Pol¨ªtica y econom¨ªa de la Seguridad Social en tiempo de crisis
ENRIQUE FUENTES QUINTANA?Por qu¨¦ es dif¨ªcil llegar a un acuerdo en la necesaria modificaci¨®n de la Seguridad Social espa?ola? ?En qu¨¦. motivos se basan los opuestos enfoques para el tratamiento actual de sus problemas? Existe un motivo b¨¢sico: la Seguridad Social no es un campo neutral e indiferente. Es un campo que divide y enfrenta a las distintas ideolog¨ªas.
Desde la izquierda, la Seguridad Social ha aparecido como un m¨¦todo eficaz de distribuci¨®n de renta y, sobre todo, una forma de fijar un nivel que protegiese los m¨ªnimos de renta y bienestar de la poblaci¨®n m¨¢s necesitada. Desde la derecha, la Seguridad Social ha sido un instrumento de pacificaci¨®n social y de aceptaci¨®n y consolidaci¨®n de la econom¨ªa de mercado..El calificativo de social -que afirma ese sistema econ¨®mico- ha estado asociado a un conjunto de prestaciones demandadas por la clase trabajadora y cuya concesi¨®n ganaba una batalla importante para justificar ¨¦ticamente el sistema econ¨®mico al tiempo que aseguraba la continuidad de su aceptaci¨®n.
Seguridad Social y econom¨ªa
Estas dos aproximaciones diferentes a la Seguridad Social han encontrado en la ola de prosperidad que discurre entre 1951 y 1973 la base necesaria para extender la Seguridad Social en todas las econom¨ªas occidentales. Cuando la producci¨®n de un pa¨ªs crece a ritmos del orden del 6% anual ,acumulativo, ese pa¨ªs cuenta con los fondos necesarios para satisfacer tanto los deseos de redistribuci¨®n y protecci¨®n que atiende la Seguridad Social como los de acumulaci¨®n de capital y desarrollo econ¨®mico. Sobre esa base firme de una econom¨ªa din¨¢mica se ha construido la Seguridad Social de la mayor parte de los pa¨ªses occidentales. Y, por supuesto, de nuestra propia Seguridad Social, ya que el secreto a voces de la viabilidad de una Seguridad Social basada en el principio del reparto es disponer del crecimiento suficiente de la producci¨®n.
El rendimiento medio m¨¢ximo que de forma permanente puede ofrecer un sistema de reparto es igual a la tasa de crecimiento de la econom¨ªa. Si la productividad crece y la renta tambi¨¦n, quienes est¨¢n ocupados pueden sostener a la poblaci¨®n que ha perdido, por distintas contingencias, la posibilidad de obtener ingresos. Los sistemas de la Seguridad Social funcionan en esa circunstancia sin problemas.
Ese funcionamiento podr¨¢ ser mejor o peor, seg¨²n la capacidad de cada pa¨ªs para administrar su sistema de Seguridad Social, pero permitir¨¢, mientras el crecimiento de la productividad est¨¦ asegurado, es decir, mientras la sociedad sea din¨¢mica y aumente sus empleos, ofrecer los medios necesarios para su funcionamiento continuado: aumentando sus prestaciones, sin elevar los tipos de gravamen.
Disfuncionalidades de la Seguridad Social
Ese proceso de crecimiento econ¨®mico que apoyaba y avalaba a su vez el crecimiento de la Seguridad Social es hoy historia porque la crisis que el mundo inicia en 1974 ha terminado con ¨¦l. La crisis econ¨®mica afecta de lleno al funcionamiento de los sistemas establecidos de Seguridad Social. Con la crisis, los sistemas establecidos de Seguridad Social comienzan a manifestar disfuncionalidades evidentes con la marcha de la econom¨ªa. Disfuncionalidades del lado de la financiaci¨®n de la Seguridad Social. Disfuncionalidades del lado de los gastos de la Seguridad Social.
Del lado de la financiaci¨®n, pues los sistemas de seguridad social del tipo bismarkiario -cuyos fondos proceden de cotizaciones (empresarios y obreros) basadas en los salarios y de las aportaciones del Estado- encarecen los costes reales del trabajo y dificultan el empleo, mientras la generalizaci¨®n del paro disminuye la poblaci¨®n cotizante y merma sustancialmente los ingresos.
