Las cajas de ahorro se ahorran el ANE
A lo largo de las negociaciones del convenio colectivo de las cajas de ahorro, la Asociaci¨®n de Cajas para las Relaciones Laborales (ACARL), entidad patronal del sector, ha manifestado que, al no formar parte de la CEOE, el ANE no es de aplicaci¨®n en el mundo laboral de las cajas de ahorro. No se quiere aqu¨ª suscitar de nuevo la pol¨¦mica acerca de la eficacia general del ANE, tesis, como se sabe, suscrita por los sindicatos frente a la CEOE. Los autores reflexionan acerca de las causas y consecuencias de tal actitud, con independencia de la validez jur¨ªdica de aqu¨¦l.
Por encima de las valoraciones que se puedan hacer con respecto al ANE, nadie podr¨¢ negar su caracterizaci¨®n como acuerdo solidario que obliga a fuerzas sociales muy importantes, y al Gobierno en primer lugar. Del mismo modo, es obvio que configura una pol¨ªtica econ¨®mica determinada, por supuesto de alcance nacional. De ning¨²n modo, y por tanto, puede calificarse al ANE de acuerdo privado, sin mayor trascendencia.La pretensi¨®n de las cajas de ahorro de situarse al margen del mismo adquiere bajo estas premisas una singularidad que a nadie se le escapa. Las cajas, en efecto, por su especial naturaleza, no son un sector econ¨®mico privado m¨¢s. Por su especial tutela administrativa, por no tener accionistas, por tener estatutariamente como fin el servicio al inter¨¦s p¨²blico, etc¨¦tera, tienen una responsabilidad especial frente a la sociedad. Inhibirse, en el contexto de la crisis econ¨®mica actual, frente al ANE significa ponerse al margen del pa¨ªs y enfrentarse a los intereses de las clases trabajadoras y populares, de cuyo ahorro -parad¨®jicamente- nutren sus recursos.
?Tiene alg¨²n sentido esta decisi¨®n de las cajas de ahorro? Cuando todos los convenios colectivos, cuando la misma pol¨ªtica gubernamental y cuando, en general, todo el pa¨ªs gira en torno al ANE, ?qu¨¦ raz¨®n puede explicar est¨¢ desvinculaci¨®n?
La mala situaci¨®n econ¨®mica, las dificultades en las cuentas de resultados, desde luego que no, porque no son cuestiones que respondan a la realidad. Por citar un ejemplo, y seg¨²n datos del Banco de Espa?a, el crecimiento de los resultados, antes de impuestos, de las cajas ha sido superior a los de la banca privada en los ¨²ltimos a?os (exactamente, del orden del 21,1% en 1980 y 31,1% en 1979, en comparaci¨®n con el 11,8% y 13,3%, respectivamente, que ofrece la banca). A pesar de que las cajas tienen problemas para adaptarse al nuevo marco financiero, no existen, en modo alguno, dificultades econ¨®micas serias.
Por supuesto, no se trata de que las cajas quieran superar el ANE en la presente negociaci¨®n colectiva: su oferta econ¨®mica es del 9%, y est¨¢ claro que en ning¨²n momento van a superar el l¨ªmite del 11%. El problema sigue estando en los estamentos que, a pesar de las sucesivas reformas, siguen controlando las cajas. A ¨¦stas les hubiera sido m¨¢s sencillo decir, como lo hace la CEOE, por ejemplo, que el ANE ya estaba pactado, que no requiere desarrollo ulterior, que en este sector es posible crear empleo, etc¨¦tera. Pero no; prefieren decir que el ANE no les afecta, que las cajas son insolidarias con respecto al problema n¨²mero 1 del pa¨ªs: el paro.
