La necesidad de un debate nacional sobre investigaci¨®n y tecnolog¨ªa
De los d¨ªas 13 al 16 de enero se ha celebrado en Par¨ªs el coloquio nacional Investigaci¨®n y tecnolog¨ªa, con la asistencia de m¨¢s de 2.000 representantes de la comunidad cient¨ªfica, organizaciones sindicales, empresariales y profesionales de los organismos regionales, as¨ª como de representantes de m¨¢s de una treintena de pa¨ªses. El citado coloquio estaba destinado a recoger las l¨ªneas generales a utilizar en la redacci¨®n de la ley de orientaci¨®n y programaci¨®n de la investigaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico, del plan cuatrienal de investigaci¨®n con que el Gobierno de izquierdas, triunfante en las elecciones de 1981, sentar¨¢ las bases de actuaci¨®n en el terreno de la pol¨ªtica cient¨ªfica.Sobre la base de seis grandes ¨¢reas, el coloquio examin¨®, en comisiones y grupos de trabajo, los siguientes aspectos tem¨¢ticos: ciencia, tecnolog¨ªa y sociedad: temas clave y grandes ¨¢reas de investigaci¨®n; hombres y estructuras; interlocutores en el debate sobre los fines de la investigaci¨®n cient¨ªfica, y medios a utilizar.
Las expectativas despertadas no eran s¨®lo de intenciones, si se consideran las decisiones ya puestas en vigor por el Gobierno en menos de un a?o:
1. Incremento del porcentaje del PIB, dedicado a 1 + D, alcanzando ya el 2% para 1982, con la meta del 2,5% fijada para 1985, lo que situar¨ªa a Francia en tercer lugar a nivel mundial.
2. Duplicaci¨®n de la oferta de empleo cient¨ªfico, con un crecimiento del 4,5 % anual.
3. Incremento para el presente a?o del 18% en los presupuestos civiles de investigaci¨®n, con una previsi¨®n de crecimiento anual del 13,5 % para los pr¨®ximos a?os.
Si importante es el clima democr¨¢tico de participaci¨®n y los medios materiales y financieros aplicados, igualmente significativos son los objetivos a cubrir, si se considera la capacidad de que dispone la actual Administraci¨®n con la incorporaci¨®n de la industria nacionalizada, que alcanza el 75% del potencial investigador del pa¨ªs. Tales objetivos, en palabras del presidente Mitterrand, podr¨ªan centrarse en:
a) Romper el aislamiento de la investigaci¨®n y de los trabajadores cient¨ªficos respecto a su entorno social.
b) Cultivar el inter¨¦s por la investigaci¨®n, entendida como conocimiento racional de la naturaleza y la sociedad, como desarrollo de las facultades de imaginaci¨®n, curiosidad e iniciativa, de forma que tal concepci¨®n se expanda por el entramado social desde los primeros niveles de educaci¨®n hasta cualquier actividad profesional.
c) Establecer un nuevo equilibrio entre investigaci¨®n fundamental e investigaci¨®n aplicada.
d) Generar programas movilizadores en ¨¢reas clave (biotecnolog¨ªa, inform¨¢tica, electr¨®nica, nuevas energ¨ªas, etc¨¦tera).
e) Unificar la pol¨ªtica institucional en el campo de la investigaci¨®n mediante la creaci¨®n, con rango de Ministerio de Estado, del Ministerio de Investigaci¨®n y Tecnolog¨ªa, con amplias competencias de coordinaci¨®n y ejecuci¨®n.
f) Sanear y racionalizar las relaciones entre investigaci¨®n e industria.
g) Asegurar, por medio de la investigaci¨®n, la satisfacci¨®n de las necesidades que demanda el mercado interior franc¨¦s, as¨ª como la preservaci¨®n de la independencia nacional en aspectos estrat¨¦gicos (militares, energ¨ªa, alimentaci¨®n, comunicaciones, etc¨¦tera).
h) Avanzar e impulsar en la informaci¨®n cient¨ªfica, as¨ª como en la difusi¨®n del franc¨¦s como lengua cient¨ªfica.
i) Establecer y reforzar los programas europeos de cooperaci¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica.
j) Poner la investigaci¨®n al. servicio de nuevas relaciones, no depredadoras, con los pa¨ªses del Tercer Mundo.
Investigaci¨®n y necesidades sociales
El conjunto de medios, objetivos y expectativas que el coloquio ha puesto en circulaci¨®n supone una ruptura radical con los modelos tecnocr¨¢ticos impulsados por la anterior Administraci¨®n francesa.
