Los no numerados desentierran el hacha de guerra
Los profesores no numerarlos han vuelto a desenterrar el hacha de guerra hace algunos d¨ªas, y la universidad vuelve a aparecer en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos (a menudo en la primera), en las noticias destacables de las emisoras, y mucho nos tememos que hasta va a llegar a la televisi¨®n, si es que alg¨²n d¨ªa este ente despierta de su eterno letargo informativo. Peri¨®dicos y emisoras nos recuerdan con frecuencia que se sigue discutiendo en comisi¨®n la pactada ley de Autonom¨ªa Universitaria, y que el paro de los penenes de diversas universidades va en r¨¢pido aumento. Al leer tales noticias, en obvia relaci¨®n, piensan unos que se trata de la eterna canci¨®n de una minor¨ªa de descontentos; pensamos otros que no est¨¢ tan exang¨¹e la universidad espa?ola si es que sigue contando, al menos, con un colectivo que la hace convertirse en noticia de primera p¨¢gina.Hablar del problema exige, sin duda, una especie de declaraci¨®n de principios, algo as¨ª como una nota de presentaci¨®n, de modo que el lector pueda centrar su opini¨®n sobre lo que lee. Quiero apuntar unas cuantas ideas sobre el momento actual de los penenes desde una postura c¨®moda, la de profesor agregado numerario, esto es, en cierto grado al margen del problema; desde una postura b¨¢sicamente contraria a los paros acad¨¦micos, por razones que explicar¨¦; desde una postura, en fin, absolutamente personal, como un profesor m¨¢s de la universidad espa?ola, y con plena independencia de mi cargo actual de decano de una facultad de Letras.
He dicho que no me gusta el paro acad¨¦mico, y en ello me identifico con la pr¨¢ctica totalidad de mis colegas: a los universitarios nos agrada nuestro trabajo, nos encanta estar en las aulas con nuestros alumnos, y en los departamentos, con nuestros libros, nuestros art¨ªculos, nuestros colaboradores. Pero, por encima de todo, nos molesta el paro por la constataci¨®n, durante ya muchos a?os de vida universitaria, de que casi siempre viene provocado desde instancias ajenas a nuestro quehacer diario: cuando todo un estamento del profesorado de todas las facultades, colegios y escuelas de una de las universidades m¨¢s grandes de Espa?a, con independencia de sus planteamientos personales y de sus varias ideolog¨ªas pol¨ªticas, decide ponerse en paro, y cuando una tras otra van sum¨¢ndose a sus protestas otras universidades, es que algo muy grave est¨¢ pasando, es que se han visto abocados a proceder de ese modo. Los penenes han vuelto a desenterrar el hacha (hacha pac¨ªfica donde las haya) porque, una vez m¨¢s, no les ha quedado otro recurso para hacerse escuchar.
Lo que est¨¢ ocurriendo es cosa sabida: despu¨¦s de tres a?os de m¨²ltiples anteproyectos, de dimes y diretes pol¨ªticos centrados en el problema del gobierno de las universidades, al fin parece que viene la ley de Autonom¨ªa Universitaria, la mal engendrada, mal desarrollada, mal nominada, mal pactada, LAU. Mal engendrada, porque poco tuvo que ver la universidad en su gestaci¨®n. Mal desarrollada, porque de sus diversas redacciones no se deriv¨® m¨¢s que un empeoramiento progresivo de la misma. Mal nominada, porque la LAU podr¨ªa llamarse LU, nunca ley de Autonom¨ªa, que es algo muy distlnto. Mal pactada, porque no me parece buen principio de discusi¨®n de una ley un pacto estricto entre los dos grupos mayoritarios del Parlamento.
Pero lo pactado, pactado est¨¢. Y la LAU cabalga de prisa, llev¨¢ndose por delante, am¨¦n de muchas cosas que exigir¨ªan un an¨¢lisis m¨¢s largo y sereno, las just¨ªsimas expectativas del colectivo de penenes, el profesorado con diferencia mayoritario en las universidades espa?olas desde los ¨²ltimos a?os de la d¨¦cada de los sesenta. Un profesorado que, siempre mal remunerado, siempre con la amenaza de la rescisi¨®n del contrato o la del desplazamiento, ha llevado sobre sus espaldas un porcentaje elevad¨ªsimo de la investigaci¨®n y la docencia. Una investigaci¨®n y una docencia que no tienen nada que envidiar en calidad a las de nadie, que son l¨®gicamente iguales a las que en igualdad de condiciones hac¨ªamos los hoy profesores numerarlos (que tambi¨¦n penenes hemos sido).
