Narc¨ªs Serra: "No hay una visi¨®n de Estado para enfocar los problemas de los ayuntamientos"
Pregunta. ?Cu¨¢les son, a su juicio, los problemas m¨¢s graves con que se enfrentan las administraciones locales?Respuesta. Me preocupa especialmente que iniciemos un a?o de elecciones que haga imposible el ejercicio de la administraci¨®n a todos los niveles en este pa¨ªs. En concreto. Los problemas de los municipios o se enfocan desde una visi¨®n de Estado o estamos haciendo un flaco servicio. La democracia debe dar al pa¨ªs unos municipios, como administraci¨®n m¨¢s pr¨®xima a los ciudadanos, sanos, fuertes financieramente y cada vez m¨¢s prestadores de nuevos servicios al ciudadano.
El problema m¨¢s grave con que se encuentra la Administraci¨®n local, es que no hemos conseguido que el Gobierno acepte la discusi¨®n y elaboraci¨®n de un programa global de reconstrucci¨®n de la Administraci¨®n municipal. Este programa debe definir los servicios que deben dar los municipios y, por tanto, la estructura diferente (ley de R¨¦gimen Local) y los mecanismos financieros diferenciados (ley de Finanzas Locales). Esta falta de programa -que requerir¨ªa adem¨¢s estar planteado en un horizonte temporal que no puede ser corto (como m¨ªnimo, seis u ocho a?os)- es el problema m¨¢s serio con que nos enfrentamos. En primer lugar, porque cada vez que aparece un problema, aparecen luchas, discusiones y acusaciones mutuas, y, por otra parte, porque se est¨¢n poniendo parches sin que haya una columna vertebradora del esfuerzo, sin que haya un norte pol¨ªtico.
P. ?C¨®mo debe ser este programa?
R. Concibo este programa como un calendario de aproximaci¨®n del peso de la Administraci¨®n local al que queremos que tenga en el futuro. Este programa ten¨ªa una primera parte en la que se deb¨ªan resolver problemas inmediatos, es decir, cambiar el criterio de los presupuestos de liquidaci¨®n de deudas y en dotar de dinero a todos los municipios, sean grandes o peque?os. Esta primera etapa se logr¨® en ¨¦poca de Abril Martorell como vicepresidente del Gobierno, con un par de decretos-leyes -el de 1979, que daba nuevos ingresos a los ayuntamientos a la vez que impon¨ªa claridad contable, y el de 1980, en que se hac¨ªa por ¨²ltima vez presupuesto de liquidaci¨®n de deudas, sistema totalmente irregular y con el que no estuvimos de acuerdo-. En realidad, los presupuestos de liquidaci¨®n de deudas eran presupuestos de consolidaci¨®n de deudas y de concesi¨®n de cr¨¦ditos.
Yo siempre estuve en contra de esta f¨®rmula, y me interesa remarcarlo, porque esto es como si para paliar el paro, al parado, en lugar de darle una subvenci¨®n de paro, se le diera un cr¨¦dito. Si al a?o siguiente contin¨²a parado, no solamente no le habremos arreglado el problema, sino que deber¨¢ pagar el cr¨¦dito. Con los ayuntamientos se ha cometido la misma aberraci¨®n. Esta pol¨ªtica por suerte se termino y se decidi¨® que deb¨ªan darse subvenciones, pero m¨¢s controladas, comprobando que de verdad eran d¨¦ficit reales y en aquellos municipios que, por raz¨®n de su tama?o y de los servicios que dieran, justificaran estas subvenciones.
P. ?Est¨¢ de acuerdo en la divisi¨®n que se quiere hacer desde determinados sectores de la Administraci¨®n entre ayuntamientos grandes y peque?os?.
R. Enfrentar a los ayuntamientos grandes con los peque?os es una lucha que no tiene sentido. Dar una visi¨®n de que los ayuntamientos grandes son los que se llevan el dinero es una visi¨®n injusta y que tampoco es buena. Injusta porque s¨®lo hay dos tipos de municipios quiz¨¢. Los que han crecido mucho y ahora deben afrontar este crecimiento, sean grandes o peque?os, y los que han tenido unas tasas de crecimiento moderadas, que hacen que no deban de cubrir d¨¦ficit elevados. Pero dividir los municipios en grandes y peque?os es artificial y demag¨®gico. Desde 1979, los municipios que han podido resolver, relativamente claro, sus problemas son los peque?os y medianos y no los grandes municipios. Enfrentar municipios peque?os y municipios grandes me recuerda aquello de un municipio, un voto. Lo que estamos intentando resolver no son problemas de municipios, sino problemas de ciudadanos. Lo que debemos tener en cuenta es cuantos ciudadanos hay en un sitio o en otro y qu¨¦ municipios tienen problemas.
P. El transporte urbano es uno de los grandes problemas de los municipios.
R. El transporte p¨²blico es un problema que diferencia a las grandes ciudades de las otras. Por eso, en Europa, una manera de ayudar a las grandes ciudades por parte del Gobierno central no es tanto dar una ayuda gen¨¦rica a las ciudades como ayudar a resolver el problema del transporte. El transporte p¨²blico tiene dos vertientes muy claras: el Metro, que s¨®lo existe en Barcelona y Madrid. En Madrid, el Metro est¨¢ intervenido por el Estado, y a m¨ª me parece que debe aplicarse una soluci¨®n similar para Barcelona.
