Francia y la RFA, decididas a comprar gas sovi¨¦tico, pese a la oposici¨®n norteamericana
En los pr¨®ximos quince d¨ªas, el secretario de Estado adjunto para Asuntos de Seguridad, Ciencia y Tecnolog¨ªa, James Buckley, realizar¨¢ una gira por varias capitales europeas para explicar la posici¨®n estadounidense. La visita, prevista desde hace dos meses, fue suspendida en varias ocasiones debido al enfrentamiento entre Haig y su colega de Defensa, Caspar Weinberger, partidario de "atacar directamente" a sus aliados y prohibirles la utilizaci¨®n de las licencias de la General Electric, Co., gracias a las cuales varias compa?¨ªas europeas, entre ellas la francesa AlsthomAtlantique, fabricar¨¢n las m¨¢quinas que permitir¨¢n la llegada de gas sovi¨¦tico a partir de 1984.Para Haig, esta prohibici¨®n tajante tendr¨ªa efectos contraproducentes: provocar¨ªa enfrentamientos en el seno de la OTAN y no evitar¨ªa la construcci¨®n del gasoducto. Seg¨²n los expertos europeos, la negativa de Washington podr¨ªa retrasar el proyecto durante dos a?os, pero no lo anular¨ªa, puesto que otras empresas, entre ellas unajaponesa, son capaces de fabricar turbinas y compresores semejantes a los de la General Electric sin necesidad de licencia. Los europeos, al menos Francia y la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA), han mantenido una actitud firme. El canciller Schmidt ha explicado repetidas veces que la decisi¨®n de Bonn ya estaba tomada y que no pensaba modificarla. Par¨ªs, por su parte, ha procedido ya a la firma del contrato. S¨®lo Italia decidi¨® tomar una "pausa de reflexi¨®n".
El camino indicado por el Departamento de Estado, que conoce mejor a los europeos que el Pent¨¢gono, tiene dos vertientes: presi¨®n continua sobre la RFA y Francia, para "persuadirles" de los efectos negativos de su acuerdo con Mosc¨², y presi¨®n firme en la alianza para lograr, como primer paso y con ocasi¨®n de las sanciones contra la URSS por la crisis polaca, que los europeos aumenten el precio de los cr¨¦ditos que conceden a Mosc¨² para, entre otras cosas, financiar el plan energ¨¦tico.
Las presiones norteamericanas son anteriores a la crisis polaca. Ya en junio de 1981, en la cumbre de Ottawa, Ronald Reagan plante¨® a Schmidt y a Mitterrand el criterio norteamericano de que las compras de gas natural sovi¨¦tico pod¨ªan hacer depender peligrosamente a estos dos pa¨ªses de fuentes energ¨¦ticas enemigas. Los argumentos oficiales estadounidenses han sido rebatidos, con datos estad¨ªsticos en la mano, tanto por las autoridades de la RFA como por las francesas. De hecho, la presunta dependencia de Occidente del gas natural siberiano qued¨® descartada en la mayor parte de los informes presentados en 1980 en un coloquio sobre energ¨ªa y el Comecon organizado en Bruselas, precisamente, por la Alianza Atl¨¢ntica.
Dependencia europea
El experto de la RFA Friedemann Muller, de la Fundaci¨®n Ciencia y Pol¨ªtica (Stiftung Wissenschaft und Politik), afirmaba entonces que "no se esperaba un aumento de la dependencia de Europa de la energ¨ªa sovi¨¦tica. Seg¨²n su extenso estudio, el consumo de gas sovi¨¦tico podr¨ªa pasar de suponer el 7,4% del total de gas natural consumido por los pa¨ªses de la OCDE (4,2% para los de la, CEE) a un 16%-18% en 1990, si la URSS llegara a vender una cifra aproximada de 70.000 millones de metros c¨²bicos.
El porcentaje", afirma M¨¹ller, "ser¨ªa mayor en la RFA, donde podr¨ªa situarse alrededor del 30%. Ese 30% significar¨ªa, en todo caso, s¨®lo del 6% al 7% del total de energ¨ªa importada por la RFA. El an¨¢lisis de M¨¹ller no era nada dram¨¢tico: la dependencia del gas natural no es tan importante desde el punto de vista de la seguridad como la del petr¨®leo.
En primer lugar, Europa tiene actualmente una alta tasa de autoabastecimiento, que se mantendr¨¢ en esta d¨¦cada (70% en 1990). En segundo lugar, es posible una sustituci¨®n. Por ¨²ltimo, la alternativa a la dependencia de la URSS es la dependencia a¨²n mayor del gas argelino o iran¨ª, partenaires comerciales menos seguros desde ese punto de vista que la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Seg¨²n M¨¹ller, el corte en el suministro de gas siberiano ser¨ªa un instrumento a utilizar por Mosc¨² s¨®lo en una situaci¨®n internacional en la que estar¨ªa justificado y ser¨ªa necesario reducir de forma dr¨¢stica el consumo privado e industrial de energ¨ªa.
Friedemann M¨¹ller esboza en su estudio la teor¨ªa europea: por el contrario, la ayuda econ¨®mica del Oeste al desarrollo de la producci¨®n de energ¨ªa de la URSS puede convertirse en un poder de influencia en la conducta sovi¨¦tica hacia el Oeste.