La mala idea
Cierto es que el legislador ha sido consciente de que eliminaba a los penenes: la prueba de ello es que, entre precavido y arrepentido, incluy¨® en el anteproyecto de la LAU, que se est¨¢ debatiendo, una transitoria. Es un texto que merece la pena leer como ejemplo de mala idea: ?Quienes a la entrada en vigor de esta ley sean profesores no numerarios, que hayan impartido de manera ininterrumpida ense?anzas te¨®ricas durante cinco cursos acad¨¦micos con el t¨ªtulo de doctor, podr¨¢n ser contratados con car¨¢cter permanente en r¨¦gimen de dedicaci¨®n exclusiva, como profesores asociados o catedr¨¢ticos de escuelas universitarias, sin necesidad de obtener la habilitaci¨®n estatal. En todo caso, habr¨¢n de demostrar su idoneidad cient¨ªfica y presentar un conjunto aceptable de publicaciones, extremos que ser¨¢n apreciados por el Consejo Acad¨¦mico?. No se podr¨ªa encontrar transitoria m¨¢s cicatera. Por el tiempo: cinco cursos (?ni siquiera valen a?os normales!), cuando hasta la ley General de Educaci¨®n, la ley Villar, conced¨ªa una oposici¨®n restringida, muy simplificada, con s¨®lo tres a?os de servicios acad¨¦micos y el t¨ªtulo de doctor, aunque fuese adquirido el d¨ªa anterior a su publicaci¨®n. Por el contenido: cinco cursos, con mil adjetivos: de ense?anzas te¨®ricas (es decir, que no son contabilizables los a?os de profesor ayudante, de tanto trabajo y tan miserablemente remunerados como todo el mundo sabe), ininterrumpidas (es decir, no dejando posibilidad a profesores que hayan estado ausentes, por ejemplo estudiando en el extranjero, o en el servicio militar). Les falt¨® un adjetivo, se?ores legisladores: ?con dedicaci¨®n exclusiva?, que era realmente el ¨²nico que deber¨ªan haber puesto. Porque esta transitoria s¨®lo vale para un n¨²mero contad¨ªsimo de profesores, con una antig¨¹edad de al menos ocho a?os (los cinco de doctor exigidos, m¨¢s los tres, como m¨ªnimo, de realizaci¨®n de la tesis); pero todo el mundo sabe que la mayor¨ªa de esos pocos que pasan son profesores que, si han subsistido tantos a?os en esa situaci¨®n es porque trabajaban en otro lugar, y algunos en la universidad tan s¨®lo en ratos libres. Ah¨ª est¨¢ la raz¨®n de pedir duraci¨®n, teor¨ªa, ininterrupci¨®n.
Si uno fuera muy mal pensado, un poco m¨¢s de lo mucho que es, creer¨ªa que en la redacci¨®n de esta transitoria se estaba pensando algo as¨ª: ?Con ¨¦sta entra Pepe, que me lleva el pleito; Julita, que aguanta a mam¨¢ con su artritis; Manolo, que me rebaja en la botica, y Luisa, que le da clases al peque?o?.
Y he aqu¨ª la contrapartida: los profesores no numerarios de Granada piden al Parlamento estabilidad en su puesto para los profesores en posesi¨®n del t¨ªtulo de doctor, el grado acad¨¦mico de mayor rango que se confiere hoy en Espa?a, y que, adem¨¢s, cuenten con cuatro a?os de servicios; quienes no est¨¦n en posesi¨®n de estas condiciones, dispondr¨¢n de cuatro a?os para conseguirlas. Yo pregunto: ?si investigan mal los penenes, por qu¨¦ no se les suspendi¨® en la lectura de tesis? Para quienes no est¨¦n en el ajo del asunto, quiz¨¢ convenga aclarar que los tribunales de tesis se constituyen con cinco profesores numerarios, esto es, de id¨¦ntica manera a como se forman los tribunales para las oposiciones a c¨¢tedra de universidad: por tanto, creo que pueden decir si una persona ha investigado bien o no, y, en consecuencia, si va a saber hacerlo en el futuro. ?Si ense?an mal los penenes, por qu¨¦ no se les rescindi¨® antes el contrato, o se les retir¨® la venia docendi? No piden demasiado los profesores no numerarios de Granada, a los que parece que secundan, o con los que coinciden, los de muchas otras universidades. No piden nada para lo que no hayan dado prueba objetiva de sus m¨¦ritos: el movimiento se demuestra andando, y ellos ofrecen una larga andadura. En fin, no piden nada que no sea de estricta justicia concederles, sin que el t¨¦rmino conceder sea el adecuado en este caso.
Ultima hora: se dice por ah¨ª que los penenes entraron a dedo; se comenta que, si no tienen que preparar una oposici¨®n se van a cruzar de brazos. Se?ores, a dedo hemos entrado todos los que hemos sido penenes,- s¨®lo desde hace seis a?os se empieza a entrar de otra forma. Se?ores, ?quieren ustedes decir que los que hemos ganado oposiciones estamos de brazos cruzados? Midan las palabras, no sea que los numerarios tengamos tambi¨¦n que decirles algo.
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