En cuanto al problema espec¨ªfico del transporte de superficie, propusimos que se arbitrara una ley que resolviera los d¨¦ficit en el futuro y que, para 1980 y 1981, en que esta ley no ha podido ser operativa, se arbitrara una soluci¨®n de financiaci¨®n o liquidaci¨®n de deudas. Hasta ahora no ha sido posible llegar a un proyecto de ley que, desde nuestra perspectiva, sea razonable. El proyecto actual es breve y simplemente da una soluci¨®n fiscal, un incremento de la contribuci¨®n urbana, repercutible en el arrendatario, lo que se ha llamado impuesto de inquilinato. Yo critico este proyecto de ley por injusto, incoherente e insuficiente. Empezando por la incoherencia, si las tarifas deben cubrir el coste del servicio, hagamos pagar a los usuarios todo el servicio, sin preIcios pol¨ªticos. Si, por el contrario, aceptamos que las tarifas no cubran la totalidad del coste del servicio es porque creemos que el usuario no es el ¨²nico beneficiario de la red de transporte. Entonces un proyecto de ley coherente es el que se plantea este problema y deben considerarse beneficiarios desde las empresas, grandes almacenes, bancos, la propiedad urbana -la red de transportes revaloriza esta propiedad- y los coches privados, toda vez que el transporte p¨²blico permite una mejor circulaci¨®n del coche privado. A partir de aqu¨ª puede estructurarse una ley de cobertura, de equilibrio del transporte p¨²blico, en la que creo que deben estar el Gobierno central, como ocurre en la mayor¨ªa de grandes ciudades europeas.
El proyecto de ley de ahora crea el ya citado impuesto de inquilinato, que quiere decir que la econom¨ªa dom¨¦stica cubre la diferencia entre la tarifa y el coste real, pero para este viaje no necesit¨¢bamos alforjas porque la econom¨ªa dom¨¦stica es el usuario. Aparte, el impuesto es insuficiente, como en el caso de Barcelona, donde el impuesto previsto por la ley no ayudar¨ªa a pasar de la mitad del d¨¦ficit actual
Es posible que en cuatro o cinco a?os, si continuamos con la pol¨ªtica de gesti¨®n actual, fuera insuficiente. En este momento no lo es. Adem¨¢s, en Espa?a se daria el caso ins¨®lito en Europa en que el d¨¦ficit de transportes de las grandes ciudades se cubre ¨²nica y exclusivamente con impuestos de car¨¢cter local. En este problema, como en muchos, hay que tener una visi¨®n de Estado. No se puede supeditar una actuaci¨®n de la Administracion a una discusi¨®n parlamentaria. La Administracion debe colaborar. No tenemos ayuda de los d¨¦ficit de 1980 y 1981 y tenemos serios problemas de tesorer¨ªa en autobuses. Ya llevamos dos a?os y debe resolverse, independientemente de las discusiones que se llevan a cabo en las Cortes.
P. ?Cu¨¢l ha sido la actuaci¨®n de los ayuntamientos desde las primeras elecciones locales democr¨¢ticas?.
R. Los municipios, con las excepciones que se quiera, pero de una forma evidente como t¨®nica general, e independientemente del color del partido en su gobierno, han hecho un enorme esfuerzo de modernizaci¨®n y de clarificaci¨®n. Ello requiere un per¨ªodo superior a los tres a?os que han pasado. No hipotequemos ahora las posibilidades de que este esfuerzo rinda resultados haciendo que la evoluci¨®n del pa¨ªs, que obliga quiz¨¢ a unas elecciones anticipadas en el marco legislativo, frene todo lo que se ha hecho hasta ahora. El Gobierno debe reemprender las conversaciones para que tengamos un verdadero programa plurianual de reconstrucci¨®n municipal. El mejor electoralismo es demostrar una responsabilidad de administraci¨®n. El peor es dar al ciudadano la sensaci¨®n de que los partidos se pelean por el redactado de un articulado, mientras no salen los autobuses o mientras hay problemas cotidianos a resolver.
Esto es un precio que ten¨ªamos que pagar. Desarrollar una Constitucion implica que el Congreso de los Diputados est¨¦ ocupado en leyes que el ciudadano no ve, como la ley del Tribunal de Cuentas, por ejemplo, y no en leyes que redunden inmediatamente en cambios en la vida del ciudadano, como pueda ser una ley sobre la Polic¨ªa Municipal o la contaminaci¨®n de las empresas. Este precio debe pagarse como consolidaci¨®n de la democracia, pero no lo jincrementemos a?adiendo a esto el sectarismo de partido en lugar de una visi¨®n de Estado.
P. ?No ha habido, entonces, mala gesti¨®n en los ayuntamientos?
R. Esta visi¨®n es falsa. En el caso concreto de Barcelona, creo que, y a pesar, insisto, del per¨ªodo corto, hay resultados muy evidentes, con auditor¨ªas del Ministerio de Hacienda, para decir que tanto el esfuerzo del ciudadano, pagando m¨¢s impuestos, como el esfuerzo de la Administraci¨®n, llevando una mejor gesti¨®n y controlando el gasto, nos hacen acreedores a una exigencia de colaboracion en este programa y de soluciones de futuro que he mencionado. Creo, no obstante, que en tres a?os hay resultados que demuestran un giro de 180 grados y existen ejemplos de verdadera capacidad de gesti¨®n. Un ejemplo es la n¨®mina. Por primera vez en muchos a?os, las remuneraciones de personal se han liquidado por debajo de lo consignado. Ello ha sido porque se ha controlado la plantilla. Esta ha descendido. Cambiando la estructura de la plantilla, pero prestando m¨¢s servicios. En 1981, la plantilla se ha reducido en 208 empleados, a pesar de haber incrementado el n¨²mero de urbanos en 44, el de bomberos en 207 y el de maestros en 54. Otro ejemplo es nuestra pol¨ªtica en Metro y autobuses. Hemos congelado el d¨¦ficit, reduciendo las horas extras, reduciendo la plantilla y ampliando la oferta de plazas por kil¨®metro.
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