Hay que constatar que esta actitud no es nueva, y por ello habl¨¢bamos anteriormente de qui¨¦n controla las cajas. Durante la dictadura, las cajas apoyaban sin reservas la pol¨ªtica gubernamental; m¨¢s a¨²n: eran parte consustancial de la misma. Con la transici¨®n democr¨¢tica, en cambio, parece como si su ¨²nico inter¨¦s fuera el mantener el poder y atacar la pol¨ªtica gubernamental, y no desde una perspectiva progresista precisamente. Con la transici¨®n democr¨¢tica, en efecto, las cajas plantean la liberalizaci¨®n de las inversiones, la no injerencia de los poderes p¨²blicos, como criterios de racionalidad y tan vitales para el Gobierno del pa¨ªs como son las cajas, objetivo perentorio del Real Decreto 2290 de Fuentes Quintana, que no obtuvo virtualidad alguna, cuando actualmente la politizaci¨®n de los ¨®rganos (directivos) de las mismas alcanza la cota m¨¢s alta de discordancia con el tejido social de nuestro proceso democr¨¢tico.
A grandes rasgos, la pol¨ªtica de las cajas en esta ¨¦poca m¨¢s inmediata se ha caracterizado por:
- Un r¨¢pido recorrido hacia una asimilaci¨®n de las caracter¨ªsticas de la banca?privada, la llamada bancarizaci¨®n, no en cuanto a t¨¦cnicas operativas, sino en lo que se refiere a vinculaciones y compromisos con la sociedad, cambiando su naturaleza por otra m¨¢s amorfa y propia de otras instituciones financieras.
- Una pol¨ªtica de expansi¨®n desmesurada, destinada seguramente a reforzar posiciones de hecho, que ha impedido, entre otras cosas, un abaratamiento del dinero y una retribuci¨®n adecuada al dinero de los ahorradores.
- Una febril actividad de fusiones y absorciones, buscando, como en el caso anterior, la consolidaci¨®n de grupos de poder, actividad, por otro lado, efectuada sin la m¨¢s m¨ªnima racionalidad
- Una constante y progresiva desvirtualizaci¨®n de las obras sociales, reduci¨¦ndolas a una cuesti¨®n de colosalismo que vende imagen o a una simple colaboraci¨®n propagand¨ªstica con otras entidades del signo m¨¢s variado.
- Huir, en resumen, de todo control racional por parte de los poderes p¨²blicos, rechazando inicialmente, por ejemplo, el programa trienal de vivienda y las directrices de la superpastoral del Banco de Espa?a, o bien, y es s¨®lo otro ejemplo, buscando huir del marco de los poderes auton¨®micos a trav¨¦s de la desnaturalizaci¨®n de la regionalizaci¨®n de las inversiones o de la expansi¨®n fuera de los l¨ªmites territoriales.
- El apoyo a determinados programas de inversiones, eminentemente productivos, que no generan puestos de trabajo, pero que conectan con los intereses de los grupos oligopol¨ªticos presentes en los ¨®rganos de gobierno de las cajas de ahorro. Un buen ejemplo de esto es la participaci¨®n de las mismas en el Plan Energ¨¦tico Nacional.
No postulamos en modo alguno que las cajas sean una sucursal gubernamental. Nadie propugna, por ahora, estatalizar las cajas. Pero cada vez van siendo m¨¢s los que quieren que estas entidades encuentren su lugar en la sociedad actual, y que, en concreto, su funci¨®n social (ineludible, dado su status semip¨²blico) se traduzca en su pol¨ªtica financiera y no en obras sociales de cuestionable eficacia y significado.
No hay m¨¢s remedio, en consecuencia, que concluir que la negativa de las cajas de ahorro a afrontar el ANE no es m¨¢s que una cuesti¨®n pol¨ªtica, derivada de sus especiales realidades de poder. Pero nadie va a ganar con esta actitud: ni los trabajadores del sector, ni las propias cajas, ni, mucho menos, nuestro pa¨ªs.
secretario general del Sindicato Estatal de Ahorro de UGT, y Virgilio Andr¨¦s Domenech, secretario general de la Agrupaci¨®n Estatal de Ahorro de CC OO.
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