En definitiva, la participaci¨®n europea en el desarrollo de las exportaciones de gas sovi¨¦tico es, precisamente, lo contrario a la guerra fr¨ªa, uno de cuyos elementos es, sin duda, la declaraci¨®n de una guerra comercial entre Occidente y el Pacto de Varsovia.
Importancia del gasoducto
La importancia extraordinaria que tiene para la URSS el desarrollo del gasoducto siberiano y las exportaciones de gas natural quedaron de manifiesto n¨ªtidamente en los informes elaborados en su d¨ªa por, entre otros, Tyrus W. Cobb, profesor de Ciencias Sociales de la Academia de West Point. Cobb explica que en la d¨¦cada de los ochenta la URSS se enfrenta con un grave dilema: c¨®mo satisfacer su propia demanda de energ¨ªa, la de sus aliados (Pacto de Varsovia, Cuba, pa¨ªses del Tercer Mundo), para evitar el estancamiento de sus econom¨ªas y, al mismo tiempo, exportar a Occidente lo suficiente como para obtener las divisas que necesita para comprar grano y tecnolog¨ªa, imprescindible para su desarrollo.
Hasta el presente, dos tercios de las exportaciones sovi¨¦ticas hacia Occidente son productos energ¨¦ticos, y muy especialmente petr¨®leo. Seg¨²n datos hechos p¨²blicos por la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) y refrendados por expertos de fama internacional, como Robert Campbell o Arthur Meyerhoff, el declinar de la producci¨®n sovi¨¦tica de petr¨®leo es inexorable. Seg¨²n la CIA, en 1990 la producci¨®n sovi¨¦tica de oro negro ser¨¢ de 520 millones de toneladas, lo que significa una disminuci¨®n anual del 1,4% en la d¨¦cada de los ochenta.
El car¨¢cter dram¨¢tico que puede tener para Mosc¨² este descenso de producci¨®n se comprende f¨¢cilmente: en el per¨ªodo 1973-1979 las exportaciones de energ¨ªa sovi¨¦tica a los pa¨ªses de la OCDE han aumentado a un ritmo anual de m¨¢s del 30%, mientras que las exportaciones "no energ¨¦ticas" (diamantes, pieles, art¨ªculos de lujo) lo hac¨ªan s¨®lo al 8%. No se puede esperar, seg¨²n los expertos aliados, que aumenten las exportaciones de esos otros productos, lo que significa que lo que deje de ganar Mosc¨² por la venta de petr¨®leo en el mercado mundial (y es sabido que las malas cosechas de grano provocan aut¨¦nticas oleadas de petr¨®leo sovi¨¦tico en Rotterdam o en otros mercados libres) no puede obtenerse m¨¢s que por una v¨ªa: las exportaciones de gas natural.
Seg¨²n los informes de la CIA aludidos, la producci¨®n de gas natural sovi¨¦tico aumentar¨¢ en sentido inverso a la del petr¨®leo. El ¨²nico factor limitativo es, precisamente, la construcci¨®n de un sistema de gasoductos capaz de llevar el producto hasta Occidente.
De acuerdo con informes -algo anticuados- de la OCDE, las exportaciones de gas natural sovi¨¦tico hacia el Oeste podr¨ªan llegar en 1990 a los 48.000 millones de metros c¨²bicos (contra los 25.000 millones en 1980). Estudios de la Central de Inteligencia Americana se?alan que esa cifra puede alcanzarse ya en 1985, y el experto aludido, Friedemann M¨¹ller, estima que, si se pone en marcha en 1984 el gasoducto de Urengoy, podr¨ªan llegar a fines de la d¨¦cada a una cifra entre 60.000 y 70.000 millones de metros c¨²bicos. Para ello, los cr¨¦ditos concedidos por Occidente deber¨ªan sobrepasar los 15.000 millones de d¨®lares, y otra cantidad semejante en maquinaria. Sin embargo, si el precio del gas natural sovi¨¦tico aumenta a un ritmo del 10% anual, lo que no se considera excesivo, los 70.000 millones de metros c¨²bicos compensar¨ªan las p¨¦rdidas provocadas por el descenso de las exportaciones de petr¨®leo hacia el Oeste. A la vista de estos datos se comprende muy bien que el ministro de comercio Franc¨¦s, Michel Jobert, declarara recientemente en Washington que el boicoteo norteamericano al gasoducto sovi¨¦tico pod¨ªa ser interpretado como un gesto muy hostil por la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Un gesto que abrir¨ªa una guerra comercial y que los europeos, especialmente la RFA, no quieren de forma alguna respaldar.
Desde el punto de vista de los aliados europeos, la distensi¨®n requiere que la URSS no se encuentre al pie del muro, ni desde un punto de vista militar ni econ¨®mico. Para los europeos -primeras v¨ªctimas de cualquier acci¨®n de la URSS-, es un riesgo absurdo colocar a Mosc¨² ante una crisis econ¨®mica a¨²n m¨¢s fuerte que la que ya padece, sin colaboraci¨®n del Oeste, porque son imprevisibles las reacciones del gigante del Kremlin.
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