Progreso de las ideas socialistas
Nadie ha de poner en duda que el comunismo se encuentra en crisis, y que esta crisis trasciende el ¨¢rea de los pa¨ªses donde rige el llamado "socialismo real" para afectar a casi la totalidad de los partidos comunistas del mundo. Que esta situaci¨®n cr¨ªtica sea el presagio de su decadencia irreversible o un punto de inflexi¨®n en el movimiento, separa a los autores que participan en el debate. La p¨¦rdida de influencia del marxismo en . Occidente, y el evidente desmayo en la afecci¨®n doctrinaria que conlleva, configuran un panorama de declinaci¨®n al que se suma el desprestigio pol¨ªtico de la URSS - antiguo paradigma- despu¨¦s de acciones como la primavera checoslovaca o el invierno polaco, y tras la revelaci¨®n de sus "gulags" internos. Pero aceptadas estas circunstancias que inciden hoy sobre el comunismo, ?cu¨¢l es el an¨¢lisis de su crisis? y ?cu¨¢l el diagn¨®stico sobre su porvenir? Los juicios que aqu¨ª se emiten muestran el fuerte grado de disensi¨®n sobre su presente y su futuro.La situaci¨®n en Polonia ha despertado un apasionamiento leg¨ªtimo, pero, al mismo tiempo, una campa?a equ¨ªvoca que presenta la situaci¨®n en los pa¨ªses socialistas bajo un prisma apocal¨ªptico y falaz.Las medidas de excepci¨®n adoptadas en Polonia, que han significado la supresi¨®n de las libertades fundamentales y han provocado reclusiones y muertes, son ciertamente graves. Constituyen el resultado de una situaci¨®n hist¨®rica compleja debida, a la vez, a los errores de los dirigentes de ese pa¨ªs y a los excesos demag¨®gicos de ciertos dirigentes de solidaridad.
La marcha hacia una mayor democratizaci¨®n es una necesidad ineludible. Un verdadero amigo de Polonia s¨®lo puede desear que el pa¨ªs escape a un enfrentamiento sangriento y reemprenda inmediatamente el camino de las reformas necesarias.
Pero la violenta campa?a desencadenada por determinados medios de comunicaci¨®n del mundo occidental se propone menos la concesi¨®n de una ayuda real a Polonia que el tratar de hundirla en el caos y desacreditar al mundo socialista, pintado con todos los colores del averno.
Esta campa?a pasa por alto dos cosas fundamentales:
1. Silencio el hecho de que Polonia, desde el advenimiento del r¨¦gimen socialista, se ha convertido en la duod¨¦cima potencia industrial del mundo.
2. Presenta a la Polonia del pasado como un pa¨ªs de lumbreras, olvidando piadosamente la miseria, el analfabetismo, los pogroms, la dictadura de Pildsuski y la de los coroneles aliados de Hitler, que en 1538 se repartieron en Munich los restos de Checoslovaquia.
La situaci¨®n en Polonia, por grave que sea, no puede hacer olvidar que los pa¨ªses socialistas poseen hoy d¨ªa en el mundo un peso econ¨®mico y pol¨ªtico cada vez mayor. Son pa¨ªses que han obtenido resultados importantes en cuanto a nivel de vida y pleno empleo, seguridad social y sanidad, educaci¨®n e investigaci¨®n, derechos de los trabajadores, etc¨¦tera.
Las dificultades reales a las que han de enfrentarse son de dos ¨®rdenes: por un lado, tales dificultades son el resultado de su retraso hist¨®rico original; no puede olvidarse, por ejemplo, el hecho de que, en 1913, s¨®lo el 6% de la poblaci¨®n rusa viv¨ªa en ciudades de m¨¢s de 100.000 habitantes, y que tres cuartas partes de la misma era analfabeta. Para un pueblo, resulta siempre muy dif¨ªcil pasar del mujik al sputnik. Sesenta y cinco a?os son un per¨ªodo considerable para una vida humana, pero es muy poco en la escala de la historia, tanto m¨¢s cuanto que los resultados obtenidos lo han sido a pesar de las guerras civiles, las intervenciones extranjeras, una guerra que ha causado veinte millones de muertos y la carga actual de la carrera de armamentos.
Apocalipsis y derechos humanos
Por otro lado, estas dificultades se deben a una serie de contradicciones nacidas del desarrollo interno de las propias sociedades socialistas. En la fase hist¨®rica actual, aunque sea bajo formas diversas, estas sociedades se enfrentan con la necesidad de responder mejor a esa exigencia universal de la que el soc¨ªalismo es portador, y que consiste en democratizar la vida social, econ¨®mica y pol¨ªtica. Cabe pensar que la orientaci¨®n del mundo en el transcurso de las pr¨®ximas d¨¦cadas depender¨¢, en una porci¨®n importante, de las respuestas que se encuentren a estas cuestiones en los pa¨ªses socialistas. Pero los problemas que experimentan los pa¨ªses socialistas no pueden hacer olvidar, a un observador imparcial, la gravedad de la crisis que sacude al mundo capitalista.
