La universidad como servicio publico
Uno de los temas de conflicto en la ley de Autonom¨ªa Universitaria, que actualmente se debate en comisi¨®n, es la confrontaci¨®n entre universidad p¨²blica y universidades privadas. Para el autor del art¨ªculo, llamar universidad p¨²blica a lo que en realidad es universidad del Estadosupone ocultar el car¨¢cter clasista de ¨¦sta. Seguidamente, Francisco Alburquerque expone las condiciones que, a su juicio, deb¨ªa reunir una verdadera universidad para todo.
A m¨ª me parece claro que, en los t¨¦rminos actuales del debate sobre la universidad, tal como ¨¦ste se efect¨²a -y se hurta- desde el poder, no se est¨¢n contraponiendo esencialmente la universidad privada y la universidad p¨²blica, ya que, en los t¨¦rminos de dicho debate, repito, lo que se supone que se enfrenta es m¨¢s bien la universidad privada y la universidad del Estado. Y digo que se supone. porque aqu¨¦lla -la universidad privada de la Iglesia- viene funcionando ya, desde hace tiempo, al servicio del proyecto del Estado.Y como es sabido, este servicio al Estado -ya sea capitalista o socialista real-, siendo por definici¨®n un servicio p¨²blico, no lo es tal en la realidad, en el sentido de que se efect¨²e, efectivamente, en beneficio de todo el p¨²blico, sino que se realiza, al fin y al cabo, para garantizar la reproducci¨®n de las relaciones de poder cient¨ªfico, tecnol¨®gico, pol¨ªtico, ideol¨®gico, etc¨¦tera, de las clases hegem¨®nicas en la sociedad.
O sea, que la universidad del Estado es realmente una universidad privada, esto es, para beneficio de un grupo de clases sociales privilegiadas. que priva as¨ª de su uso a toda la sociedad y, b¨¢sicamente, a las clases campesinas, obreras y populares en general.
La universidad p¨²blica ser¨ªa -por el contrario a la universidad del Estado- la universidad de-y -para -todos, y s¨®lo podr¨ªa ser as¨ª si se cumplen algunos de los requisitos siguientes imprescindibles:
1. Disoluci¨®n de su actual configuraci¨®n burocratizada, que responde m¨¢s a un proyecto de Estado que a la atenci¨®n de las necesidades de potenciaci¨®n de las capacidades intelectivas y de aprendizaje de todos, y que imposibilita as¨ª el acceso a la oferta abierta de conocimientos y aprendizaje, derecho este que ha dejado de ser p¨²blico, es decir, de y para todos los p¨²blicos.
2. Eliminaci¨®n, pues, de los t¨ªtulos o curr¨ªculo cerrados en funci¨®n de la demanda de fuerza de trabajo que efect¨²a el sistema econ¨®mico. Un servicio verdaderamente p¨²blico de aprendizaje intelectivo no deber¨ªa estar tan condicionado por aquel sistema y deber¨ªa disponer de un absoluto margen de libertad para que aquel que lo desee utilizar lo haga con completa libertad a la hora de rellenar su respectivo curr¨ªculo.
3. Necesariamente con ello, eliminaci¨®n de la forma convencional de educaci¨®n cient¨ªfica, basada en libros de texto que ya incluyen lo que hay-que-saber, e incluso los problemas resueltos que los estudiantes deben repetir incansablemente y que no estimulan, en absoluto, una evaluaci¨®n por parte del estudiante ni les capacita para una discusi¨®n abierta en el debate intelectual y la indagaci¨®n cient¨ªfica, sino que simplemente les predispone mentalmente para la soluci¨®n de determinados tipos de problemas, de los que se supone deben ocuparse luego en el ejercicio activo de su papel de t¨¦cnicos o pol¨ªticos desde su parcela de poder, para lo que le faculta el t¨ªtulo correspondiente.
4. Absoluta gratuidad de dicho servicio p¨²blico, que deber¨ªa ser sufragado por los presupuestos generales del erario p¨²blico, d¨¢ndole total prioridad sobre las partidas encaminadas a posibilitar los gastos militares.
Es as¨ª que, efectivamente, entre una universidad privada y una universidad p¨²blica, la elecci¨®n no ofrecer¨ªa n¨ªnguna duda en favor de esta ¨²ltima. Mientras que la presunta oposici¨®n entre universidad privada y universidad del Estado ofrecer¨ªa -y exigir¨ªa- mayores valoraciones y cr¨ªticas que, sin embargo, uno no ve aparecer en escena por parte de la oposici¨®n al poder (?existe realmente tal cosa desde el espacio parlamentario?).
Es posible que si la izquierda se lo pensara un poco m¨¢s no fuera quiz¨¢ descabellado alentar, en esta coyuntura, la creaci¨®n de una universidad propia (y s¨®lo podr¨ªa ser privada) para ofrecerla cc,mp un servicio p¨²blico a travi:s del debate abierto a este y a tantos; otros temas y discusiones pendientes.
?O es que acaso en la universidad del Estado, y con la herencia de los catedr¨¢ticos y profesores numerarios del franquisimo, se va a lograr forzar en el futuro un debate intelectual abierto y reconvertir la universidad en un aut¨¦ntico servicio para-todo-el-p¨²blico?
Desde luego nada de todo esto es contemplado por mi como algo que est¨¦ entre lo inmediatamente posible. Pero ?acaso estarenios m¨¢s cerca de ello -y, consiguientemente, de una sociedad m¨¢s libre y menos intolerante- en el futuro si omitimos su planteamiento, ya? Mi convencimiento de que no ser¨¢ as¨ª me lleva a indicar todo lo que quedar¨¢ pendiente despu¨¦s de que esa imprescindible (?) LAU deje todo casi como estaba, es decir, mantenga absolutamente intacta la concepci¨®n y la vigencia de la universidad burocr¨¢tica, jerarquizada y autoritaria.
es profesor no numerario de la Universidad Complutense de Madrid desde 1970. Fue delegado estudiantil del Sindicato Democr¨¢tico de Estudiantes de la Universidad de Madrid (SDEUIW) a f¨ªnales de los a?os sesenta y representante de la Coordinadora General cle PNN de las Universidades del Estado Espa?ol hasta la liquidaci¨®n de ¨¦sta.
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