Stray Cats, el reino, de la simplicidad
"?Oh! ?No! La verdad es que los de la primera fila han sido los mismos los dos d¨ªas. Guapa gente, s¨ª". Esto es lo que dec¨ªa Brian Setzer, cantante, guitarra y l¨ªder de los Stray Cats tras haber actuado el pasado domingo en los gratuitos reales del Gran Musical y haber repetido a altas horas de la madrugada del lunes y a mil pesetas la entrada en Pach¨¢.En la ma?ana del domingo la calle de Atocha, a la altura de la discoteca Consulado, era un ir y venir casual de chaquetas de cuero, pelos engominados, indicativos sure?os apenas insinuados y vaqueros pasados por lej¨ªa. Los uno van as¨ª todo el a?o, los otros se disfrazaron para la ocasi¨®n, algunos m¨¢s miraban extasiados tanto lujo desde sus atuendos pulcramente dominicales. Todo para mayor gloria de este grupo de tres norteamericanos (Brian Setzer, 22 a?os, Slim Jim Phantom, tambores, 20 a?os y Lee Rocker, bajo de palo, 19 a?os) que dejaron Nueva York hace dos a?os para buscar un lugar al sol de la neblinosa Inglaterra. Ellos hac¨ªan (y a¨²n hacen) el m¨¢s antiguo de los estilos del rock, el rockabilly, y lo ponen al d¨ªa y triunfan con ¨¦l.
Pepe Ca?averas destilaba sus ¨²ltimas exhortaciones al p¨²blico de Ia SER mientras el presente procuraba pasar de sus palabras. Luego, repentinamente, algo comienza a sonar, algo que no pod¨ªa surgir del m¨ªnimo instrumental que se observa sobre el escenario El pelo inflado de laca, tatuajes en los brazos, energ¨ªa de buena ma?ana y un regreso apresurado a las fuentes del rock. Brian Setzer canta y toca su antigua Gretsch arranc¨¢ndole punteos que deben su primera paternidad a Buddy Holly Eddle Cochran o Seotty Moore Es el centro geogr¨¢fico y raz¨®n de ser del grupo pero no est¨¢ solo.
A su izquierda se sit¨²a un chico que parece el menos malo y que se acuesta en el contrabajo, se arrodilla en ¨¦l, lo coge como una guitarra, lo arrastra malamente, lo hace sufrir... y sonar. Pero la gran atracci¨®n es Slim Jim Phantom. Sus poderes: un bombo, un plato, una caja, dos palillos y guantes negros. Con esos parcos elementos este largo fantasma marca uno de los ritmos m¨¢s infecciosos que se hayan generado en el rock desde hace muchos, muchos a?os. Ni siquiera se sienta y puede moverse y saltar y emitir alaridos... "Antes sol¨ªa utilizar muchos tambores y platos, ahora he ido reduci¨¦ndolo al m¨ªnimo, tal y como ocurr¨ªa en los primeros tiempos del rockabilly. As¨ª el grupo tiene un elemento m¨¢s capaz de moverse, animar, ser otro punto de atenci¨®n".
Todo result¨® perfecto y al cabo de m¨¢s de media hora las calles volvieron a llenarse de gente que ahora sal¨ªa tarareando Runaway Boys, Wasn't That Good o Rock This Town. Era el reino de la simplicidad. "Es lo que m¨¢s valoramos. Pensamos, adem¨¢s, que es un valor en s¨ª mismo, capaz de llegar a la gente de manera mucho m¨¢s directa". Tan directa, tanto, que el Pach¨¢ se vi¨® inundado por gentes que no suelen degustar sus copas de lujo, por gentes que no est¨¢n acostumbradas a que sus compa?eros de diversi¨®n lleven pistolas (como as¨ª suced¨ªa) y que volvieron a disfrutar como locos con el ritmo b¨¢sico y el entusiasmo de estos nuevos h¨¦roes.
Luego ya eran las tantas de la madrugada. Stray Cats peleaban con su representante de gira, se peleaban entre ellos mismos y cuando entramos en su camerino un alma buena se ofreci¨® guardarnos la c¨¢mara, "porque los chicos son al¨¦rgicos a estos chismes". Luego no fue para tanto, s¨®lo que todos est¨¢bamos medio dormidos y completamente agotados. Pero a¨²n as¨ª les pudimos escuchar alguna frase: "Triunfamos porque somos j¨®venes, porque hacemos rock y porque muchos est¨¢n hartos de m¨²sica electr¨®nica y est¨²pida. Por eso".
Babelia
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