F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente populariz¨® la labor an¨®nima de muchos naturalistas
De los innumerables naturalistas espa?oles, s¨®lo unos pocos han logrado cierto renombre p¨²blico y, lo que es m¨¢s dif¨ªcil, profesionalizar su afici¨®n hasta el punto de poder vivir de ella. La ¨²nica actividad compatible con la observaci¨®n de la naturaleza suele ser la editorial. En este campo, la figura que introdujo a la mayor¨ªa de los naturalistas en el mundo de los libros fue el fallecido divulgador de la naturaleza F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente. Otros han logrado convertir en profesi¨®n su pasi¨®n por la fauna y la flora a trav¨¦s de las oposiciones para cubrir las escasas plazas de investigadores de estos temas que existen en la Administraci¨®n p¨²blica.
Juan Antonio Moreno es un bi¨®logo que al acabar sus estudios prefiri¨® la investigaci¨®n de campo a un puesto de penene en la facultad. A los veinticinco a?os consider¨® que ya estaba bien de hacer lo que sus profesores quer¨ªan, y decidi¨® ponerse a estudiar, por su cuenta y riesgo a los animales que desde siempre le hab¨ªan atra¨ªdo m¨¢s: los tiburones. M¨¢s de uno pensar¨¢ que para realizar tal sue?o, Moreno se traslad¨® al Caribe. Esta suposici¨®n no es de extra?ar, si se tiene en cuenta que en Espa?a ha estado prohibida oficialmente la existencia de tiburones en nuestras costas. Cosas del turismo. Sin embargo, las costas espa?olas est¨¢n rodeadas de tiburones por todas partes. ?Tambi¨¦n hay que aclarar que los tiburones?, afirma Moreno, ?no son esos asesinos de los mares que nos presentan en las pel¨ªculas?.De todos modos, Juan Antonio Moreno conserva una aleta de bucear que le mordi¨® un tibur¨®n en una playa de Cullera, y en otra ocasi¨®n vio c¨®mo un marrajo de unos tres metros de tama?o part¨ªa limpiamente a un pescador en dos mitades. Fue en el golfo de Vizcaya, durante la campa?a del arenque. Estaban sacando una red del agua llena de peces y un pescador de origen norteafricano se tir¨® al agua. ?De pronto vimos c¨®mo se hund¨ªa y el agua se te?¨ªa de rojo. Luego vimos a un gigantesco marrajo por cuya boca asomaban las extremidades de aquella persona?
La Administraci¨®n espa?ola ha tenido siempre mucho cuidado de que estas noticias no trascendieran a la opini¨®n p¨²blica. En otra ocasi¨®n, recuerda Moreno, las autoridades consideraron que un noruego, cuyo cad¨¢ver hab¨ªa sido encontrado destrozado en aguas de Canarias, hab¨ªa muerto golpeado por la h¨¦lice de alg¨²n barco, sin embargo, un trozo de diente que le envi¨® a Moreno alguien cercano al forense que reconoci¨® el cad¨¢ver, que hab¨ªa sido encontrado incrustado en uno de sus huesos, pertenec¨ªa a uno de los tiburones que surcan nuestras aguas.
En cinco a?os de estudios, estos son, sin embargo, los ¨²nicos casos sangrientos que conoce Moreno. La forma que utiliza cuando quiere ver tiburones vivos de cerca no es muy distinta a la que emplea Heredia para ver sus quebrantahuesos. En una zona querenciosa para los tiburones, se les tira tripas y restos de pescado, y al poco tiempo aparecen cortando el agua las primeras aletas de estos temibles depredadores. ?Yo, las pocas veces que lo he hecho?, confiesa Moreno, ?lo hice a pelo. La verdad es que mientras son pocos no hay peligro; ahora, cuando se juntan muchos, es preferible salir del agua ya que les entra lo que se llama el frenes¨ª de la comida. Lo suyo es observarlos metido en una jaula o con una lupara en la mano, una especie de bast¨®n que lleva un explosivo en un extremo. Pero hasta ahora no he tenido medios para lo primero, y las autoridades espa?olas exigen un permiso de armas para lo segundo?.
