Mstislav Rostropovich: el violoncelista se hace director
Versi¨®n de la "Quinta sinfon¨ªa", de Shostakovich. Obras de Wagner y Schumann.Orquesta Sinf¨®nica Nacional de Washington. Director: M. Rostropovich.
Teatro Real. 25 de febrero.
Para celebrar sus bodas de oro, la Orquesta Sinf¨®nica Nacional de Washington ha llevado a cabo una gira por Europa. Aqu¨ª la escuchamos directamente durante el II Festival de Am¨¦rica y Espa?a 1967, dirigida por su titular de entonces, Howard Mitchell, por el colombiano Guillermo Espinosa y por el espa?ol Enrique Garc¨ªa Asensio, director adjunto de la agrupaci¨®n por haber ganado el Premio Mitropoulos.
De entonces a hoy, la Sinf¨®nica Nacional ha avanzado notablemente. No ser¨¢ una de las primeras de Estados Unidos, que a su vez lo son del mundo, pero s¨ª un conjunto excelente, de manera particular en sus cuerdas y metales.
Posee verdadero virtuosismo, como lo demostr¨® en los encores de bravura (Paganini, Prokofiev) y en la alta ejecuci¨®n que realiz¨® de todo el programa, de modo especial¨ªsimo en la Quinta sinfon¨ªa de Shostakovich.
Mstislav Rostropovich (Bak¨², 1927) es uno de los grandes mitos musicales de nuestro tiempo, una figura legendaria, que pasea por el mundo su prestigio y su fama, convertido casi en su propia estatua de homenaje.
Es cierto que desde el asunto Solyenitsin (1973), su posterior salida de su patria y el acuerdo del Soviet Supremo despoj¨¢ndole de su ciudadan¨ªa por cometer "actos que da?an el prestigio de la URSS" (1978), a la justa nombrad¨ªa musical se a?adieron los reflejos propios de la acci¨®n pol¨ªtica.
Cualesquiera que sean las reacciones que despierte su actitud extramusical, resulta indiscutible que Rostropovich hab¨ªa erigido, entre el aplauso de todos, su m¨ªtica estatua sobre el pedestal de sus excepcionales valores musicales y, concretamente, sobre sus excepcionales cualidades de violoncelista. Como tal, la figura de Rostropovich supone un. hito en toda la historia del violoncelismo mundial.
Sin abandonar su carrera de instrumentista, virtuoso m¨¢ximo en lo t¨¦cnico y en lo conceptual, Rostropovich fue definiendo su vocaci¨®n de director.
Le fue f¨¢cil acceder a los podios de las grandes agrupaciones sinf¨®nicas dado su incuestionable m¨¦rito como violoncelista, y desde 1977 se convirti¨® en maestro titular de la Sinf¨®nica Nacional de Washington, con Fr¨¹hbeck de Burgos actuando como principal invitado.
El instinto y el saber musical de Rostropovich no pod¨ªan fallar frente al mult¨¢nime instrumento que es la orquesta. Todo cuando hace est¨¢ impulsado por un criterio exigente y por una fuerza expresiva, de la que ahora hizo gala en su esplendorosa traducci¨®n de la Quinta sinfon¨ªa de Shostakovich, que nos pareci¨® m¨¢s cargada de belleza y de tensi¨®n que nunca. Menos efectiva result¨® su visi¨®n -o su realizaci¨®n- de la Segunda sinfon¨ªa de Schumann, hermoso puente entre el romanticismo de Mendelssohn y el posromanticismo de Mendelssohn y el posromanticismo de Brahms. A veces la planificaci¨®n no se consigui¨® (comienzo del primer tiempo), la tensi¨®n fue d¨¦bil o la l¨ªrica, poco expansiva (movimiento adagio espressivo).
En todo caso, es m¨¢s que dudoso que Rostropovich hubiera alcanzado el prestigio que hoy tiene s¨®lo en su calidad de director.
Como tal, es un buen maestro: serio, brillante, apasionado. Como violoncelista es pr¨¢cticamente ¨²nico. De modo que el amplio pedestal de una gran orquesta sinf¨®nica, como la Nacional de Washington, se torna feble para defender la estatua del m¨²sico-director de Aserbaiy¨¢n, en tanto el violoncelo, cuando suena en manos de Rostropovich, mantiene con elevaci¨®n y fortaleza el verdadero gran monumento, de vitalidad tan consistente como la piedra, de sonoridad incomparable y totalmente plena de belleza.
El teatro Real hirvi¨® de entusiasmo: el que se merece Rostropovich como m¨²sico y el que despierta como mito situado al margen de cualquier an¨¢lisis razonado y, como tal, aclamado con mayor entrega que discernimiento.
El Festival de Iberm¨²sica 82, abierto con los preludios de Lohengrin, proseguir¨¢ el mes de abril con las actuaciones de la Academia St. Martin in the Fields, el Coro Bach y Collegium Musicum de Munich; tres conciertos de la Sinf¨®nica de Londres, con el director Abbado y los solistas Zimerman y Price, cerrar¨¢n el ciclo a finales de mayo.
Babelia
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