Huellas de Ibsen en el teatro espa?ol
Los ¨²ltimos cien a?os del teatro europeo occidental, su desarrollo dram¨¢tico y t¨¦cnico contienen ciertas l¨ªneas y tendencias comunes y, en general, es f¨¢cil trazar la expansi¨®n de las ideas teatrales y encontrar ramas de un tipo de teatro y de drama saliendo de un tronco general para todo el ¨¢mbito de nuestra cultura europea. En Madrid se representa actualmente la obra El pato silvestre, de Henrik Ibsen, en versi¨®n de Antonio Buero Vallejo y montaje del Centro Dram¨¢tico Nacional. Esta representaci¨®n permite profundizar en aquella teor¨ªa de influencias.
El teatro de hoy tiene sus ra¨ªces en los fuertes movimientos literario-dram¨¢ticos que tuvieron lugar durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo pasado. Cuando Henrik Ibsen encuentra sus propias bases para un teatro cr¨ªtico-social surge la ruptura con el teatro estilizado y formal, basado hasta entonces sobre todo en la t¨¦cnica del franc¨¦s Eug¨¦ne Scribe con la piece bien faite y su teor¨ªa r¨ªgida sobre la composici¨®n de un drama -exposition, action et denouement (exposici¨®n, acci¨®n y desenlace).Ahora se estrena en Espa?a El pato silvestre, de Henrik Ibsen, en versi¨®n de Antonio Buero Vallejo, que, junto al director Jos¨¦ Luis Alonso, al escen¨®grafo Gustavo Torner y a la mayor¨ªa de los int¨¦rpretes, da una sobria e inteligente representaci¨®n de una obra cuyas calidades est¨¢n, sobre todo, en la magistral exposici¨®n de un dilema eternamente humano: el dualismo entre lo ideal y lo conveniente, lo real y lo aparente; todo ello con un trasfondo de realismo social, siempre cr¨ªtico hacia la clase dirigente, que posee las mayores facilidades y todos los recursos para resolver los problemas surgidos por el abuso del poder.
Henrik Ibsen, no toma partido en la obra ni por Gregorio, con su "ataque agudo de fiebre de rectitud" idealista, que le lleva por el mundo buscando su raz¨®n de ser, ni por el aparentemente c¨ªnico doctor Relling, que se opone a un tratamiento brusco, como suele ser la b¨²squeda de la verdad, cuando pone en su boca: "Quitando la mentira vital a una persona corriente le quitas a la vez la felicidad".
Ibsen sufr¨ªa y viv¨ªa el dilema expuesto en la obra, siendo una vez m¨¢s espejo de s¨ª mismo. Jam¨¢s reconoci¨® a su hijo ileg¨ªtimo, nacido cuando ¨¦l ten¨ªa dieciocho a?os, y tom¨® , cara a la sociedad, la postura de hombre introvertido, algo radical, siempre impecable y ansioso a la vez del aplauso de una sociedad burguesa y vanidosa que ¨¦l criticaba ferozmente.
El teatro de Ibsen y la obra reci¨¦n estrenada no deber¨ªan causar sorpresa ni fatiga en el p¨²blico espa?ol de hoy. Existe, aunque con relaciones menos fuertes que en otros pa¨ªses europeos, una tradici¨®n dramat¨²rgica espa?ola con influencias ibsenianas, sobre todo y, en un principio, en el ¨¢mbito catal¨¢n. Muchas obras de Ignacio Iglesias (1871-1928) y de Pompeyo, Crehuet y Pardas (1881-1941) son intentos de trasladar al teatro catal¨¢n las modernas ideas teatrales de Ibsen. Las influencias son obvias en obra de Iglesias como El esclavo del vicio (1893), La v¨ªbora (1894) y en Fructidor (1897).
Crehuet demuestra sus lecturas de Ibsen en La familia Rocamora (1909). P¨ªo Baroja lanz¨® fuertes ataques contra los j¨®venes dramaturgos catalanes en un famoso discurso, diciendo que sus obras parec¨ªan estar escritas en Noruega; pero su propia obra La casa de Aizgorri (1900) no carece de una evidente influencia ibseniana. El tambi¨¦n poeta catal¨¢n Juan Maragall y la labor divulgativa de Emilia Pardo Baz¨¢n ayudaron m¨¢s tarde al conocimiento de la obra de Ibsen.
