Las elecciones andaluzas: una clarificaci¨®n pol¨ªtica / 1
Se ha especulado excesiva y, a mi modo de ver, nocivamente con el concepto de desencanto con el sistema democr¨¢tico, Poni¨¦ndolo en relaci¨®n con el aumento de la abstenci¨®n. Es digno de notar que se barajan para ello cantidades no homog¨¦neas, puesto que las elecciones de 1979 se celebraron con un censo aumentado con los electores. entre dieciocho y veinti¨²n a?os de edad que anteriormente no gozaban de derecho al voto. Esta incorporaci¨®n supuso un descenso del porcentaje de votantes, debido a la mayor propensi¨®n a la abstenci¨®n de este estrato y a los m¨²ltiples defectos de su incorporaci¨®n al censo. Por otro lado, las elecciones auton¨®micas son de naturaleza distinta a las generales, y no puede extra?ar una menor participaci¨®n en ellas. S¨ª se debe subrayar que, salvo en Galicia, en Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y Andaluc¨ªa, el n¨²mero de votantes en cifras absolutas en 1979 fue superior al de 1977.El n¨²mero total de electores y los porcentajes de participaci¨®n en Andaluc¨ªa son muy semejantes hasta el presente a los de Catalu?a. Por ello, creo que, con independencia de la disponibilidad de un censo actualizado, una participaci¨®n en torno a los 2.700.000 votantes, esto es, de un 60%, reflejar¨ªa un comportamiento normal'del electorado.
Partido de clase,"versus" partidos interclasistas
Toda simplificaci¨®n de la realidad comporta innumerables riesgos, y no es el menor de ellos el despertar la animosidad de quienes se ven sometidos al fen¨®meno reduccionista. Sin embargo, este procedimiento supone ciertas ventajas, fundamentalmente la claridad y por tanto la capacidad de formular algunas tesis generales, siempre que seamos capaces de someterlas a revisi¨®n cr¨ªtica.
?Es que se pretende decir que son lo mismo PSOE y HB, o AP y PNV? De ning¨²n modo. Pero lo que s¨ª parece desprenderse de los datos que nos proporcionan las elecciones hasta ahora celebradas es que existe una mayor facilidad en el electorado para cambiar de partido entre aquellos que considera m¨¢s pr¨®ximos en una estimaci¨®n axiol¨®gica y de modelo de sociedad, mientras que son m¨¢s reducidos los movimientos de cruce en tomo a la barrera representada por los t¨¦rminos marxismo-laicismo-clasismo. As¨ª las fuertes p¨¦rdidas sufridas por UCD en las elecciones auton¨®micas hasta ahora celebradas han beneficiado respectivamente a Convergencia, PNV y AP. Mientras que las p¨¦rdidas del PSOE han beneficiado a HB y EE en el Pa¨ªs Vasco, y al PSA en Catalu?a.
La estructura electoral andaluza
Es curioso resaltar que en las cuatro regiones consideradas hubo un incremento de votos para los partidos de clase en 1979 respecto de 1977, lo que parec¨ªa apuntar un cierto viraje a la izquierda de la sociedad espa?ola. Sin embargo, ese movimiento se ha invertido en las tres elecciones auton¨®micas celebradas, donde los partidos interclasistas han mejorado sus resultados, superando incluso los obtenidos en 1977 en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a.
Un an¨¢lisis comparativo de Andaluc¨ªa con el resto de las regiones pone en evidencia que se trata de la regi¨®n donde tienen una mayor fuerza y peso los partidos de clase. Por as¨ª decir, constituye la ant¨ªtesis de Galicia, donde el dominio de los partidos interclasistas es abrumador.
