A por tabaco
Entre la algidez protocolaria del juicio ese que est¨¢ pasando, a uno le ha conmovido, por fin, el detalle humano, m¨ªnimo, callejero y usadero: el capit¨¢n Rom¨¢n se sum¨® a lo de Tejero cuando iba a comprar tabaco. Francisco Ignacio Rom¨¢n afirma que no particip¨® en la preparaci¨®n de los hechos, sino que al ir a comprar tabaco vio salir varios autobuses del Cuerpo y se subi¨® al ¨²ltimo, en marcha, pensando en un atentado. En prevenci¨®n de este atentado, mand¨® a los guardias del coche rodear el Congreso. Seg¨²n declaraci¨®n, no supo el motivo por el que estaban all¨ª. Parece que luego desobedeci¨® a un general, al que no hab¨ªa identificado, y entonces se le arrest¨®.Obviamente, no entro ni salgo en este tema particular ni en el tema general del caso 23/J/F. Ram¨ªrez, ya que nadie sino los jueces debe hacerlo. Quiz¨¢ el capit¨¢n Rom¨¢n fue v¨ªctima de un exceso de casualidades de gag de cine mudo, pero es que a veces la vida se comporta como el cine mudo o como el telefilme. El gran Lezama Lima invent¨® la teor¨ªa de las "Eras imaginarias". Ahora, Montesinos reedita los cuentos l¨ªricos, prodigiosos, de Lezama, quiz¨¢ para que nuestros consumeros literarios se vayan enterando de lo que es narraci¨®n l¨ªrica. En Espa?a vivimos perpetuamente en una Era imaginaria (todos los esfuerzos intelectuales, institucionistas y progresistas, hasta la presente transici¨®n, no son sino una necesidad de reconquistar la Era real/actual). As¨ª, la irrealidad costumbrista de "ir a comprar tabaco" ha sido coartada para muchas cosas, para divorciarse entre otras, antes de que viniera el t¨ªo Paco Ord¨®?ez con la rebaja matrimonial.
Mejor que La Rota o los platos rotos, aqu¨ª se divorcia uno bajando por tabaco y no volviendo jam¨¢s. El gran escritor Rafael Azcona, secuestrado por el cine, ten¨ªa una novia paliza, y entonces ¨¦l, una tarde, no sabiendo c¨®mo cortar el rollo, tom¨® un tranv¨ªa en marcha que pasaba delante de ellos, y hasta hoy. (Era el Madrid a¨²n l¨ªrico de los tranv¨ªas/esquifes, amarillos o rojos, que pon¨ªan un brochazo de velocidad en el gris carlotercista e ilustrado de Colmenar.) Es lo mismo del tabaco. Ya digo que pasa uno bastante, como es debido, de Tejero/F, pero el caso, cierto o incierto, del capit¨¢n Rom¨¢n le ha conmovido a uno en lo que uno tiene de "primorista de lo vulgar", como Ortega dijo de Azor¨ªn, o de "psic¨®logo de las cosas", como Azor¨ªn dijo de Ram¨®n. Inventada o real, la an¨¦cdota explica nada menos que todas nuestras "Eras imaginarias" y todo el siglo XIX espa?ol de los motines, pronunciamientos y asonadas, Era imaginaria que no compromete a nada, pues que en el Servicio Geogr¨¢fico no se est¨¢ juzgando al XIX ni al cura Santa Cruz, aunque a veces lo parezca. Aqu¨ª, la guerra y el amor siempre se han hecho as¨ª: yendo a por tabaco. Muchos bajaron a por tabaco en la cocamacola del 36, se metieron en e? mogoll¨®n y ya toda la vida fumando picadura o p¨®lvora, seg¨²n de la parte que les tocase. A la santa esposa se la enga?a bajando a por tabaco y todo el XIX, guerracivilista y contrarrevolucionario, ha sido una gran chapuza, un mot¨ªn mal hecho, un golpe de Estado mal dado, tan mal dado que, ya en el XX, Don Alfonso XIII tuvo que d¨¢rselo a s¨ª mismo, porque los golpistas no sab¨ªan, dej¨¢ndose "dictar" por Primo de Rivera.
Aqu¨ª se ha querido conquistar el Estado como se atraca un estanco, en el XIX. No entro ni salgo en razones ni sinrazones. S¨®lo digo que releyendo el XIX, de Fern¨¢ndez Almagro a Valle-Incl¨¢n, los cuartelazos se quedaban en un "bajar a por tabaco". Lo que no han sabido nunca, estos fumadores, es llevar bien un estanco. Ni siquiera un estanco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.