Frente a una ciencia cada vez m¨¢s orientada a su aspectos mercantilistas, sometida a la presi¨®n de los intereses comerciales de las transnacionales, en un enfoque que podr¨ªamos resumir en el t¨¦rmino ya acu?ado de pilotage par l'aval entendiendo la actividad cient¨ªfica como avalada s¨®lo por sus beneficios econ¨®micos inmediatos, se pretende una investigaci¨®n avalada por su capacidad de resolver necesidades sociales y culturales.
Frente a una investigaci¨®n b¨¢sica puesta cada vez m¨¢s en entredicho, porque en la divisi¨®n mundial del trabajo cient¨ªfico tales enfoques se reservan s¨®lo globalmente para los laboratorios y corporaciones made in USA, la necesidad de relanzar la investigaci¨®n b¨¢sica como pulm¨®n que garantice y soporte toda actividad cient¨ªfico- t¨¦cnica.
El relanzamiento de las ciencias humanas y sociales, frente a los tremendos recortes introducidos por el ¨²ltimo Gobierno Giscard d'Estaing, que supuso la casi total desaparici¨®n de escuelas de Sociolog¨ªa y Psicolog¨ªa, de experiencias tan renovadoras como las de la Universidad de Vincernes e incluso de diversos departamentos de estudios hisp¨¢nicos, por su escasa rentabilidad. Se plantea como tarea preferente dotar de los medios y reconocimientos necesarios a aquellas ramas de las ciencias encaminadas a profundizar en el conocimiento de la sociedad, como un elemento indispensable para la superaci¨®n de la crisis actual.
Frente a una gesti¨®n tecnocr¨¢tica de la investigaci¨®n, que podr¨ªa resumirse en las medidas adoptadas por la ex ministra de Universidades e Investigaci¨®n, se?ora Saumier-Si¨¦t¨¦, al sustituir la tradicional participaci¨®n democr¨¢tica en la direcci¨®n del CNRS por una presencia mayoritaria de cualificados representantes del sector privado, el Gobierno de izquierdas ha restaurado y profundizado la participaci¨®n de todas las categor¨ªas del personal en los diferentes ¨®rganos de gesti¨®n. En este sentido la elaboraci¨®n de un estatuto de los trabajadores cient¨ªficos constituye un elemento clave en las reformas en marcha.
Las posibilidades de ¨¦xito del ambicioso programa descrito est¨¢n a¨²n por aclarar si el impulso inicial y el clima necesario han sido creados, tanto en la sociedad francesa como en sus ejecutores: los trabajadores cient¨ªficos; no es menos cierto que, como se?alaba recientemente el secretario general del Sindicato Nacional de Investigadores Cient¨ªficos: ?Cada nuevo paso significa una nueva batalla, significa una nueva aportaci¨®n de propuestas y acciones que les respalden, de las que la acci¨®n social y sindical no pueden inhibirse, para evitar el desdibujamiento progresivo de tan vasto programa, ante las numerosas resistencias estructurales e institucionales a vencer?.
Sensibilizaci¨®n p¨²blica
La vuelta a Espa?a, para un asistente a las jornadas del coloquio, supone un tremendo choque no ya s¨®lo por las conocidas diferencias de entorno y escala en que se mueven las actividades cient¨ªfico-t¨¦cnicas en Francia y Espa?a (300.000 trabajadores, 2% del PIB en gastos de investigaci¨®n, frente a 20.000 y 0,45%, respectivamente), sino m¨¢s fundamentalmente por las diferencias en cuanto al grado de sensibilizaci¨®n p¨²blica y decisi¨®n pol¨ªtica para afrontar con vigor el necesario debate sobre el papel que la investigaci¨®n y la tecnolog¨ªa deben cumplir en cada pa¨ªs.
El anuncio por parte del nuevo ministro espa?ol de Universidades e Investigaci¨®n del env¨ªo de un proyecto de ley de la ciencia en el transcurso del actual per¨ªodo de sesiones de las Cortes, si bien supone por su solo enunciado un paso adelante, lleva en su contenido y m¨¦todo de elaboraci¨®n la base de una diferencia radical respecto al modelo democr¨¢tico franc¨¦s anteriormente expuesto. Un proyecto de ley elaborado por una reducida comisi¨®n de expertos, que el pr¨®ximo 9 de febrero ha debido finalizar su trabajo a fin de que la ley pueda ser debatida en marzo, no es en absoluto el m¨¦todo adecuado para crear el necesario clima de discusi¨®n y participaci¨®n. Y no lo es porque, reiteradamente, al igual que sucedi¨® en los fantasmales planes trienales y leyes de investigaci¨®n planteados por el mismo equipo a mediados de los setenta, se ha obviado. el tema de fondo. El subdesarrollo cient¨ªfico-te¨®rico de nuestro pa¨ªs, al margen de otros condicionamientos hist¨®ricos e ideol¨®gicos m¨¢s antiguos, se ha producido en funci¨®n del modelo de desarrollo capitalista adoptado tras la guerra civil.