Escasez de medios
La escasez de medios es una constante de los investigadores de la naturaleza. Tal vez por eso algunos, como Joaqu¨ªn Ara¨²jo, se han dejado atrapar por los tent¨¢culos de la ciudad y han abandonado hasta cierto punto sus actividades de campo para cambiarlas por la actividad editorial. Eso s¨ª, siempre pensando que con eso podr¨¢n regresar un d¨ªa al monte y no volver a trabajar en la vida. Pero lo cierto es que, cuando un naturalista comienza a contar las cosas que sabe, es dif¨ªcil que las editoriales le dejen ya escapar. Ara¨²jo, Quine para los amigos, comenz¨® escribiendo para F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente, que le encomend¨® la redacci¨®n de la enciclopedia de Salvat sobre la fauna ib¨¦rica y europea. Luego le escribi¨® los cuadernos de campo y, finalmente, Quine tambi¨¦n est¨¢ escribiendo la Aventura de la vida, obra p¨®stuma de. Rodr¨ªguez de la Fuente. Pero despu¨¦s de haber publicado m¨¢s de 2.000 p¨¢ginas de libros sin firmarlos, a Quine le han comenzado a llover contratos, y ahora lucha por conseguir la f¨®rmula que le permita seguir dirigiendo y escribiendo libros para varias editoriales y programas de televisi¨®n, y, a la vez seguir con su vocaci¨®n de naturalista.
No se puede hablar de estos pioneros del naturalismo que ahora se encuentran entre los treinta y los 35 a?os sin hablar de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente, el ¨²nico de ellos realmente popular, a pesar de ser el que menos pisaba el campo. Pero casi todos trabajaron en alg¨²n momento para F¨¦lix. As¨ª, Garz¨®n, Delibes, Castroviejo y otros colaboraron y vivieron, en los a?os duros del principio, de la enciclopedia de la fauna mundial primera que firm¨® F¨¦lix para Salvat. Luego, Ara¨²jo, y a trav¨¦s de ¨¦l, Heredia, Grande, Hiraldo, etc¨¦tera, escribieron en la Fauna ib¨¦rica y europea, segunda enciclopedia que F¨¦lix Firm¨® para Salvat. Tambi¨¦n muchos de ellos fueron los que hicieron posibles las excelentes pel¨ªculas del programa televisivo El hombre y la Tierra, que dio la vuelta al mundo. Sin embargo, su personalidad siempre qued¨® oculta por el fuerte: magnetismo que ,ejerc¨ªa Rodr¨ªguez de la Fuente sobre su audiencia. Se podr¨ªa decir que F¨¦lix viv¨ªa de divulgar lo que descubr¨ªan los naturalistas, y que muchos de ellos sobreviv¨ªan con lo que les pagaba F¨¦lix.
La dif¨ªcil financiaci¨®n
Las fuentes de financiaci¨®n que permiten a los naturalistas vivir en el campo grandes temporadas sin necesidad de un empleo fijo son a veces de lo m¨¢s curioso. As¨ª, Grande del Br¨ªo compr¨® sus primeros prism¨¢ticos dando un concierto de rock al aire libre, aprovechando sus viejos conocimientos de cuando era guitarra en un conjunto musical, all¨¢ por los quince a?os; Garz¨®n tiene su beca de la UICN; Moreno dibuja. animales para diversas editoriales; Heredia cobraba del programa El hombre y la Tierra, y Ara¨²jo, de sus libros. Otros, como Ernesto Junco o Antonio Camoy¨¢n, se han convertido en maestros de la fotograf¨ªa de animales, y los menos, domo Hiraldo o Delibes, han conseguido a trav¨¦s de oposiciones el empleo de investigadores de la naturaleza del CSIC, la f¨®rmula ideal, pero dura, para cobrar estudiando animales.
Tambi¨¦n hay en Espa?a grandes naturalistas, como Alfredo Noval, que ha logrado combinar la forma de vida tradicional -su empleo fijo, como inspector de aduanas, y su familia, con cinco hijos- con una gran actividad en el campo, que se ha traducido en la publicaci¨®n masiva de libros de divulgaci¨®n de la naturaleza. Pero el caso de Noval es una excepci¨®n. Lo mismo que lo es el de los naturalistas que han logrado convertir su afici¨®n en profesi¨®n remunerada. Lo normal es que los aficionados a la naturaleza se debatan entre su pasi¨®n por salir al campo y sus obligaciones en la ciudad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.