Por otra parte, la imperiosa necesidad de exportar coloca en posici¨®n muy desigual a las empresas seg¨²n cu¨¢l sea el grado en el que se apoyan en los impuestos indirectos para cubrir financieramente sus sistemas de seguridad social. La crisis econ¨®mica levanta as¨ª una cr¨ªtica a la financiaci¨®n tradicional, basada en las cotizaciones, que dificulta la ocupaci¨®n y la competitividad de las empresas.
Del lado de los gastos de la Seguridad Social, los problemas no son menores.La crisis extiende la situaci¨®n de necesidad entre la poblaci¨®n trabajadora con la consiguiente presi¨®n y aumento del gasto (desempleo, ayuda familiar, pensiones).
As¨ª se llega a un resultado final: un aumento incesante de los gastos de seguridad social que el sistema de ingresos normales no puede cubrir porque no encuentra en la producci¨®n fluida de otro tiempo la fuente indispensable para satisfacer sus exigencias. Y, ante esta circunstancia, una de dos: o se aumentan las cotizaciones o los impuestos para equilibrar las cuentas de la Seguridad Social, o el d¨¦ficit surge como una consecuencia inevitable. Ambos efectos de la Seguridad Social agravan acumulativamente la situaci¨®n de la econom¨ªa, pues ¨¦sta, al transferir sus recursos a la Seguridad Social, disminuye las oportunidades de crecimiento, con lo que se cierra el c¨ªrculo vicioso de: menos producci¨®n, menos empleo; m¨¢s gastos de Seguridad Social, mayor desequilibrio.
A esta situaci¨®n abierta por la crisis econ¨®mica se a?aden -complic¨¢ndola- otros dos factores estructurales que act¨²an implacablemente a largo plazo: el crecimiento de los costes de las prestaciones de la Seguridad Social y el comportamiento de la demograf¨ªa. La explosi¨®n de los costes de las prestaciones -y fundamentalmente de las prestaciones sanitarias- es un fen¨®meno universal con hondas consecuencias sobre la viabilidad econ¨®mica y financiera de los sistemas establecidos de seguridad social. Por otra parte, la demograf¨ªa afecta directamente al funcionamiento econ¨®mica del sistema de seguridad social: un envejecimiento creciente de la poblaci¨®n, una ca¨ªda en la tasa de natalidad y una ca¨ªda de la relaci¨®n poblaci¨®n activa/cotizantes, hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil que la poblaci¨®n ocupada y la producci¨®n corriente financien las prestaciones comprometidas.
Seguridad Social e ideolog¨ªas pol¨ªticas
A partir de esos datos se suscita la imprescindible revisi¨®n en la Seguridad Social. Y se abre tambi¨¦n la querella entre las distintas posiciones sobre la misma: los sindicatos y las fuerzas de la izquierda que presionan por sostener y aumentar las prestaciones; las empresas y las fuerzas de derecha denuncian las disfuncionalidades del sistema de cotizaciones y del aumento de gastos de seguridad social como causas que agudizan la crisis y originan el m¨¢s grave mal: la extensi¨®n del desempleo.
La crisis de la Seguridad Social se debate as¨ª entre dos preguntas de signo bien diferente:
- ?C¨®mo no o¨ªr las voces de quienes piden protecci¨®n a la Seguridad Social en la etapa cr¨ªtica que vivimos?
- ?C¨®mo no escuchar las dificultades de las empresas de cuya vitalidad depende el dinamismo de la sociedad y las oportunidades de ocupaci¨®n y crecimiento que se ven amenazadas por el aumento de gastos de la Seguridad Social y su inadecuada financiaci¨®n?
Los motivos que est¨¢n detr¨¢s de esas dos preguntas las conceden un s¨®lido fundamento. Quienes defienden el crecimiento de los gastos de la Seguridad Social alegan el bajo ¨ªndice de protecci¨®n relativa de Espa?a frente a la CEE; el bajo nivel de nuestras prestaciones econ¨®micas; la gran diferencia, en fin, que separa a la contingencia fundamental del desempleo en Espa?a que duplica a la media de los pa¨ªses de la Europa comunitaria.
