Fuerte oposici¨®n a las explotaciones de minas de carb¨®n a cielo abierto en el alto Bierzo
La proliferaci¨®n de minas de carb¨®n a cielo abierto en la localidad leonesa de Tremor de Arriba, a unos 45 kil¨®metros de Ponferrada, est¨¢ provocando la destrucci¨®n de numerosos montes comunales y amenazando, en algunos casos, la seguridad de bloques de viviendas situados en la misma ladera de las explotaciones. El riesgo de desprendimiento de piedras de hasta diez toneladas, desde 150 metros de altura, y en una pendiente de 45 grados, arrastradas por la nieve o la lluvia, oblig¨® a las autoridades locales a plantearse, hace ya dos meses, una posible evacuaci¨®n de dichas viviendas, ocupadas en su mayor parte por inmigrantes portugueses. Las explotaciones mineras a cielo abierto proliferan en todo El Bierzo con el disgusto de las poblaciones que pierden, con ellas, puestos de trabajo, y asisten al destrozo de los montes.
El Ayuntamiento de Ig¨¹e?a, al que pertenece Tremor, ha congelado la concesi¨®n de nuevos permisos de explotaci¨®n en su ¨¢rea de influencia, mientras estudia la posibilidad de imponer fuertes tasas a las minas con el fin de obligarlas a reparar los destrozos. Para el alcalde, Laudino Garc¨ªa, del PCE, "el problema es que est¨¢n destruyendo el pueblo", sin que el municipio disponga de recursos para paliar el problema. "Nosotros", a?ade, "Podr¨ªamos paralizar ahora mismo todos los desmontes por falta de licencia municipal, pero no queremos hacerlo si despu¨¦s nos obligan a darles la licencia a cambio de nada".Por este motivo, el Ayuntamiento pretende imponer un impuesto especial a las minas, que por primera vez ser¨¢n incluidas, a efectos legales, en el conjunto de industrias insalubres, nocivas o peligrosas. Adem¨¢s, la concesi¨®n de licencias a las explotaciones a cielo abierto quedar¨¢ condicionada a un dep¨®sito previo "de uno o dos millones de pesetas, como m¨ªnimo", para garantizar la restauraci¨®n de los montes.
En parecidos t¨¦rminos se expresa el presidente de la junta vecinal de Tremor, Jos¨¦ Cabaleiro, seg¨²n el cual el pueblo tiene ocupados por las minas en estos momentos cerca de 700.000 metros cuadrados de terreno entre explotaciones subterr¨¢neas, fincas particulares y comunales. Los ingresos de la junta por este concepto se han limitado hasta ahora a percibir una media de catorce pesetas por metro cuadrado, "de una sola vez y seg¨²n las tasaciones del Icona, que, por su parte, se lleva el 15%." El cobro de estas cantidades resulta adem¨¢s problem¨¢tico para los vecinos: "Primero comienzan a explotar y luego hay que obligarles a pedir los permisos".
Pero el problema m¨¢s espectacular que han causado las minas a cielo abierto en Tremor ha sido de seguridad p¨²blica. A mediados del pasado mes de diciembre se desprendieron de uno de los montes, por causa de las lluvias, "miles de metros c¨²bicos de piedras y tierra", que llegaron hasta los primeros pisos de dos bloques de viviendas -ochenta en total-situadas a unos 150 metros por debajo de la explotaci¨®n. El hecho de que el accidente ocurriera de d¨ªa facilit¨® la retirada de los materiales y los planes de evacuaci¨®n de los vecinos, amenazados, adem¨¢s de por el lodo, por una enorme piedra de cerca de diez toneladas que estaba a punto de desprenderse ladera abajo. Parad¨®jicamente, un informe de la Jefatura de Minas de Le¨®n, dependiente del Ministerio de Industria, hab¨ªa garantizado seis meses antes que, en contra de las advertencias del Ayuntamiento, no exist¨ªa ning¨²n riesgo para tales viviendas.
Estas, por su parte, se encuentran en una situaci¨®n no menos irregular que las minas, al haber sido constru¨ªdas hace veintid¨®s a?os por la patronal minera con financiaci¨®n del Instituto nacional de la Vivienda. La crisis de los a?os setenta provoc¨® el cierre y, posteriormente, el cambio de titularidad de numerosas empresas de la zona, con lo que los bloques quedaron abandonados y declarados en ruina. La reactiva ci¨®n del sector en ¨¦poca reciente hizo que los inmigrantes portugueses se asentaron en ellas por el sistema de la "patada en la puerta", habit¨¢nidolas para su uso part¨ªcular. Todav¨ªa hoy se desconoce qui¨¦n es su propietario legal, y los mineros se limitan a traspasarlas de unos a otros con precios que se aproximan al mill¨®n de pesetas, sin ning¨²n tip¨® de contrato, alegando que ven den exclusivamente los muebles.
Los proyectos, del Ayuntamiento de Ig¨¹e?a, y de la junta vecinal de Tremor se contemplan con preocupaci¨®n en me dios empresariales, que temen medidas similares en otros municipios de las cuencas mineras de Le¨®n, controlados en gran parte por socialistas y comunistas. En principio, los empresarios niegan deber nada a los vecinos y aseguran que sus explotaciones a cielo abierto ser¨¢n reparadas una vez que dejen de ser rentables y, con secuentemente, se cierren. Sobre la seguridad de las viviendas antes citadas, se insiste en su estado de ruina y en la responsabilidad municipal de dejar que sean habitadas mientras no se aclare su titularidad.
El enfrentamiento entre los ayuntamientos y las empresas tiene, como tel¨®n de fondo, seg¨²n reconocen ambas partes, las dificultades por las que atraviesa el sector de antracitas, integrado mayoritariamente por peque?os y medianos empresarios frente a la gran patronal de la hulla. Este enfrentamiento tiene tambi¨¦n otras derivaciones: las minas a cielo abierto restringen la actividad agr¨ªcola y ganadera en la zona, de la que dependen los jubilados por enfermedades profesionales de la miner¨ªa (silicosis) y se ve agravado por un tercer fen¨®meno: la inmigraci¨®n de mano de obra desde Portugal, Cabo Verde y Pakist¨¢n, entre otras nacionalidades, que frena el poder reivindicativo de la poblaci¨®n aut¨®ctona, mientras las minas a cielo abierto reducen dr¨¢sticamente la oferta de puestos de trabajo. "Una m¨¢quina excavadora", dicen los vecinos, "hace el trabajo de treinta mineros en una mina subterr¨¢nea".
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