La reforma de la suerte de varas desata las pasiones taurinas
Las pasiones taurinas se han desatado con el anuncio de un nuevo reglamento, principalmente porque algunos de los pol¨ªticos y profesionales que participan en su elaboraci¨®n han hecho saber que la normativa sobre la suerte de varas ser¨¢ de talante permisivo, se dejar¨¢ la medida del castigo del toro al arbitrio del matador, y no habr¨¢ obligaci¨®n de que las reses reciban, al menos, las tres varas actualmente reglamentarias. Aficionados, ganaderos, incluso veterinarios est¨¢n indignados ante la posibilidad de que esta reforma pueda llegar a aprobarse.
Los toreros, por regla general, son cautos al emitir sus opiniones acerca de la pretensi¨®n de suprimir, en el primer tercio, las tres varas. Lo j¨®venes que se consideran figuras, preferir¨ªan ser ellos quienes decidan el n¨²mero de puyazos que debe recibir el toro. "Por algo es mi toro", suelen decir. Pero se equivocan. No es su toro, sino el toro que les corresponde matar. El toro es del p¨²blico o, por mejor decir, del espect¨¢culo, de la lidia, en la cual deben producirse muchos lances y dirimirse muchas cuestiones antes de llegar a la faena de muleta y a la estocada. Por ejemplo, el toreo de capa, en sus distintas versiones; los quites, las banderillas, la suerte de varas, que todos los estamentos del toreo coinciden en definir como el tercio b¨¢sico de la lidia.
En esa suerte de varas es donde se ha de medir la bravura del toro, lo cual suscita el m¨¢ximo inter¨¦s del aficionado aut¨¦ntico y adem¨¢s es dato fundamental para el futuro de la ganader¨ªa. Es decir, que la suerte de varas no s¨®lo ahorma una res para posibilitar la faena de muleta y la muerte a estoque, sino que gu¨ªa todo el proceso de crianza y selecci¨®n del toro de lidia.
Por eso los diestros veteranos miden mucho sus palabras antes de determinar si "los tres puyazos" que ordena el reglamento a¨²n en vigor deben prevalecer o no. Para Andr¨¦s V¨¢zquez, todo es cuesti¨®n de profesionalidad y afici¨®n de los propios toreros: "Un polic¨ªa (lo digo pues los presidentes son polic¨ªas) normalmenmte no entiende de esto ni, desde su situaci¨®n en el tendido, puede apreciar las reacciones del toro. De manera que a mi juicio, en principio debiera ser el torero quien dirija la lidia. Entend¨¢monos: siempre que los toreros sean verdaderos profesionales y tengan aut¨¦ntica afici¨®n. Pero si no se da este caso, mejor es que el reglamento siga como est¨¢. Es demostrable -yo lo hice con el Batanero- que cuando se realiza la suerte seg¨²n los c¨¢nones , el picador conoce su oficio, se efect¨²a el quite a tiempo y el toro es normal, pueden colocarse tres, cuatro y hasta cinco varas"
"Se estrellar¨ªa el Derecho Romano"
El Viti no tiene opini¨®n concreta sobre este tema, que considera dificil¨ªsimo: "Hasta el Derecho Romano se estrellar¨ªa aqu¨ª. Lo ideal es un equilibrio entre los intereses de los distintos estamentos b¨¢sicos de la fiesta: torero, ganadero, p¨²blico y autoridad. Cada uno de estos tiene algo que decir y al tiempo coinciden en sus objetivos. Esos objetivos convergen en la perfecci¨®n, la cual se produce cuando el torero triunfa, el toro recibe el m¨ªnimo de tres varas y es bravo, el p¨²blico sale plenamente satisfecho de la plaza. Parece un sue?o, ?verdad?. De cualquier forma, yo apenas variar¨ªa el reglamento actual; bastar¨ªa matizarlo, siempre con fines de aclarar las normas, nunca de suprimirlas. Y esto lo digo consciente de que alguna vez he actuado en contra del reglamento y de ciertas decisiones de la autoridad. Cuando lo hice, s¨¦ que me equivoqu¨¦. El torero no debe ser el que mande en la lidia pues es joven y pasional. Debe mandar la autoridad, cuya sabidur¨ªa y sentido de la justicia le deben conducir a ser flexible en la aplicaci¨®n de lo legislado".
Un picador, Raimundo Rodr¨ªguez, cree tambi¨¦n en la posibilidad de las tres varas, aunque preferir¨ªa que no se fijara su n¨²mero: "Todo est¨¢ en funci¨®n del toro, pues los hay de tres varas, de siete y de una. Pero el p¨²blico ha de saber que no somos los picadores quienes mandamos en la suerte sino los espadas, a los cuales les obsesiona que actuemos r¨¢pido y sin brillantez. Si por ellos fuera (me refiero a los que no tienen torer¨ªa, que son muchos) no habr¨ªa ni quites, ni banderillas, ni puyazos en regla, ni nada, pues s¨®lo les importa la faena de muleta, y encia resulta que con la muleta torean de costadillo".
Los ganaderos piden que el caballo de picar pese menos, que peto y puya sean m¨¢s reducidos y, por supuesto, las tres varas como m¨ªnimo, pues es la ¨²nica forma de comprobar la bravura. "Una sola vara", dice Victorino Mart¨ªn, Ia toman hasta los bueyes de los carros; la bravura empieza a comprobarse a partir de la segunda y de la tercera, y esas ¨²nicamente las admite el toro de lidia. ?Qu¨¦ pretenden? ?Que con una vara se resuelva el tercio? Pues van a cargarse la fiesta. Quien haya propuesto que el torero determine el n¨²mero de puyazos o que pueda completarse el tercio con menos de tres, no es aficionado, ni entiende, y adem¨¢s es un insensato. Me gustar¨ªa echarme a la cara a los autores de semejante disparate".
Los aficionados manifiestan su indignaci¨®n por la presunta reforma. Los de la pe?a taurina Juvenil y los de la pe?a taurina Andanada se han dirigido por escrito a EL PAIS proclamando su oposici¨®n rotunda a una reforma del reglamento y sobre todo de la suerte de varas, por el riesgo de que pueda consagrar el puyazo ¨²nico.
El veterinario Ram¨®n Barga afirma que si se reduce el n¨²mero de puyazos la suerte se vendr¨¢ abajo: "Para que exista prueba de bravura, el toro debe entrar por lo menos tres veces al caballo; esto es inamovible. Lo que ocurre es que se debe lidiar de forma distinta a como viene haci¨¦ndose actualmente. El torero no puede permanecer pasivo mientras se produce el puyazo pues ha de ordenar que se mida el castigo y acudir pronto al quite. Tambi¨¦n hay que reducir el tama?o del peto y modificar la puya con su cruceta, que traumatizan las terminaciones nerviosas del toro. Adem¨¢s el puyazo debe ser en el morrillo, donde no se castigan zonas vitales del toro. Cuando lo clavan trasero, puede hasta matar: en la cuarta v¨¦rtebra dorsal existe un centro respiratorio, y si hiere ah¨ª hay riesgo de producir la par¨¢lisis respiratoria del animal.
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