Cartas a Ana
Sabr¨¢s por la presente, Anabel¨¦n, que ha empezado el proceso de lo obvio, auto sacramental de la obviedad, que hay que probar hablando y con papeles lo que todos ya vimos por el v¨ªdeo.La justicia est¨¢ bien, que conste en acta, las cosas por su sitio, ya lo ves, m¨¢s voto a Dios que espanta esta grandeza y que diera un dobl¨®n por describilla. El gran ceremonial de la obviedad, el atestado de lo ya sabido, hay que probar que estamos de rodillas o que la Espa?a entera, como el Guti, padece una rodilla por la espalda, que la quieren doblar y no se deja. Veamos la ceremonia tautol¨®gica, y la demostraci¨®n ya demostrada. Claro que hay que hacer esto por su orden, pero el pueblo juzg¨® por el invento. Al pueblo se le dopa con la tele, mas la tele se vuelve contra ellos (aparte de la foto del colega, aqu¨ª el gran Barriopedro, frente al guardia). Mas la tele se vuelve contra ellos, como te iba diciendo, Anabel¨¦n, porque un d¨ªa, entre cremas y champ¨²es, entre nocillas, entre telefilmes, aparece la Historia en dos canales, 625 l¨ªneas rectas que dicen co?o, la palabra clave, interrumpiendo as¨ª el largo discurso en palcolor o lo que rayos sea, basado en el buen Orden detergente. Palabra esp¨²rea, taco maltronante, por el que un buen burgu¨¦s se pega un tiro, un personaje de don Lauro Olmo. As¨ª en una pel¨ªcula de Saura, Alvarito de Luna, falso facha, estalla la comedia familiar gritando putas, putas con su voz de Algarrobo y hombre bueno. Les traicion¨®, muchacha, esa palabra, desbarat¨® el discurso del ?se sienten?, el Discurso del Orden, que es desorden.
T¨² y yo estuvimos, Ana, lo recuerdas, en la clave del arco de la Historia, scalextric de Atocha, mill¨®n y medio o m¨¢s de madrile?os. Y quedaron juzgados ya los actos, porque la tele nos hab¨ªa hechojueces, la tele que utilizan para el rollo les traicion¨® de pronto, imparcial v¨ªdeo, d¨¢ndonos el rev¨¦s de sus verdades, la mentira violenta que ejercitan. Sabr¨¢s por la presente, Anabel¨¦n, que ha comenzado el funeral por todos, el juicio bien llevado, inevitable, protocolo de nada, tautolog¨ªa solemne, el don de la obviedad, la ratificaci¨®n de lo ya visto. Poco importan las penas, las palabras: importa el ceremonial repetitivo, la escenificaci¨®n de otro febrero. La vil televisi¨®n, el ?medio fr¨ªo? (que dec¨ªa McLuhan), un d¨ªa se hizo caliente, salt¨® a tiros. Por fin una verdad en veinte a?os de gris textualidad manipulada. La contrahistoria con pistola en mano, la Espa?a de la rabia sin ideas, lo que saben los astros, v¨ªa sat¨¦lite, un hombre que es ecuestre sin caballo (confesaba ignorar lo de Pav¨ªa, siendo de su carrera, de su especialidad, por m¨¢s detalle). Hab¨ªa que meter todo en un infolio, hab¨ªa que meter todo en mil infollos, eso est¨¢ bien para que conste en acta. Sabr¨¢s, Anabel¨¦n, gach¨ª, muchacha, que si no consta en acta no ha ocurrido. La rebeli¨®n de las m¨¢quinas (se hablaba mucho de eso hace unos a?os: t¨² andabas de coletas por la infancia), luego ha sido verdad, tal d¨ªa hizo un a?o. La m¨¢quina locuaz, la teletonta, frigor¨ªfico que habla, horrible invento, ha dicho la verdad, como los tontos, mostr¨® al se?or Mellado hecho un valiente, y a Su¨¢rez y a Carrillo, ambos muy tiesos. Hay que matizar eso, lo evidente, ?avista enga?a mucho, calma, calma. Ha empezado la pompa y circunstancia, ?sientes una rodilla en los ri?ones? Lo viste por la telle y ah¨ª te duele. Hab¨ªa que hacer un juicio, o sea normal.
Sabr¨¢s por la presente, Anabel¨¦n, de.los ritos y ritmos de la tribu. No existe la verdad sin escribanos. T¨² y yo gritamos desde, el scalextric, puente de los suspiros nacionales. Pero la realidad descalabrante se hace soluble en lentos protocolos. El hecho se adelgaza en un infolio. Y el pueblo es visceral, poco solvente.
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