La violencia de los 'camaradas negros'
La tensi¨®n del encuentro se relaja por el brote irreprimible del chiste f¨¢cil. El bar que sirve de referencia para la cita se llama Blas: "No, no es por el jefe, pero no est¨¢ mal la coincidencia. De todas maneras, aqu¨ª vamos a estar inc¨®modos. Si te parece, mejor nos acercamos al pub, que es un sitio neutral".En la acera de enfrente, el edificio que alberga la sede de Fuerza Nueva parece cerrado a cal y canto. Los peatones esquivan, de forma casi imperceptible, la cercan¨ªa de las macizas verjas de hierro adomadas por la legendaria rudeza de sus defensores. En el trayecto hasta el pub de Santa B¨¢rbara es preciso atravesar un tramo bordeado por el bar donde desayunan y copean los fuerzanovistas y, al otro costado, por una camioneta repleta de pegatinas, casetes, revistas y llaveros con toda la gama de signos fascistas.
El compa?ero de paseo proporciona una seguridad previamente ignorada. No es preciso, as¨ª acompa?ado, obligar a los ojos a que adopten una mirada casual ni imprimir a los andares la marcha relajada del paseante. La mirada entonces advierte detalles del paisaje que antes pasaban inadvertidos: a¨²n quedan restos de los carteles que avisaban a melenudos, homosexuales y chicas con pantalones ce?idos de que se abstuvieran de cruzar la zona, y redescubre tambi¨¦n la acogedora arquitectura de los edificios de la calle de Monte Esquinza.
Repanchigado ya en el sof¨¢, paladea el primer sorbo de cubalibre y pasa a exponer, sin m¨¢s dilaci¨®n, sus condiciones:
-No se menciona mi nombre, no hay fotos y no hay magnet¨®fonos.
Resulta muy dif¨ªcil saber si la mirada de satisfacci¨®n que acompa?a a sus palabras tiene su origen en la posici¨®n de ventaja negociadora o en el dominio del medio que se manifiesta al detallar todas las posibles f¨®rmulas de identificaci¨®n eliminadas. El aplomo con que se expresa elimina el inc¨®modo tr¨¢mite de tener que explicar al detalle cu¨¢l es el fin ¨²ltimo de la entrevista.
-Puedes, por ejemplo, llamarme Camarada X.
Se relaja con la exhibici¨®n de ingenio y repite la broma varias veces, golpe¨¢ndose los muslos con las dos manos: "Camarada X, ja, ja, Camarada X", entre grandes risotadas, que se reproducir¨¢n invariablemente, a lo largo de la conversaci¨®n, cada vez que surja el nombrecito.
-Tengo 36 a?os, soy madrile?o y estudi¨¦ Derecho, pero lo dej¨¦ en tercero. Mis padres me sacaron de la universidad cuando los de la FUDE empezaron a pegar palizas a la gente de Defensa Universitaria. A uno de los camaradas casi le matan a palos en la Casa de Campo. A otros, en la misma facultad. Dej¨¦ la pol¨ªtica por alg¨²n tiempo, pero me met¨ª en Fuerza Nueva en 1975, poco antes de la muerte de Franco. Falange no me interesaba, porque no eran m¨¢s que un grupo de nost¨¢lgicos, sin nada nuevo que ofrecer. Y luego estaban los de la aut¨¦ntica, que se cre¨ªan que pod¨ªan andar jugando a ser de izquierdas, cuando la Falange siempre se defini¨® como algo que no era un partido pol¨ªtico.
Se introduce un corte, que aprovecha para apurar los restos del primer cubalibre y demandar un repuesto al camarero. Repite el gesto de paladear, pero de inmediato se larga la mitad del vaso sin contener una mirada astuta de ojillos picarones.
-?Que no entre en la doctrina? Pues vale. T¨² sabr¨¢s lo que quieres que te cuente. ?De mi trabajo? Bueno... no he tenido ninguno as¨ª, en particular. He hecho cosas, nunca nada fijo. ?Que si he cobrado de Pres¨ªdencia del Gobierno? No, hombre. Eso lo hac¨ªan Assiego y Jos¨¦ de las Heras. A De las Heras le conoc¨ªa mucho porque era el jefe en la universidad. Luego cobraba un sueldo en pago a sus m¨¦ritos. No, yo prefer¨ªa antes vivir de mis padres, o de alguna t¨ªa, que del sueldo de Presidencia... ?Que no? Oye, yo no miento. Si no te miento en una cosa, no te voy a mentir en otra. Cuando me ha dado la gana, he vivido de t¨ªas. Pero no de chulo, ni se te ocurra poner eso, que eran t¨ªas normales, que trabajaban en sus cosas, y yo tampoco es que fuera a sacarles el jugo. A todas las pagaba de alguna manera, ?eh?
Y vuelve a re¨ªrse, dando palmetazos en los muslos. Y vuelve a apurar el cubalibre y a pedir otro.
