La imaginaci¨®n comunicativa de Aldo Ceccato
El milan¨¦s Aldo Ceccato, formado en Italia y Alemania, ha alcanzado, en plena juventud, un puesto importante entre los directores actuales. Cuatro a?os al frente de la Sinf¨®nica de Detroit, muchas actividades europeas y americanas de opera y concierto y, al fin, la titularidad de la Filarm¨®nica de Hamburgo son datos suficientes para abonar una trayectoria altamente positiva.Quiz¨¢ una de las razones del ¨¦xito de Ceccato estribe en su temperamento fuertemente mediterr¨¢neo, que busca por igual claridad e intensidad expresiva, buen orden de perspectivas y pasi¨®n encauzada. Todo ello a trav¨¦s de un sentido del color sonoro capaz de ani mar todas sus versiones.
Ahora, Ceccato, al frente de la Orquesta Nacional, ha evidencia do sus virtudes, tanto al salvar m¨²sicas de mejor oficio y ret¨®rica que inter¨¦s de contenido Una saga, de Sibelius- cuanto al traducir con gran viveza e imaginaci¨®n pl¨¢stica los cuadros de Petruc hka. Frente a la artesan¨ªa amable del finland¨¦s, la genialidad desbordante de Stravinski, suponen bue contraste entre dos compositores coet¨¢neos. (Por supuesto, no debe juzgarse a Sibelius por una obr como el poema Una saga cuando en otras se eleva a mayor categor¨ªa, dentro de su romanticismo rezagado.)
Petruchka, de Stravinski
Obras de Prokofiev y Sibefius. Orquesta NacionaL Director: A. Ceccato. Pianista: H. Guti¨¦rrez. Teatro Real. D¨ªas 26, 27 y 28 de febrero.
Ante uno y ante otro, Aldo Ceccato luci¨® algo m¨¢s que buen hacer. Yo sustituir¨ªa el concepto por un feliz hacer, ya que el maestro italiano parece gozar al contacto con la m¨²sica, bien sea una sinfo n¨ªa, un melodrama o unas improvisaciones al piano, incluidas la jazz¨ªsticas. De donde se desprende una comunicatividad tan ver¨ªdica como efectiva.
El pianista cubano, nacionalizado estadounidense, Horacio Guti¨¦rrez, otras veces aplaudido en Madrid, volvi¨® a lucir su rutilante t¨¦cnica en el segundo concierto de Sergio Prokofiev, p¨¢gina, como es sabido, en la que domina la intenci¨®n virtuos¨ªstica de quien entorices (1913) compatibilizaba sus condiciones de gran pianista con las de compositor. (Hace muy bien Ram¨®n Barce al recordar el caso Rachmaninov en sus notas de programa.)
M¨¢s vac¨ªo de contenido que otros conciertos del mismo Prolcofiev, el segundo sirvi¨®, sin embargo, para que Horacio Guti¨¦rrez desplegase todo su poder¨ªo y se hiciera aplaudir entusi¨¢sticamente por los habituales de los viernes. No menores fueron las ovaciones dedicadas al director Ceccato, especialmente al terminar su interpretaci¨®n del ballet stravinsiciano.
Babelia
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