Los 's¨²bditos' de Ceaucescu han perdido la sonrisa
En Bucarest, una ciudad con dos millones y pico de habitantes, es muy frecuente que los diarios -todos oficiales y con escasas p¨¢ginas- traigan en su primera p¨¢gina m¨¢s de una foto del presidente Ceaucescu. As¨ª, el pasado 23 de febrero, por ejemplo, el Neuer Weg (edici¨®n en alem¨¢n del ¨®rgano del Frente de la Democracia y la Unidad Socialistas) ofrec¨ªa a sus lectores nada menos que tres instant¨¢neas del jefe del Estado. Period¨ªsticamente hablando, esa primera plana ser¨ªa algo impensable en Occidente: las fotograf¨ªas ilustraban tres art¨ªculos en torno a un mismo tema (la visita de una delegaci¨®n de comunistas yugoslavos), y todos ten¨ªan un id¨¦ntico comienzo y un mismo protagonista: "Nicolae Ceaucescu, secretario general del Partido Comunista de Ruman¨ªa (PCR) y presidente de la Rep¨²blica Socialista de Ruman¨ªa...".Quiz¨¢ sea esto lo que m¨¢s impresione a un periodista reci¨¦n llegado de Europa. La an¨¦cdota es cotidiana. Al d¨ªa siguiente, jueves 24, Scinteia (portavoz del Comit¨¦ Central del PCR) era un verdadero mosaico tipogr¨¢fico en torno a un solo apellido: Ceaucescu.
Y Ceaucescu, con su desva¨ªda sonrisa oficial, esp¨ªa desde los puntos m¨¢s insospechados a sus s¨²bditos. Pues aunque Ruman¨ªa es formalmente una rep¨²blica, el presidente y su poderosa y nada popular esposa, Helena, ejercen el poder como si de una monarqu¨ªa absoluta se tratase.
Los retratos de este hombre de 64 a?os son la decoraci¨®n preferida en las calles y edificios de Bucarest. Para un observador occidental, tan descarado culto a la personalidad ensombrece inevitablemente los logros positivos de un r¨¦gimen que lucha por su independencia nacional y su supervivencia econ¨®mica. Todo lo relativo a Ceaucescu es noticia: son noticia las traducciones de sus Obras escogidas, su telegrama al jefe del Estado de Mauritania, su mensaje al Congreso de Periodistas Europeos que se desarrolla durante esos d¨ªas en Bucarest, su protagonismo en la exposici¨®n Ceaucescu y la paz, sus continuas visitas a las f¨¢bricas y sus agotadores contactos diplom¨¢ticos. Durante un solo a?o, 1981, Ceaucescu se entrevist¨® con m¨¢s de un centenar de personalidades extranjeras.
Televisi¨®n en blanco y negro
La televisi¨®n rumana -la ¨²nica de los pa¨ªses de Europa Oriental que a¨²n no emite en color- no deja de ser un mero escaparate en blanco y negro de la vida oficial. Aunque ¨²ltimamente -no se sabe si con miras aperturistas o simplemente propagandistas para demostrar la corrupci¨®n capitalista- se ofrecen algunos telefilmes norteamericanos, como es el caso de Dallas.
Como tel¨®n de fondo de la carta de ajuste de la Televiziunea Romana se emite el himno en honor del socialismo rumano, seguido de una marcha militar. Las restricciones energ¨¦ticas afectan tambi¨¦n a la televisi¨®n, que ofrece apenas cinco horas diarias de emisi¨®n.
En un d¨ªa concreto, pongamos el pasado 25 de febrero, las noticias m¨¢s importantes en el telediario vespertino fueron, por este orden, la industria textil rumana, la exportaci¨®n de motores el¨¦ctricos, incluida una entrevista con un alto responsable que de entrada cit¨® a Ceaucescu y al PCR, y el autoaprovisionamiento territorial, con un mon¨®logo sobre sus virtudes. La informaci¨®n internacional giraba en torno al actual lema de la pol¨ªtica exterior rumana: la paz y el desarme. As¨ª, Helmut Schmidt hablaba de los euromisiles, los pacifistas se manifestaban en Nueva York y un grupo de parlamentarios norteamericanos propon¨ªa la reducci¨®n del presupuesto militar de Estados Unidos. El Gol¨¢n y El Salvador tambi¨¦n estuvieron presentes, y no falt¨® una referencia a la condena espa?ola de cualquier tipo de intervenci¨®n en Centroam¨¦rica. Hasta apareci¨® Felipe Gonz¨¢lez dentro del contexto de la Internacional Socialista. Los deportes se limitaron a una exhibici¨®n militar de esqu¨ª, y la mujer del tiempo cerr¨® el telediario anunciando fr¨ªo y nieve en los C¨¢rpatos.
