Recuerdos de un ensayo
"Ya he tocado casi todo el repertorio para violonchelo y en cambio me queda por descubrir casi todo el campo sinf¨®nico y oper¨ªstico". As¨ª justifica Mstislav Rostropovich su actividad como director de orquesta, nacida tras acompa?ar frecuentemente el piano a su mujer. Efectivamente, su repertorio y grabaciones como chelista es muy extenso: el agradecido concierto de Dvorak, del que posee m¨¢s de cinco versiones; el de Saint-Sa?ns, con el que debut¨® a los diez a?os, durante una gira internacional de su escuela; los de Schumann, Dutilleux, Haydn, el doble concierto de Brahms y el triple de Beethoven, las obras compuestas para ¨¦l por Britten, Prokofiev, Shostakovich, Lutoslawski, Messiaen, etc¨¦tera.Es, sin lugar a dudas, el primer solista de chelo. Su sonido se caracteriza por una gran libertad y redondez, as¨ª como por la anchura y profundidad de la l¨ªnea mel¨®dica...
"Piense en la inmensidad de la estepa rusa y toque la melod¨ªa como si nunca dejase de flotar a lo largo y ancho de ella", le indica al trompa de la orquesta con la que ensaya el segundo movimiento de la Quinta sinfon¨ªa de Chaikovski. Ese mismo vuelo mel¨®dico, tan propio de su chelo, lo intenta transmitir a la orquesta mediante un sutil y expresivo ejemplo. Quiz¨¢ ese tema dulce, atractivo y melanc¨®lico le recuerde a ¨¦l tambi¨¦n la Rusia que abandon¨®, junto a su mujer, hace ya ocho a?os, y cuya m¨²sica es uno de los pilares en su actividad como director. Las sinfon¨ªas de Chaikovski; la Scherezade, de Rimsky; Glinka, Mussorgski, Borodin, etc¨¦tera, figuran entre sus mejores aportaciones. All¨ª en donde predominan las partes l¨ªricas, coloristas, y de ra¨ªz popular es donde Rostropovich se encuentra m¨¢s a gusto. "Esos dos piccicatos han de sonar como si se descorchase una botella de champa?a", orienta a la cuerda durante el vals del tercer tiempo.
Este enfoque de complementar las estrictas indicaciones t¨¦cnicas de la partitura con sugerentes y personal,es visiones sonoras les agrada a los profesores de la orquesta. El lo sabe, lo ha ido aprendiendo desde que a los catorce a?os sustituy¨® a su difunto padre en las clases de chelo que ¨¦ste impart¨ªal en la escuela de Orenberg. Despu¨¦s, como alumno en el Conservatorio de Mosc¨², y con profesores como Shostakovich, Shebalin y Kozulupov, pudo apreciar la importancia de las figuras imaginativas para sugerir un determinado sonido. Estas orientaciones las ha aplicado a las numerosas orquestas que ha dirigido y con las que ha grabado discos: Filarm¨®nica de Berl¨ªn (selecciones de ballets), Saint Martin in the Fields (Bach, Haydn, Haendel, Vivaldi, Pergolesi.. .), Par¨ªs (Rimsky, Glinka, Borodin ... ), Filarm¨®nica de Londres (Dvorak, Chaikovski, Shostakovich, etc¨¦tera) y la Sinf¨®nica de Washington, de la que es titular desde 1977 y con la que ha grabado el Segundo concierto para piano, de Chopin; el de Schumann y el Concierto para viol¨ªn, de Chaikovski.
"Este pasaje de las maderas ha de sonar grotesco, como una panda de ni?os saltando y jugando". Es el ¨²ltimo tiempo de la sinfon¨ªa, y el ejemplo tal vez le recuerde el coro de ni?os jugando en la iglesia durante el acto primero de Tosca, obra que le es muy querida a su mujer, quien desde su butaca observa el ensayo y medita su participaci¨®n en un ciclo de canciones. Ambos han grabado Tosca juntos, despu¨¦s de cantarla en Par¨ªs, Munich, Nueva York..., pero las cr¨ªticas y la acogida del p¨²blico han sido negativas. El temperamento de Puccini no le va a Rostropovich. Ha sido una excepci¨®n, pues sus otras publicaciones oper¨ªsticas han merecido elogios: Eugenio Oneguin, La dama de picas y, muy especialmente, la Lady Macbeth, de Shostakovich, que ambos han resucitado.
El ensayo se ha terminado y el maestro se dirige al camar¨ªn tras recibir las felicitaciones de los miembros de la orquesta. Sin duda obtendr¨¢ un marcado ¨¦xito en el posterior concierto, pero no podr¨¢ evitar el que se comente: "S¨ª; pero qu¨¦ pena que no haya tocado alguno de los conciertos para chelo".
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