-Tienes pasta, ?no? Lo menos que puedes hacer es pagarme los cubalibres, que luego t¨² cobras la exclusiva, porque esto es una exclusiva. No, pero sin bromas, no vayas a poner nada que parezca que soy un chulo. Por un rato dejamos lo de mis trabajos, ?vale? Lo del Frente de la Juventud fue m¨¢s o menos a finales de 1978. Jos¨¦ de las Heras, que era abogado de Fuerza Nueva, y Alfonso Lavandeira, que era el jefe de Prensa, fueron los m¨¢s destacados de la escisi¨®n. Hab¨ªa problemas de muchos tipos, pero, sobre todo, que pens¨¢bamos que la pol¨ªtica de Blas Pi?ar era demasiado blanda. De las Heras se llev¨® algunos papeles y nos declararon la guerra a muerte. Pero nos ten¨ªan miedo, porque nos hab¨ªamos llevado a los m¨¢s combativos, gente dispuesta a casi todo, como Juan Ignacio Gonz¨¢lez, el que mataron a tiros en su casa, luego hablamos de eso. Bueno, pues la gente de Fuerza Joven se ven¨ªa con nosotros en cuanto les llam¨¢bamos, porque all¨ª no hac¨ªan casi de nada. Cuando el asalto a la facultad de Derecho llev¨¢bamos con nosotros a bastantes de FN. Luego, en Fuerza Nueva no quer¨ªan saber nada y empezaron a buscar como locos dentro para ver qui¨¦n estaba con nosotros. Se pensaban que les ten¨ªamos infiltrados, y era s¨®lo que los chicos ten¨ªan ganas de actuar porque parec¨ªa que les regal¨¢bamos la universidad a los rojos.
Infiltrados
Es la hora de la exhibic¨ª¨®n. Durante varios minutos, una colecci¨®n de huesos torcidos y peque?as cicatrices se pasea por los recovecos de su memoria. Para rematar, un largo tajo en el vientre. "?Y sabes qu¨¦ es esto? Pues la apendicitis". Vuelven las risotadas y el trago largo. Alrededor, los clientes se vuelven, alterado su sentido del pudor por los gritos y las carcajadas que emite, acompa?ados por el juego de sacar y meter la camisa, abrocharse y desabrocharse el cintur¨®n. Sin transici¨®n, adopta un aire sereno y explica que unas se?ales que tiene en los nudillos se las hizo pegando un pu?etazo, y que un ligero corte en la cara procede de un navajazo de un militante de Fuerza Nueva.
-Es que las cosas ya comenzaron a desmadrarse. Yo no creo que estuviera mal planteado el tema de la combatividad, sobre todo, porque nos atra¨ªamos gente; pero es que ya no se controlaba a nadie all¨ª dentro. Pas¨® lo del comunista en la calle de Goya, que le mataron chavales nuestros, y pas¨® lo del Retiro. Una cosa era realizar acciones serias y planificadas y otra muy diferente que cada uno se pusiera a dar palos y navajazos por su cuenta. La gente, los m¨¢s serios, empezaron a marcharse. Y, para colmo, los de Fuerza Nueva decidieron quitarnos de la calle. Una vez hasta nos mataron un t¨ªo en una pelea, creo que fue en Murcia, o en Valencia. Yo me sal¨ª por entonces, porque el Frente ya no ten¨ªa nada dentro, s¨®lo planes de atracos y cosas as¨ª deb¨ªa haber infiltrados, porque cuando la polic¨ªa quiso, desmantel¨® toda la organizaci¨®n y cogi¨® un mont¨®n de armamento. Pero yo creo que dejan que siga existiendo, para tener controlados a los que se echan a la calle. Cada vez que alguien de Falange o de Fuerza Nueva quer¨ªa hacer algo, se pon¨ªa en contacto con el Frente. Acab¨® pasando que cada vez que hab¨ªa un atentado, hab¨ªa alguien del FJ en el ajo.
Yolanda Gonz¨¢lez
No se le altera el gesto con el recuerdo del asesinato de Yolanda Gonz¨¢lez. Entre los procesados, como presunto inductor, figura el que era jefe de seguridad de FN, David Mart¨ªnez Loza. Dibuja sobre la mesa unos c¨ªrculos con el culo del vaso y tarda, contraviniendo su locuacidad, en encontrar una respuesta.
-Eso est¨¢ sub iudice. De ah¨ª no puedo contarte nada, porque adem¨¢s no s¨¦ nada.
La insistencia s¨®lo sirve para que amenace con abandonar la amistosa charla: "Yo te cuento cosas, pero no soy ning¨²n sopl¨®n. Adem¨¢s, no s¨¦ nada". Zanja la cuesti¨®n de manera contundente:
-Los otros grupos, como las JNR, o la Nueva Guardia de Espa?a, o los de Primera L¨ªnea de Falange, no son apenas nadie. Jos¨¦ Antonio Assiego les ha querido organizar para armarla buena, pero le han cortado las alas. Les ha pasado como al Frente de la Juventud, pero,sin tener la importancia que tuvo ¨¦ste. Assiego es un desmandado y un loco, que piensa que se puede hacer de un d¨ªa para otro la vuelta de la tortilla. ?S¨¢nchez Covisa y Alberto Royuela? Son dos cantama?anas. No s¨¦ por qu¨¦ os ocup¨¢is tanto de ellos en la Prensa. No son los peligrosos. Lo son mucho m¨¢s Assiego y De las Heras, que tienen gente detr¨¢s. Los otros dos act¨²an como principiantes.