Quienes acusan al sistema de seguridad social argumentan afirmando c¨®mo se ha disparado el crecimiento de sus gastos, incompatible con el crecimiento del PIB (las tres cuartas partes en los ¨²ltimos tres a?os del crecimiento de la econom¨ªa se los han llevado las atenciones a la Seguridad Social). Alegan tambi¨¦n su inadecuada financiaci¨®n con un peso excesivo de las cotizaciones (la cuota de los empresarios supone dos tercios de la financiaci¨®n frente al tercio que aportan los empresarios de la CEE); la reducida aportaci¨®n del Estado (10%, frente al tercio que significa en el Mercado Com¨²n).
Llegar a un dif¨ªcil equilibrio entre esas dos posiciones extremas que defienden peticiones atendibles constituye el gran problema y la gran dificultad de la Seguridad Social. ?Qu¨¦ alternativas existen para conciliar la Seguridad Social necesaria -y tanto m¨¢s en ¨¦poca de crisis- y la econom¨ªa din¨¢mica con la que debe contar una sociedad con futuro?
Racionalizaci¨®n y mejora
Existe a esta pregunta esencial una respuesta mayoritaria en la que coinciden los mejores conocedores de los problemas de la Seguridad Social: buscar en la racionalizaci¨®n y mejora de la Seguridad Social establecida su viabilidad presente; una viabilidad que, al encontrar recursos en la mejor administraci¨®n de la Seguridad Social, pueda mantener las prestaciones sin aumentar la presi¨®n sobre la econom¨ªa.
Como ha afirmado la alta autoridad de Guy Perrin: "En la fase cr¨ªtica de adaptaci¨®n que hoy atraviesa la Seguridad Social la racionalizaci¨®n aparece como un paso obligado ante la soluci¨®n f¨¢cil que consiste en aumentar los recursos para cubrir los gastos y las soluciones de austeridad que propugnan reducir los gastos en funci¨®n de los ingresos".
Ese es el gran objetivo que debe atender hoy en Espa?a la pol¨ªtica de seguridad social: elevar su gesti¨®n, racionalizar y mejorar sus prestaciones reduciendo su coste, corregir su financiaci¨®n definiendo un programa econ¨®mico y financiero que asegure una disciplina en el gasto de la Seguridad Social compatible con el desarrollo de la econom¨ªa.
Motivos de una falta de acuerdo
?Por qu¨¦ siendo esto tan evidente no se ha llegado a un acuerdo para modificar nuestra Seguridad Social bajo esos criterios inspiradores? La respuesta creo que hay que encontrarla, en primer t¨¦rmino, en una desconfianza de las partes sobre la aut¨¦ntica aceptaci¨®n y posterior cumplimiento de los compromisos a que pudiese llegarse.
En segundo lugar, el clima pol¨ªtico electoral no facilita el acercamiento de las dos grandes posiciones sobre la Seguridad Social que ha abierto la crisis: la de la izquierda, tendente a mantener y acrecentar las prestaciones de la Seguridad Social, y la de la derecha, que denuncia las incompatibilidades de la Seguridad Social con el funcionamiento de la econom¨ªa.
A estas dos dificultades debe a?adirse una tercera, que es la falta de claridad con la que una de las partes (CEOE) ha formulado su posici¨®n evadiendo los problemas urgentes que plantea la racionalizaci¨®n y mejora de la Seguridad Social y propugnando la instauraci¨®n inmediata de un nuevo modelo de Seguridad Social con el que cumplir con los mandatos constitucionales.
Defender ese cambio radical en la Seguridad Social sin definir plenamente el modelo que se pretende alcanzar, las prestaciones en el nivel b¨¢sico que se van a conceder y el programa econ¨®mico y financiero para llegar a ¨¦l, no es una respuesta aceptable a los dram¨¢ticos problemas de funcionamiento de la Seguridad Social de hoy, sino una evasi¨®n de esa apremiante e inevitable respuesta.
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