Debate pol¨ªtico en Francia sobre la crisis de la televisi¨®n
La crisis de la televisi¨®n francesa, cada d¨ªa m¨¢s aguda, provoca en este pa¨ªs un profundo y amplio debate sobre la evoluci¨®n de los medios audiovisuales. La nueva reforma de los estatutos del monopolio estatal, que estudiar¨¢ el mes pr¨®ximo el Consejo de Ministros, no es seguro que aborde lo que los especialistas consideran como el centro neur¨¢lgico de todos los males que aquejan a la televisi¨®n controlada por el Gobierno: si es posible que un monopolio, m¨¢s o menos burocratizado por el poder pol¨ªtico, favorezca la evoluci¨®n normal de un medio de creaci¨®n como lo es la televisi¨®n.
La televisi¨®n francesa a¨²n no ha cumplido los cuarenta a?os de edad. Actualmente existen en el pa¨ªs dieciocho millones de televisores. Se calcula que la ve el 95% de los 54 millones de habitantes, y, hasta la fecha, la radio y la televisi¨®n estatales han sido objeto de cinco reformas. De hecho, cada acontecimiento pol¨ªtico importante ha creado la necesidad de cambiar sus estatutos y funcionamiento. La derecha, como la izquierda, ha defendido siempre id¨¦nticos principios: mantenimiento del monopolio y, paralelamente, rechazo de la televisi¨®n privada.Voluntad de que la televisi¨®n sirva para "informar, divertir y educar", lo que, parad¨®jicamente, al mismo tiempo no les ha impedido a todos los poderes pol¨ªticos desconfiar siempre de los gustos del p¨²blico. Y otros dos postulados, comunes a todo el personal pol¨ªtico galo: que la televisi¨®n sirva para promocionar la cultura francesa y garantizar su independencia respecto al poder.
Desde que el presidente, Fran?ois Mitterrand, entr¨® en funciones, el cambio milagroso no se ha producido, y cada cual culpa de ello a quien le conviene. Para unos, ocurre simplemente que el nuevo poder, paso a paso, est¨¢ imitando a los anteriores, es decir, que se est¨¢ apoderando de la televisi¨®n para convertirla en su instrumento de propaganda pol¨ªtica. No pocos, en el seno de la mayor¨ªa mitterrandista, creen que, por el contrario, la televisi¨®n no ha cambiado porque el poder no ha ca¨ªdo encima de ella como una rueda de molino que lo hace todo trizas para facilitar la mejor digesti¨®n del proyecto socialista por los franceses. Los telespectadores de este pa¨ªs han descubierto que la televisi¨®n ha cambiado de mala manera, porque la encuentran demasiado pedag¨®gica, dudosamente cultural y aburrida.
?Qu¨¦ ocurre? La oposici¨®n pol¨ªtica aprovecha la ocasi¨®n para hacer de la televisi¨®n uno de sus caballos de batalla contra el poder, culp¨¢ndolo de todas las desgracias que se acumulan. Pero los estudios y debates a que est¨¢ dando lugar esta crisis revelan que la enfermedad viene de lejos y que, a la postre, el monopolio y la televisi¨®n como servicio p¨²blico estar¨ªan en el origen lejano del mal presente.
"En cuarenta a?os, sociol¨®gica y culturalmente, Francia se ha transformado (la poblaci¨®n rural, por ejemplo, ha pasado del 26% al 9%, y pronto ser¨¢ s¨®lo el 5%). Y el monopolio sigue siendo el mismo. En otros t¨¦rminos, las mentalidades han evolucionado mucho m¨¢s r¨¢pidamente que la instituci¨®n. Y esta instituci¨®n, por a?adidura, est¨¢ en manos de un poder pol¨ªtico que la ha usado siempre en su provecho, despreciando al telespectador. Hoy, a¨²n, se contin¨²a alimentando una Ilusi¨®n falsa: toda la clase pol¨ªtica sigue pensando que la televisi¨®n ejerce una influencia pol¨ªtica determinante y que juega un papel cultural esencial. Esa clase pol¨ªtica a¨²n piensa que, si domina la televisi¨®n, domina el pa¨ªs. Esto ya no es cierto. Los estudios realizados en Francia y en otros muchos pa¨ªses demuestran que el telespectador embobalicado por el invento que fue la televisi¨®n ya no existe. El telespectador es ya adulto y, sean cuales fueren sus gustos, sabe escoger o quiere escoger. Pero la clase pol¨ªtica contin¨²a consider¨¢ndolo como un ni?o, y mantiene un monopolio arcaico. El porvenir de la televisi¨®n p¨²blica depende de que los que la controlan lleguen a convencerse de que la televisi¨®n, como otro medio de creaci¨®n, debe ser juzgada por los que la ven, y no por ellos".
El Gobierno promete dar una soluci¨®n con la reforma que estudiar¨¢ el Consejo de Ministros el mes pr¨®ximo, pero las declaraciones de altos dirigentes socialistas inquietan a quienes entienden que "la televisi¨®n debiera someterse a la pluralidad, a la diversidad y a la abundancia mantenidas por la Prensa escrita", seg¨²n estima un amplio estudio del diario independiente Le Monde.
Los sindicatos, el otro dia, desencadenaron una huelga de veinticuatro horas porque a ellos no se les asociaba a la formulaci¨®n de esa reforma, pero tambi¨¦n se les critica "porque, en parte, han confundido la llegada de Mitterrand al poder con la hora de la revancha, enmascarando as¨ª, en muchos casos, la incompetencia que est¨¢ reemplazando al profesionalismo".
El presidente de la Rep¨²blica, personalmente; el primer ministro, tres ministros m¨¢s (Cultura, Informaci¨®n y Telecomunicaciones), altos cargos del partido socialista, colaboran en estos momentos, o se oponen, para ultimar la esperada reforma, que, en todo caso, no parece ser que atentar¨¢ contra el monopolio televisivo.
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