La divisi¨®n entre los grandes de la banca permite abrir al p¨²blico el mercado de la deuda a corto plazo del Tesoro
La deuda p¨²blica a corto plazo, tras varios meses de negociaciones tensas e infructuosas entre la banca y la Administraci¨®n, comenzar¨¢ a ser subastada por primera vez entre el p¨²blico el pr¨®ximo d¨ªa 27. La decisi¨®n, que podr¨ªa ser refrendada mediante decreto por el pr¨®ximo Consejo de Ministros, supone un importante paso en el proceso de liberalizaci¨®n del sistema financiero; aunque a corto plazo le puede resultar algo m¨¢s caro al Tesoro colocar entre el p¨²blico estas emisiones y renunciar a un aseguramiento ventajoso por parte de la banca.
La deuda a corto (t¨ªtulos a 6 meses o 1 a?o) se emitir¨¢n con un tope m¨ªnimo de 10 millones de pesetas. Las condiciones t¨¦cnicas de la regulaci¨®n todav¨ªa no est¨¢n perfiladas, pero muy probablemente existan f¨®rmulas legales para la fragmentaci¨®n en participaciones m¨¢s peque?as de estos topes m¨ªnimos. Para 1981 hay prevista la emisi¨®n de 120.000 millones y deber¨¢n renegociarse otros 30.000 correspondientes al pasado ejercicio.La deuda a corto, t¨¦cnicamente denominada pagar¨¦s del Tesoro, se empieza a emitir a finales de 198L La introducci¨®n de este tipo de deuda a corto, en vigor desde hace a?os en muchos pa¨ªses, se produjo pese a la oposici¨®n de la gran banca. La necesidad de abaratar en alguna medida la financiaci¨®n de los crecientes d¨¦ficits p¨²blicos llev¨® al Gobierno a regular estas nuevas emisiones, que sustituyen parcialmente con ventaja (menor pago de intereses) a los bonos del Tesoro y certificados de dep¨®sitos. La Administraci¨®n, no obstante, restringi¨® este mercado de la deuda a corto en 1981 (se emitieron 30.000 millones de pesetas) a instituciones financieras. Con ello se daba la satisfacci¨®n, en alguna medida, a los planteamientos de la banca.
El Gobierno no renunci¨® nunca, sin embargo, a la apertura al p¨²blico de este mercado de renta fija a corto. La programaci¨®n de 120.000 millones de este tipo de deuda, en la Ley de Presupuestos del Estado para 1982, como un instrumento m¨¢s de financiaci¨®n del alto d¨¦ficit p¨²blico previsto, volvi¨® a reavivar la pol¨¦mica. Cualificados representantes de la banca advirtieron nuevamente que la apertura al p¨²blico de estas emisiones, a su juicio, provocar¨ªa un encarecimiento de sus pasivos. En este clima se iniciaron una serie de contactos entre representantes de los ministerios de Hacienda, Econom¨ªa y Comercio y Banco de Espa?a con los representantes de la banca. El aseguramiento de la deuda p¨²blica a medio y largo plazo por la banca, y la necesidad de unas relaciones fluidas entre ¨¦sta y las autoridades monetarias, facilitaba en alguna medida estas conversaciones entre Administraci¨®n y banqueros sobre la deuda a corto.
Los 150.000 millones previstos para 1982 (los 120.000 presupuestados m¨¢s otros 30.000 correspondientes a la renegociaci¨®n de las emisiones de 1981), pese a su magnitud, se presentaron en las negociaciones -en palabras de un banquero- "m¨¢s como un tema de fuero, que de huevo". El deseo compartido de llegar a un acuerdo condujo, en la tercera semana de enero, a un gran acercamiento: la banca ofreci¨® asegurar la deuda a corto y la discusi¨®n se centr¨® sobre el tipo de inter¨¦s -banda del 12 al 13- de aseguramiento. Las declaraciones del Gobernador del Banco de Espa?a, Jos¨¦ Ram¨®n Alvarez Rendueles, en Gij¨®n, favorables a la apertura al p¨²blico de esta deuda, la filtraci¨®n de este principio de acuerdo en la prensa (vease EL PAIS del 23 de enero), y el duro comunicado del PSOE sobre este tema ("No abrir al p¨²blico la deuda a corto ser¨ªa una claudicaci¨®n m¨¢s del Gobierno ante la banca"), volvieron a radicalizar y distanciar las posturas de la Administraci¨®n y los bancos.
Notables ausencias
El 1 de febrero los presidentes de los mayores bancos del pa¨ªs, en el marco de los almuerzos peri¨®dicos que celebran entre ellos, acordaron asegurar las emisiones de deuda a corto al 12%, siempre que no se abriera este mercado al p¨²blico. El acuerdo se tom¨® en ausencia de los presidentes del Banco Central, Alfonso Escamez, y del Banco de Santander, Emilio Bot¨ªn, que no pudieron acudir aquel d¨ªa al almuerzo. El acuerdo, como luego han demostrado los acontecimientos, no fu¨¦ muy firme. A estas alturas de las negociaciones, tras el comunicado del PSOE. para muchos la deuda a corto se hab¨ªa convertido sobre todo en un problema de imagen.
Para el Banco Central, por ejemplo, hab¨ªa que dejar que la deuda a corto fuera al p¨²blico. Las declaraciones del PSOE hab¨ªan convertido estas negociaciones en una suerte de pulso entre la banca y la Administraci¨®n de cara a la opini¨®n p¨²blica que no era conveniente para nadie. Ni el Gobierno pod¨ªa consentir que se interpretara el aseguramiento como una claudicaci¨®n ante la banca, ni ¨¦sta -que en el fondo presta un servicio a la Administraci¨®n- debe admitir que se malinterprete su actitud y se la acuse p¨²blicamente de coaccionar al Gobierno. Cercanos a esta posici¨®n, aunque m¨¢s dubitativos, se encontraban los representantes del Bilbao, Vizcaya y Santander. En la postura opuesta se encontraban otras entidades, cuyo representante m¨¢s significativo fu¨¦ el presidente del Banco Espa?ol de Cr¨¦dito, Jos¨¦ Maria Aguirre.
La divisi¨®n entre los grandes bancos provoc¨® la pr¨¢ctica ruptura, en las sesiones del lunes y martes pasado, de las negociaciones con la Administraci¨®n. Esta, en las ¨²ltimas reuniones, hab¨ªa intentado conseguir sobre todo, m¨¢s all¨¢ de la apertura o no de este mercado, un precio ventajoso (algo menor que el del mercado de letras) para sus emisiones de deuda a corto.
El presidente del Banco Urquijo, Jaime Carvajal, en un almuerzo con periodistas, calific¨® la apertura al p¨²blico de la deuda a corto como "una medida de modernizaci¨®n del sistema financiero".
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