Cajas rurales
LA CRISIS bancaria que empez¨® a extenderse y ahondarse con motivo de la crisis econ¨®mica desencadenada por las alzas en los precios del petr¨®leo y la adopci¨®n de pol¨ªticas monetarias menos alegres y arriesgadas, tambi¨¦n ha llegado en Espa?a a la cajas rurales. Lo sucedido con la de Santander (v¨¦ase EL PAIS de ayer, s¨¢bado 29 de enero) puede que no sea m¨¢s que el aviso respecto a la existencia de irregularidades en otras entidades similares de distintas provincias. Las cajas surgieron para el fomento del cr¨¦dito agrario y el apoyo a las cooperativas. Al capitalismo despiadado, el populismo franquista opuso un desarrollo de las instituciones cooperativas en defensa de los intereses del campo. Las cooperativas de productores se encargar¨ªan de defender la comercializaci¨®n de los productos y servir¨ªan de cortafuegos contra los posibles abusos de intermediarios y distribuidores. Las cajas rurales proporconar¨ªan, por su parte, la financiaci¨®n necesaria para mantener la batalla. La idea recog¨ªa parte de nuestra herencia cooperativa y desarrollaba el prop¨®sito de obtener el respaldo de una poblaci¨®n campesina a un modelo de organizaci¨®n pol¨ªtica o, llegada la ocasi¨®n, de contar con una masa de votantes adictos. La estructura se templ¨® con la integraci¨®n de las cajas rurales en una Caja Rural Nacional, a cuyo frente se situ¨® a Domingo Sol¨ªs, agrario influyente y hermanado con el poder pol¨ªtico.Los fines de Ias cajas son muy espec¨ªficos: el fomento del cr¨¦dito agrario. Pero pronto los cr¨¦ditos a las cooperativas y a los cooperativistas no se atuvieron con rigor a este principio. Las propias preferencias de los consejeros de las cajas en favor de actividades no muy alejadas de sus intereses individuales desvirtuaron la naturaleza de estos organismos de cr¨¦dito. Tambi¨¦n la pol¨ªtica de las cooperativas introducir¨ªa perturbaciones. Las cooperativas se constituyeron en algunos casos con un capital muy escaso y dependientes en exceso de los fondos ajenos prestados por las cajas rurales, que se destinan a garantizar los precios de compra de los productos que entregan los cooperativistas en la cooperativa. Esta transformaci¨®n de muchas cooperativas en miniforppas ocasiona el que los agricultores se desentiendan de efectuar aquellas reformas que garanticen la rentabilidad a plazo medio de sus explotaciones; el inter¨¦s se centra en vender sus productos al mayor- precio posible. Naturalmente que hay excepciones y ah¨ª est¨¢n los numerosos casos de cooperativas y cajas ejemplares que han cumplido puntualmente sus objetivos y administrado con escr¨²pulo sus recursos.
La explicaci¨®n del porqu¨¦ de esta incontrolada separaci¨®n de las actividades crediticias y las finalidades institucionales se relaciona con nuestra estructura legal. Nuestra legislaci¨®n bancaria no ha tratado de organizar una red de salvaguardias que garantice el orden en la profesi¨®n de banqueros en cuanto gerentes y administradores de las fortunas que les conf¨ªan los particulares o las empresas. La norma ha sido la prohibici¨®n total o sus excepciones, muchas veces con nombres y apellidos, normalmente ilustres y conocidos. Esta herencia es la que se ha encontrado la autoridad monetaria y la que la crisis general ha hecho estallar en los puntos m¨¢s vulnerables.
El remedio no es sencillo, pero hay que empezar a reconducir, tambi¨¦n en el caso de las cajas rurales, sus actividades a los objetivos que motivaron su creaci¨®n. La figura del director gerente posiblemente debe gozar de mayor independencia respecto a los consejeros y ser responsable ante la entidad y ante el Banco de Espa?a de la gesti¨®n que se le ha encomendado. Los cr¨¦ditos personales, a veces con un marcado tinte de financiaci¨®n del partido pol¨ªtico correspondiente, deben estar cuidadosamente garantizados por la fortuna de los prestatarios. Pero tambi¨¦n los cr¨¦ditos a las cooperativas de producci¨®n tienen que ajustarse al capital del deudor, de manera que los socios cooperativistas no est¨¦n, en la pr¨¢ctica, desinteresados de la viabilidad de la organizaci¨®n com¨²n. En otros pa¨ªses existe abundante experiencia y normas claras de riguroso cumplimiento. Lo ¨²nico que quiz¨¢ hace falta es la voluntad pol¨ªtica de entender el problema y resolverlo, devolvi¨¦ndose as¨ª la dignidad a una organizaci¨®n tan respetable como fue el cooperativismo agrario en Espa?a.
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