De acuerdo, pero se olvida que aquella mala decisi¨®n est¨¢ condicionando absolutamente las posibilidades de investigaci¨®n que hoy se puedan plantear. De aquella concepci¨®n marginal de la investigaci¨®n, condicionada por la visi¨®n obsesiva del beneficio inmediato, vino la escasa dotaci¨®n en t¨¦cnicas y m¨¦todos cient¨ªficos de nuestra industria. Recientes cifras del Ministerio de Industria reflejaban que s¨®lo 75 empresas de nuestro pa¨ªs disponen de laboratorios con m¨¢s de veinticinco titulados superiores dedicados a investigaci¨®n, si bien se reconoce en gran parte que se efect¨²an labores m¨¢s catalogables como simples controles de calidad o de traducci¨®n de patentes. De aquella libre e individual decisi¨®n empresarial ha venido la colectiva y absoluta dependencia tecnol¨®gica y cient¨ªfica de nuestro pa¨ªs. La emigraci¨®n, exilio o muerte de m¨¢s de la mitad de nuestros cient¨ªficos y profesores universitarios durante la guerra, as¨ª como las apelaciones a la creaci¨®n de una ciencia cristiana alejada de cualquier tentaci¨®n materialista, que a¨²n campea en leyes, fundacionales, han hecho el resto.
A pesar de ello, el sector p¨²blico de la investigaci¨®n, si bien renqueante, es el ¨²nico que dispone, al menos formalmente y en algunos casos con ciertos elementos materiales y humanos, de suficientes elementos como para cubrir m¨ªnimamente las diferentes escalas de la investigaci¨®n y su traslaci¨®n a la producci¨®n: investigaci¨®n b¨¢sica (universidades, CSIC), investigaci¨®n aplicada (CSIC, JEN, INIA, INTA, Instituto Oceanogr¨¢fico, C. Experimentaci¨®n, MOPU, Vivienda y Sanidad, centros militares, etc¨¦tera) y desarrollo y aplicaci¨®n (ingenier¨ªa y centros de producci¨®n del INI).
No obstante, estos centros se han visto reiteradamente desconectados, aislados, sin la necesaria articulaci¨®n. Los organismos coordinadores creados, por ejemplo: la Comisi¨®n Delegada del Gobierno se reunir¨ªa dos veces en el transcurso de los a?os setenta. En su nueva regulaci¨®n, junto con la comisi¨®n asesora, si bien ha supuesto un cierto crecimiento de los medios financieros, no ha supuesto una coordinaci¨®n efectiva de esfuerzos, ni mucho menos ha permitido que el Gobierno presente un m¨ªnimo cat¨¢logo de prioridades. El ejemplo tr¨¢gico de la descoordinaci¨®n en la investigaci¨®n sobre el s¨ªndrome t¨®xico es el ¨²ltimo exponente de esta situaci¨®n.
Las expectativas, son, sin embargo, pesimistas. El reciente ejemplo de la LAU, con la resistencia feroz. a la presencia de las organizaciones sociales en los patronatos universitarios; la defensa de posiciones ultracorporativas, la dificultad de introducir entre el personal conceptos como responsabilidad social del cient¨ªfico, los continuos sobresaltos en las m¨ªnimas reformas progresistas realizadas en organismos como el CSIC, son buenos exponentes de lo que decimos. Finalmente, la visi¨®n de la CEOE, decidida a rentabilizar el sector p¨²blico de la investigaci¨®n para sus objetivos a corto plazo, parece indicar, por su semejanza con las ¨²ltimas opciones de la Administraci¨®n Giscard d'Estaing, que, sin un cambio de orientaci¨®n pol¨ªtica profunda, a lo m¨¢s que podr¨ªa llegar nuestro aparato cient¨ªfico-t¨¦cnico ser¨¢ al de un mediocre asimilador en reducidas parcelas de la investigaci¨®n.
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