Cuesti¨®n de principios
-Yo volv¨ª por eso a Fuerza Nueva. Son los ¨²nicos que tienen una visi¨®n de m¨¢s largo plazo. En los grupos que te he dicho no hay m¨¢s que un principio: la acci¨®n. Salen a la calle formados y se l¨ªan a tortas, a veces, entre ellos mismos. Y a la hora de las tortas, los ¨²n¨ªcos que tendr¨ªamos organizaci¨®n de verdad ser¨ªamos los de Fuerza Nueva, que tenemos m¨¢s gente y mejor encuadrada. Los otros se pasan el d¨ªa cambiando de grupo, porque no tienen una estrategia.
Paladea la palabra estrategia como paladea el nuevo cubalibre. "?Tienes pelas, verdad?" Da varios sorbos cortos y, entre uno y otro, repite con voz queda: "No tienen estrategia
-?Que cu¨¢l es nuestra estrategia? Pues muy simple: crecer m¨¢s hasta tener la calle en nuestras manos. No, no; no a base de tortas, sino de estar ah¨ª. La universidad, por ejemplo. Dentro de poco vamos a ser el grupo m¨¢s numeroso, m¨¢s que los rojos. Luego, en los sindicatos, hay una quiebra de los sindicatos comunistas y socialistas. Y no paramos de crecer, ¨¢ pesar de que Assiego lo ha hecho muy mal y nos ha dejado con el culo al aire. Mira: el pacto de los sindicatos con la patronal nos abre camino, porque demuestra nuestra concepci¨®n del sindicato vertical como la mejor. ?Que pare de doctrina? Pues s¨ª no te cuento la doctrina, no s¨¦ c¨®mo te vas a enterar de nada. Mira, para explic¨¢rtelo m¨¢s f¨¢cil: queremos ser como los misinos en Italia. Los de Falange van a venir a nosotros en cuanto se mueran Gir¨®n y Fern¨¢ndez Cuesta. S¨®lo tienen figuras viejas. No tienen estrategia, no t¨ªenen estrategia. S¨®lo tienen principios, y se dedican a leer los textos de Franco y Jos¨¦ Antonio como papagayos. Por eso tienen que aguantar que Blas Pi?ar lleve la voz cantante, no ya en el Parlamento, que est¨¢ solo, sino tambi¨¦n en la calle.
T¨¦cnica period¨ªstica
Frunce el ce?o y vuelve a la mirada de astucia. Se comporta como un conocedor. "Esto parece como en las pel¨ªculas, que los periodistas dan de beber a la gente para que hable. Pero conmigo, ni se te ocurra pensarlo. Te cuento las cosas porque quiero". Y se extiende en una larga perorata sobre la Prensa y c¨®mo debe estar regulada. Es un escape moment¨¢neo para tomar fuerzas y m¨¢s cubalibre.
-?Quieres que te hable m¨¢s de m¨ª? -dice, ya con el habla titubeante de una borrachera mediana-. Mira: yo he sido la leche. Me he dado de bofetadas por todas partes, pero ahora pienso que hay que hacer otras cosas. Por eso estoy en Fuerza Nueva, porque hay estrategia. ?No quieres tampoco que hable de estrategia? No querr¨¢s que te cuente mi vida privada, porque es privada, ?sabes? ?Que de qu¨¦ vivo ahora? Pues de aqu¨ª y de all¨¢. De cosas sueltas. No tengo mucho dinero. No tengo ni para pacar las copas... T¨² pareces una camarera de barra, que est¨¢s todav¨ªa con la primera. Ya, bueno,, est¨¢s trabajando. Pero yo trabajo mejor si bebo unas copas. Si, s¨ª, claro, cuando trabajo; pero no te enrolles, a ver si vamos a acabar mal la tarde.
El hilo se va perdiendo. El camarada X se enreda progresivamente en una mara?a de estrategias con sabor a coca-cola y ginebra de la buena.
En un momento propicio, la conversaci¨®n se aplaza para otro d¨ªa. Contempla con pu, dor c¨®mo la cuenta se salda y hace un t¨ªmido gesto de tocarse la cartera. Luego insiste en hacer parte del camino juntos. La tarde cae y unas figuras se desplazan erguidas por el centro de la calzada sin atender a los veh¨ªculos, que se ven obligados a disminuir la marcha, para penetrar en el bar que fianquea la camioneta cargada de parafemalia triunfalista. Al llegar a la altura del bar insiste:
-Si quieres conocer a unos camaradas... Pero no digas qui¨¦n eres. Nos podemos tomar la espuela.
Acoge la negativa sin ninguna ira y, ya a distancia, grita:
-La estrategia es la clave.
Monte Esquinza vuelve a ser una calle de andares casuales y miradas perdidas de paseante que ignora d¨®nde se encuentra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.