Fuerzas de choque
Todo son carreras, pasear de carpetas, sonar de tel¨¦fonos y teclear de m¨¢quinas sordas. Las elecciones anticipadas aletean sobre las cabezas de los jefes de secci¨®n como buitres prestos a comerse las horas de cierre del peri¨®dico. El llamado sanedr¨ªn del partido de UCD est¨¢ reunido y hay una tajante toma de postura: no se ha pensado en disolver el Parlamento. La marcha de Herrero de Mi?¨®n, Ricardo de la Cierva y Francisco Soler no justifica tal tesis.Los reporteros, jadeantes, se entregan a la elaboraci¨®n de amenos art¨ªculos con biograf¨ªas de los fugados. El redactor pol¨ªtico se pasea tranquilo entre las mesas impartiendo calma y buen juicio. Es hora de hacer balance:
-UCD no s¨®lo ha perdido tres votos y mucha imagen, sino, sobre todo, dos de los m¨¢s eficaces miembros de sus fuerzas de choque. Ricardo de la Cierva se entrena diariamente haciendo karate. Herrero de Mi?¨®n est¨¢ deseando usar su pistola contra los delincuentes. Esto, si se considera el ascenso de Soledad Becerril, consuma un cambio de imagen notable en el partido del Gobierno.
Ideas, ideas.
Poco a poco, sus teor¨ªas se introducen en los cerebros de quienes le rodean. Las miradas adquieren un brillo febril y los dedos discurren m¨¢s ¨¢giles sobre los teclados. Menos los tuyos, atascados por el rudo trabajo de resumir el pensamiento pol¨ªtico del tercer fugado a trav¨¦s de las colecciones del peri¨®dico.
-?Por qu¨¦ no le haces una entrevista a Soledad Becerril?
Norma n¨²mero uno del g¨¦nero entrevista: hay que saber algo sobre el personaje para que se le ocurra a une, alguna pregunta que hacer. Y la aplicas llamando a tu contacto en el Ministerio de Cultura.
-?Qu¨¦ hace la ministra? -preguntas a tu conocido, un hombre dotado de indudables cualidades po¨¦ticas.
-De momento, no mucho -te responde-, pero el Ministerio est¨¢ muy animado. La ministra y alguna funcionaria de su confianza recorren los pasillos, entre frufr¨²es de tira bordada y ondular de pamelas, extendiendo la consigna: "Ideas, queremos ideas".
-Quiero que me conceda una entrevista -le sugieres.
-Pues vas de lado -dice, abandonando por un momento sus buenos modales-, porque no se las da m¨¢s que a las revistas del coraz¨®n. No se siente a¨²n preparada para contestar una entrevista pol¨ªtica. Pero lo estar¨¢ pronto, que es una mujer voluntariosa y aplicada.La voz de la entrevistadora pol¨ªtica interrumpe tu conversaci¨®n:
-El nombramiento de Soledad Becerril es un acto de machismo por parte de Calvo Sotelo -grita, m¨¢s que otra cosa.Con los apuntes de tu informante en, la mano, asientes y le das la raz¨®n.-Y t¨² eres otro machista por darme la raz¨®n -te corta.
Listas negras.
-No quiero hacer cosas de chicas. Me da miedo.
El redactor jefe asiente, comprensivo, y se demora en la respuesta:-No quieres hacer cosas de chicas, ni de militares, ni de Herrero de Mi?¨®n. ?De qu¨¦ quieres hacer cosas, hijo?
-Pues no s¨¦... De viajes, reportajes tranquilos, cosas de ese estilo. Podr¨ªa volver a Euskadi, por ejemplo, y hablar de la cocina tradicional.
Por arte de magia aparece en su mano derecha un recorte del peri¨®dico Egin, que te lee con fruici¨®n. Un tal Rotetxe dice que deber¨ªan darte una medalla de la polic¨ªa por tus art¨ªculos sobre ETA. Luego, otro m¨¢s, ¨¦ste de Punto y Hora, en el que el director de Egin, Azurmendi, te hace m¨¢s referencias cari?osas, firmando con seud¨®nimo. Mientras digieres los datos, la voz de tu interlocutor se hace m¨¢s y m¨¢s comprensiva:
-As¨ª que, si quieres, te vas a Euskadi a hablar de cocina. Pero, antes, ent¨¦rate de si estos chicos te han recomendado por alguna lista. Ya sabes que el asesinato del periodista Jos¨¦ Mar¨ªa Portell lo calificaron de eje cuci¨®n...
Conferencia en ingl¨¦s.-
Quiero escribir de Su¨¢rez, de Carrillo y gente as¨ª. Gente pac¨ªfica.
-De acuerdo. Averigua para qu¨¦ quiere Su¨¢rez aprender ingl¨¦s y si son muchos o pocos los disidentes del PCE.
Adolfo Su¨¢rez aplaza su reingreso en la pol¨ªtica hasta despu¨¦s de haber aprendido ingl¨¦s fluently, para lo que dedicar¨¢ un mes de su tiempo. Luego, la gran sorpresa, que consistir¨¢ en pronunciar una conferencia en una universidad de raigambre, toda ella en ingl¨¦s.
-Cuando haya pasado un tiempo -te explica un hombre de su entorno-, y se haya olvidado la campa?a fabricada contra su persona durante los pasados meses, se pensar¨¢ la vuelta. Pero, como dice Alberto Aza, diplom¨¢tico y ex fontanero de la Monclo¨¢, a la pol¨ªtica hay que volver con dinero detr¨¢s.
Para eso ha puesto tambi¨¦n en marcha el despacho, para no tener que depender de fuentes ajenas.
Carrillo, por su parte, afirma que los disidentes prosovi¨¦ticos son como los romanos de los teatros, que pasan cinco muchas veces y parecen cien.
-El que se va a quedar con cinco cartagineses es Carrillo -dice un miembro de Comisiones Obreras-, porque tenemos con nosotros a una gran parte de las CC OO de Madrid, por no ir m¨¢s lejos. A la direcci¨®n le queda el aparato y poca cosa m¨¢s. Sobre todo, despu¨¦s de las expulsiones de renovadores.
Internacional er¨®tica.
En la mesa de al lado, el doctor Vicente Navarro departe con Jos¨¦ Luis Barros, director del Hospital Provincial de Madrid, y le explica la situaci¨®n en los EE UU:
-Despu¨¦s de la pel¨ªcula sobre John Reed, que acaba con una pareja haciendo el amor con la Internacional de fondo, el himno se ha convertido all¨ª en una canci¨®n er¨®tica.
Rafael Alberti asiste dormido a la conversaci¨®n. De cuando en cuando abre los ojos y pregunta:
-?No podr¨ªamos hablar de literatura o de folklore?
Y vuelve a caer dormido.
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