No deja de ser penoso que en un pa¨ªs en el que apenas hay analfabetismo el acceso a la informaci¨®n est¨¦ tan maquiav¨¦licamente controlado que, por ejemplo, el golpe militar en Polonia se convierta en un nuevo cambio de Gobierno. O que, en una largu¨ªsima cr¨®nica en torno a los trabajos de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (CSCE), se resuma el intenso debate que hubo en Madrid sobre Polonia con la frase "otras cuestiones marginales". Eso s¨ª, la cr¨®nica reproduce, un p¨¢rrafo s¨ª y otro tambi¨¦n, largas citas del presidente Ceaucescu en torno al futuro de la seguridad europea.
Oficialmente, todo son elogios para el sufrido pueblo rumano. No hace mucho, al celebrar su 64 cumplea?os, en su discurso ante el CC del PCR, Ceaucescu fue ampliamente generoso en sus palabras: "Disponemos de todo lo necesario y, sobre todo, de una maravillosa clase obrera, de un campesinado, unos intelectuales, un pueblo mavarilloso que materializa sin el m¨¢s m¨ªnimo fallo la pol¨ªtica de nuestro partido comunista, en la convicci¨®n de que responde plenamente s sus intereses vitales, a los intereses de la causa del socialismo, del desarrollo de la base material del comunismo en Ruman¨ªa, de la independencia y la soberan¨ªa del pa¨ªs".
Con y contra el fascismo
?Hasta qu¨¦ punto este convencimiento es una mera falacia? Los rumanos son un pueblo ilustrado, orgulloso de su origen romano (aqu¨ª se asent¨® la antigua Dacia); pero, al igual que ocurre en Polonia, su historia no siempre le ha sido favorable. Hungr¨ªa, el Imperio Otomano y Rusia estuvieron constantemente al acecho. H¨¦roe indiscutible del siglo XV es precisamente el popular conde Dr¨¢cula, "hijo del diablo" textualmente, hijo de VIad Dracul (palabra que en rumano significa demonio). Su nombre verdadero era VIad Tepes, y los rumanos le veneran como un valiente pr¨ªncipe que aniquil¨® a miles de turcos en la campa?a de 1461.
El acta de nacimiento del Estado rumano data de 1892. El establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas con la URSS se firm¨® en 1934, cuatro a?os antes de que el rey Carlos II impusiera la dictadura real y permitiera que Ruman¨ªa acabara cayendo en las garras del fascismo. En junio de 1940, las provincias de Besarabia y Bucovina, al Noreste, se incorporan a la URSS, donde a¨²n siguen, ante el m¨¢s absoluto silencio oficial rumano. Al final de ese mismo verano -tras la abdicaci¨®n de Carlos II en su hijo Miguel I-, Ion Antonesu entroniz¨® una dictadura militar de corte fascista. Las tropas alemanas invadieron el pa¨ªs y Ruman¨ªa entr¨® en guerra con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Transcurrieron a¨²n cuatro a?os antes de que la denominada Insurrecci¨®n Armada Nacional Antifascista y Antiimperialista triunfara el 23 de agosto de 1944. Antonesu fue detenido y el Ej¨¦rcito rumano se revolvi¨® contra el nazi. El 31 de agosto, Bucarest saludaba a las tropas sovi¨¦ticas, que hab¨ªan apoyado su liberaci¨®n.
A partir de entonces, los destinos de Ruman¨ªa est¨¢n en manos del PCR. En 1947 se proclama la Rep¨²blica Popular, y en 1965 Ceaucescu hace su entrada triunfal en la alta pol¨ªtica, al ser elegido secretario general del partido comunista. Ya en 1934 hab¨ªa representado a la juventud en el Comit¨¦ Nacional Antifascista de Ruman¨ªa, y en su haber figuran varias estancias en la c¨¢rcel. El 28 de marzo de 1974 culminaba su ascenso pol¨ªtico, al nombrarle la Asamblea Nacional presidente de la Rep¨²blica, cargo que comparte con el mando de las Fuerzas Armadas y la presidencia del Consejo de Estado y del Consejo de Defensa Nacional.
La Constituci¨®n rumana, de 1965, garantiza te¨®ricamente la libertad de expresi¨®n, de Prensa, de reuni¨®n, de asamblea y de manifestaci¨®n. Ahora bien, tras todas y cada una de las organizaciones sociales est¨¢, impert¨¦rrito y alerta, el partido comunista. El control llega hasta tal punto que es el PCR el que preside el Frente de la Democracia y de la Unidad Socialistas, en el que se engloban todas las organizaciones de masas, sindicales, cooperativas y profesionales, incluidos los cultos. La Iglesia ortodoxa, absolutamente mayoritaria frente a otros trece cultos, se sienta en la Asamblea Nacional. El PCR act¨²a como gestor de la pol¨ªtica religiosa y defiende a ultranza la no injerencia.