Actores como Enrique Borr¨¢s y Jos¨¦ Tallavi hacen del papel de Osvald en Espectros, uno de sus platos fuertes dentro de sus repertorios, trayendo a la escena espa?ola un nuevo realismo interpretativo, abandonando la manera declamatoria en concordancia con la reforma teatral y dram¨¢tica de Ibsen.
Siguiendo las huellas de Ibsen, en el teatro espa?ol nos encontramos con una figura fundamental y semiolvidada, Gregorio Mart¨ªnez Sierra (1881-1947), que introduce en Espa?a obras de G. B. Shaw, el belga Maurice Metterlinck, el italiano Luigi Pirandello y de otro seguidor de Ibsen, el alem¨¢n Gerhart Hauptmann. En su propia obra Amanecer (1915), Mart¨ªnez Sierra hace uso de sus conocimientos de la obra ibseniana.
M¨²ltiples "magisterios"
En una entrevista con el adaptador de El pato silvestre, Antonio Buero Vallejo, realizada el 21 de septiembre de 1981, ¨¦ste, al preguntarle por posibles influencias de Ibsen en su teatro, me contest¨®:
"En varias ocasiones yo he se?alado, por supuesto, m¨²ltiples antecedentes y m¨²ltiples "magisterios" en el teatro del mundo, porque yo soy un hombre con, creo, gran capacidad de admiraci¨®n y tambi¨¦n con alguna capacidad, por qu¨¦ no decirlo, de asimilaci¨®n y, por tanto, me parece que en mi teatro han influ¨ªdo numerosos escritores del mundo y tambi¨¦n de mi pa¨ªs, naturalmente. Ahora bien, es cierto que entre ellos uno de los que de manera m¨¢s honda ha influ¨ªdo de hecho en mi teatro, aunque por supuesto de manera externa o t¨¦cnica no haya semejanzas demasiado ostentosas a estas alturas, ha sido Henrik Ibsen. Ibsen me impresion¨® de manera singular. Hay una frase de Jorge Luis Borges que a m¨ª me parece l¨²cida. Dice que "todo escritor elige sus precursores".
Probablemente, la impresi¨®n que a m¨ª me produjo el teatro de Ibsen se basa en que yo eleg¨ª en ¨¦l un precursor, en el sentido de que las cosas que yo encontraba en su teatro ven¨ªan a coincidir, hecha salvedad de las distancias de ¨¦poca y de ambiente, con mis preocupaciones dram¨¢ticas b¨¢sicas y aun con mis preocupaciones simplemente humanas, b¨¢sicas en orden al enigma de nuestro destino, a nuestros comportamientos ¨¦ticos y a la diferencia que hay entre los motivos que realmente nos mueven y los motivos por los cuales decimos que nos movemos.
Me parece interesante que Antonio Buero Vallejo, el adaptador de El pato silvestre elija como t¨ªtulo de su ¨²ltima obra en cartel un nombre, tambi¨¦n de animal, El caim¨¢n; los dos, el pato y el caim¨¢n, funcionan como elementos no presentes sobre las tablas, pero fundamentales para llevar a cabo la trama dram¨¢tica.
Dionisio, el patachula, en la obra de Buero dice una vez: "Yo... he querido decirte que es en las esperanzas que parecen improbables en las que hay que creer, no en las que parecen alcanzables y que tantas veces no se cumplen", un argumento f¨¢cil de trasladar al personaje del doctor Relling en El pato silvestre; en las dos obras nos encontramos con conflictos que surgen al querer encontrar de nuevo un equilibrio entre lo ideal y lo conveniente.
Las tres obras de Buero hasta ahora estrenadas en Noruega, En la ardiente oscuridad, en el a?o 1962, y con una joven Liv Ulman en el papel de Juana, La fundaci¨®n, en 1979, y El sue?o de la raz¨®n han sido grandes ¨¦xitos cara a un p¨²blico bastante ajeno a la realidad espa?ola. Tanto Ibsen como Buero nos demuestran en sus obras que todos los pueblos tienen las mismas ra¨ªces y un tronco com¨²n: lo humano, y que siempre podremos aprender algo los unos de los otros; que por el teatro, si queremos o si nos dejan, se puede acceder al conocimiento de nuestras hondas realidades, que nunca tienen fronteras, ni siquiera entre pueblos geogr¨¢ficamente alejados.
es corresponsal del diario Morgenbladet, de Oslo.
Babelia
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