los militares sovi¨¦ticos que est¨¢n en territorio afgano, que superan el n¨²mero de 95.000, seg¨²n hemos sabido de fuentes oficiosas de Mosc¨², el pol¨ªtico afgano prefiere eludirlo: "Las cifras s¨®lo las conoce el Ministerio de Defensa, y es un problema de secreto de Estado. Le aseguro que la Prensa occidental nunca se acerca a la realidad, pero eso es l¨®gico, porque entra dentro de la propaganda contra nuestro pa¨ªs".
La conversaci¨®n se hace tensa al insistir nosotros sobre los dos millones y medio de afganos que han pasado la frontera huyendo del r¨¦gimen de Karmal, a tierras paquistan¨ªes. "No s¨¦ si ustedes conocen que anualmente, desde hace siglos, los n¨®madas van y vienen por nuestros pa¨ªses. Si cada traslado lo consideran como una hu¨ªda, nosotros no vamos a rectificar cada mes. Tambi¨¦n es cierto que muchos de los que pasan aceptan la propaganda y son incorporados a los contrarrevolucionarios. Lo cierto es que regresan el 90%. cada a?o, a pesar de la actual situaci¨®n. Usted me habla de dos millones y medio. Las cifras oficiales de un organismo internacional las mantiene en menos de un mill¨®n por a?o que van y vienen. Saquen las conclusiones que quieran".
El desgaste de una guerra
Las cifras manejadas por medios informativos occidentales se?alan que son ya 9.000 los muertos del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico, 20.000 en la poblaci¨®n afgan¨ª y solamente mil entre los contrarrevolucionarios. Shah Mohamed Dost nos mira con sorpresa mientras le formulamos los datos y contesta rotundo: "No sigan los medios informativos occidentales equivoc¨¢ndose. Las fuerzas armadas sovi¨¦ticas est¨¢n para ayudarnos, y es limitada su actuaci¨®n en la lucha contra los bandoleros. El Ej¨¦rcito afgano es el ¨²nico que participa en la lucha contra los ataques del exterior. Es el pueblo afgano, como ustedes podr¨¢n comprobar durante su estancia en mi pa¨ªs, quien se defiende. No hay misiles, ni napalm. El Partido Democr¨¢tico Popular de Afganist¨¢n (PDPA) orienta todas las acciones para defenderse. La Uni¨®n Sovi¨¦tica es el gran y ¨²nico amigo de Afganist¨¢n y nuestro pueblo lo entiende, lo comprende y se lleva muy bien con aquellos que han venido para ayudarnos".
Seg¨²n cifras manejadas por el Gobierno brit¨¢nico, cada mes son trescientos los muertos que se contabilizan en la negra lista de las bajas afganas, m¨¢s del 60% pertenecientes a los sovi¨¦ticos. Datos imposibles de comprobar a trav¨¦s del portavoz oficial que pod¨ªa confirmarlo.
El ministro de Asuntos Exteriores de Afganist¨¢n no quiere entrar en estos temas y prefiere mantener la conversaci¨®n sobre temas m¨¢s amables, que no reflejen la guerra no declarada que, sin duda, existe en su pa¨ªs.
La situaci¨®n actual para el ministro Dost es clara: "Nuestro pa¨ªs sabe que se enfrenta contra enemigos que se encierran m¨¢s a la de las fronteras de Pakist¨¢n, Ir¨¢n y China. Les apoyan pa¨ªses como Egipto y Estados Unidos. Nosotros nos defendemos solos, con la ayuda inestimable de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Queremos mantener buenas relaciones con todos los pa¨ªses. No s¨¦ si su peri¨®dico ser¨¢ el veh¨ªculo ideal, pero le agradecer¨ªa que dejase bien claro que deseamos y estamos dispuestos a mantener buenas relaciones con todos los pa¨ªses. No consideramos, como se ha dicho, a Pakist¨¢n como enemigo natural. S¨®lo esperamos comprensi¨®n de todos los pa¨ªses occidentales, incluidos Pakist¨¢n e Ir¨¢n. Estamos dispuestos a discutir cualquier problema territorial, siempre y cuando sea bajo la base de una igualdad en la que ninguno tenga que renunciar a sus derechos".
La conversaci¨®n no se puede alargar. Ha durado m¨¢s de una hora y el torpedeo a cualquier cuesti¨®n espinosa ha sido una constante del ministro afgano. Se ha encerrado en dos cuestiones fundamentales: resolver la lucha actual a trav¨¦s de conversaciones con Pakist¨¢n y evitar cualquier cifra que nos oriente sobre lo que supone esta guerra por ¨¦l negada.
Nos deja con una serie de preguntas sin respuesta que confi¨¢bamos hacer al presidente afgano, Babrak Karmal, quien no parecio dispuesto a enfrentarse con un periodista occidental.
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