Problemas con el Vaticano
El papel protagonista que la Iglesia cat¨®lica desempe?a en Polonia es algo que enerva profundamente a la Ruman¨ªa oficial. Ceaucescu suele comentar que nada hubiera ocurrido en Polonia si el sindicato Solidaridad no hubiese sido considerado por los partidos comunistas del Este europeo como un brazo secular del Vaticano.
Unas recientes palabras del Papa a favor de la libertad de culto en Ruman¨ªa para los cat¨®licos de rito oriental provocaron una reacci¨®n muy dura de la Iglesia ortodoxa rumana, hasta el punto de que su patriarca, Justin Moisescu, convoc¨® un s¨ªnodo especial y exigi¨® a Ceaucescu que condenara "con toda firmeza" el intento papal de "hacer renacer en Ruman¨ªa el culto unitario mediante la divisi¨®n de los actuales fieles de la Iglesia ortodoxa".
Los unitarios o unionisias (un 10% de los veintid¨®s millones de habitantes con que cuenta Ruman¨ªa) est¨¢n en la clandestinidad desde 1948, fecha en que fueron disueltos y sus propiedades confiscadas. El n¨²mero de cat¨®licos apost¨®lico romanos es muy dif¨ªcil de estimar, aunque todas las cifras superan los 100.000.
Y al igual que apenas si se deja sentir el peso de los cat¨®licos, tampoco la disidencia pol¨ªtica o sindical (la ¨²ltima de que se tiene noticia corresponde a 1979, cuando se intent¨® crear el Sindicato Libre de los Obreros Rumanos, SLRO) no va m¨¢s all¨¢ -tras atravesar m¨²ltiples controles represivos- de conseguir un pasaporte para abandonar el pa¨ªs. El grave problema con el que se enfrentan los exiliados es que en su mayor¨ªa tienen que contentarse con un pasaporte de ap¨¢trida, seg¨²n se nos informa en c¨ªrculos consulares occidentales.
Las restricciones ciudadanas afectan incluso a sus movimientos dentro del pa¨ªs y a su trato con los extranjeros. No existe libertad para trasladar la residencia de una provincia a otra; hace falta un visado especial. Y la ley de Seguridad del Estado obliga a los rumanos a informar a las autoridades de sus contactos con extranjeros.
"Hace tres a?os que intento irme de vacaciones a Italia y Grecia, pero repetidamente me han negado el permiso para abandonar el pa¨ªs", comenta una joven secretaria de una representaci¨®n diplom¨¢tica europea. Junto al temor de que la escapada tur¨ªstica acabe en defecci¨®n -lo cual, parece ser, no es muy corriente-, est¨¢ la imperiosa necesidad de retener a toda costa las escasas divisas que llegan a Ruman¨ªa.
Llama la atenci¨®n en el trato con los rumanos lo dificil que es encontrar a alguien que hable bien de algo de su pa¨ªs..., como no sea de Transilvania o del delta del Danubio. Muy pocos son los verdaderamente convencidos de que el r¨¦gimen sea capaz de crear-como continuamente proclama- una "sociedad socialista multilateralmente desarrollada!'. Incluso entre los miembros del partido (al que no es nada f¨¢cil acceder y al que pertenece, aproximadamente, un 10% de la poblaci¨®n) abundan los esc¨¦pticos, que hablan de los bur¨®cratas como modelos no precisamente del hombre sin tacha que se exige ser para poder disfrutar de un carnet del PCR.
Todo en familia
La ideolog¨ªa es el criterio que predomina al seleccionar los cuadros dirigentes. Y, medio en broma medio en serio, m¨¢s de un rumano comenta tambi¨¦n la importancia de llamarse Ceaucescu. Toda la familia del presidente rumano ama la pol¨ªtica... o el poder. Su hijo mayor, Nicu, es secretario general de la Juventud Comunista y ministro de la Juventud, y suele acompa?ar a su padre en sus m¨²ltiples viajes al extranjero. La doctora en ingenier¨ªa Helena Petrescu (tal era el apellido de soltera de la primera dama rumana)- no s¨®lo es primera viceministra -es decir, n¨²mero dos del Gobierno-, sino miembro del comit¨¦ pol¨ªtico del CC del PCR, presidenta del Consejo Cient¨ªfico y del Econ¨®mico, adem¨¢s de doctora honoris causa en medio mundo. Un hermano de Ceaucescu, Illie, es general y vicepresidente del Comit¨¦ de Defensa Nacional, y otro hermano, Ion, es viceministro del Plan de Desarrollo. M¨¢s de un rumano sospecha que, si muere Ceaucescu, esposa y/o hijo le suceder¨¢n en la Jefatura del Estado.
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