La primera inc¨®gnita que suscitan estas elecciones es si se reproducir¨¢ el fen¨®meno acontecido en el Pa¨ªs Vasco, Catalu?a y Galicia, en que la progresi¨®n de la izquierda de 1977 a 1979 se vio invertida en las elecciones auton¨®micas. Ello no parece probable, si se tiene en cuenta que en Andaluc¨ªa los partidos interclasistas carecen de una oferta regional de la fuerza que ten¨ªan en las otras regiones, encarnadas respectivamente en Garaikoetxea, Pujol y Fraga. Por contra, los partidos de clase pueden ofertar no s¨®lo l¨ªderes regionales como Escuredo, Uru?uela y Rojas Marcos, sino l¨ªderes nacionales como Felipe Gonz¨¢lez.
Por ello, el conjunto de los partidos de clases, es decir, PSOE, PCE y PSA, podr¨ªan alcanzar un porcentaje de 56%62% del total de votos v¨¢lidos. Si la cifra final rondase el 56%, ello supondr¨ªa una confirmaci¨®n de la tendencia regresiva de la izquierda, lo que tendr¨ªa enormes consecuencias cara al planteamiento de la campa?a de las elecciones generales. Por otro lado, si el resultado final se aproxima al 62% y los mayores crecimientos se dan en PSOE y PSA, es decir, aquellos partidos que presentan l¨ªderes de mayor carisma personal, habr¨ªa que convenir que el electorado espa?ol responde en mayor medida a la personalizaci¨®n de las ofertas electorales que al contenido program¨¢tico de las mismas o a la capacidad re¨¢l de gesti¨®n que representen.
Posibilidad de bloques electorales
?Es l¨ªcito deducir de estos datos que un sistema mayoritario ser¨ªa aconsejable para Espa?a, o en cualquier caso, que, como se preconiza desde determinados sectores, una coalici¨®n de la derecha podr¨ªa frenar la irresistible ascensi¨®n de los socialistas (hasta ahora s¨®lo acontecida en las encuestas y nunca en las urnas)?
Creo que una conclusi¨®n de ese tipo es profundamente desacertada. Con independencia de la enorme dificultad que puede suponer pretender hacer una coalici¨®n electoral de UCD, AP y PNV en el Pa¨ªs Vasco o con Convergencia en Catalu?a, tal an¨¢lisis olvida la importancia que tiene el denominado voto de rechazo, y que suele afectar con mayor fuerza a los partidos interclasistas que a los de clase. Basta recordar lo sucedido en Francia en las ¨²ltimas elecciones presidenciales en que los votos recolectados por Giscard y Ch¨ªrac en la primera vuelta superaron ampliamente a los conseguidos por Mitterrand y Marchais. Pero cuando en la segunda vuelta se oblig¨® a los franceses a optar s¨®lo entre Giscard y Mitterrand, un mill¨®n de votantes de Chirac prefirieron la abstenci¨®n o el candidato socialista antes que otorgar la victoria al odiado Giscard, que hab¨ªa tenido la osad¨ªa de combatir y vencer en la primera vuelta a su l¨ªder Chirac.
Sin irnos al pa¨ªs vecino, tenemos la experiencia que supuso la elecci¨®n municipal de abril de 1979 en Madrid. UCD hab¨ªa conseguido en la capital en las elecciones generales el 35% de los votos, mientras que CD al canzaba el 10% y UN el 5,5%. Es decir, te¨®ricamente, la derecha ten¨ªa la mayor¨ªa absoluta. Sin embargo, la retirada de CD y UN en beneficio de UCD en las municipales no se materializ¨® en acumulaci¨®n de votos, pues UCD s¨®lo consigui¨® el 41%, a pesar de una de las campa?as m¨¢s espectaculares y costosas que se han hecho en Espa?a, de la experiencia de Jos¨¦ Luis Alvarez como ex alcalde y del abandono a que someti¨® el PSOE a Tierno Galv¨¢n. El hecho fue que mientras UCD aumentaba en 28.000 votos respecto a las gene rales, el PSOE lo hac¨ªa en 76.000, y el PCE en 13.000.
Jos¨¦ Ram¨®n Caso es ex secretario de organizaci¨®n de UCD.
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