Primero, en el plano econ¨®mico: diez millones de parados en Estados Unidos, una cifra similar en la Comunidad Econ¨®mica Europea, tres millones en el Reino Unido, m¨¢s de dos millones en Francia y en Italia, 1.700.000 en Alemania Federal, 1.200.000 en Jap¨®n, con un total de veinticinco millones en los pa¨ªses de la OCDE. ?Por qu¨¦ extra?a alquimia se transforma la riqueza en miseria en los pa¨ªses altamente industrializados?
En lo que respecta al tema de las libertades, es cierto que existe en los pa¨ªses capitalistas una experienc¨ªa democr¨¢tica que no debe subestimarse y que, en lo esencial, ha sido fruto de las conquistas populares; pero ello no nos hace olvidar el car¨¢cter profundamente hip¨®crita de la campa?a orquestada actualmente sobre los derechos humanos. El Gobierno de Estados Unidos, que se erige en adalid de la campa?a, ?ha podido olvidar Apocalypse nov, los dos millones de muertos de Vietnam, el haber lanzado sobre ese pa¨ªs el doble de bombas que se lanzaron en todos los teatros de operaciones durante la segunda guerra mundial? ?Olvidar¨¢ que fue el inspirador del derrocamiento del Gobierno Allende en Chile, que apoya en casi todos los rincones del mundo los reg¨ªmenes dictatoriales, desde Corea del Sur a Turqu¨ªa, pasando por Africa del Sur, Guatemala, Tahit¨ª y El Salvador, y que el Washington Post acaba de desvelar que la CIA prepara un plan de intervenci¨®n en Am¨¦rica Central y Cuba?
Hay que observar con m¨¢s atenci¨®n eso que tanto est¨¢ influyendo en la evoluci¨®n del mundo actual, m¨¢s all¨¢ de las contradicciones y de los retrocesos moment¨¢neos, y que es el progreso de las ideas socialistas y la ascensi¨®n de los movimientos de liberaci¨®n nacional. ?Cu¨¢ntos son los pueblos hasta ayer mismo sojuzgados por el imperialismo que han conquistado su independencia en el curso de las ultimas d¨¦cadas?
Estamos viviendo la ¨¦poca de las revoluciones. Se trata de un movimiento caracterizado por una extrema diversidad de condiciones, de tradiciones, de niveles de vida, de mentalidades, de necesidades espec¨ªficas. No tiene nada de lineal, pero es un testimonio de la crec¨ªente aspiracion de los pueblos al socialismo.
Y si esta diversidad, inevitable dada la amplitud planetaria del movimiento, es una fuente de contradicciones, es tambi¨¦n un signo de riqueza. La abundancia de experiencias es la prueba de que los pueblos se consagran cada vez m¨¢s en la b¨²squeda de una via original para construir una sociedad nueva.
Resulta cada vez m¨¢s evidente que cada pa¨ªs llegar¨¢ al socialismo teniendo en cuenta su propia historia, sus propios medios, su nivel t¨¦cnico y cultural. El socialismo no es un producto de importaci¨®n, como acaba de se?alar en¨¦rgicamente el congreso del Partido Comunista franc¨¦s: el socialismo con los colores de Francia no puede ser un socialismo prefabricado fuera y repintido con la ense?a tricolor; s¨®lo puede ser un socialismo concebido y construido en Francia, por y para los franceses.
Lejos de conducir al repliegvie de las fuerzas revolucionarias, ],a diversidad de formas de lucha debe contribuir, en definitiva, a reforzar la solidaridad rec¨ªproca sobre unas bases claras. Bajo este punto de vista, algunos comentaristas aseguran que el eurocomunismo ha muerto. No lo creo en absoluto. El eurocomunismo es una de las expresiones del movimiento revolucionario mundial, que ha introducido un elemento enriquecedor siempre y cuando no pretenda autoerigirse en modelo.
Sean cuales fuesen las divergencias actuales entre los partidos que se proclaman eurocomunistas, siguen enfrent¨¢ndose con el mismo problema fundamental que les plantea la historia: hallar la v¨ªa de construcci¨®n del socialismo en un pa¨ªs industrial desarrollado, teniendo en cuenta las tradiciones de cada pa¨ªs y los ditos que proporciona el movimiento revolucionario en todo el mundo.
Esta v¨ªa hacia un socialismo democr¨¢tico no puede por menos de ser democr¨¢tica, conservando celosamente toda la experiencia hist¨®rica de las libertades, enriqueci¨¦ndola y d¨¢ndole una nueva dimensi¨®n a la medida de nuestro tiempo.
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