Presiones norteamericanas para que Europa endurezca sus sanciones contra Mosc¨²
Conseguir que los europeos presten dinero a la Uni¨®n Sovi¨¦tica a un inter¨¦s m¨¢s alto que el actual y que reduzcan sus importaciones procedentes de la URSS, como muestra de firmeza aliada frente a los acontecimientos de Polonia, ser¨¢n los dos objetivos principales de la visita a varias capitales europeas que realizar¨¢, la semana pr¨®xima, el secretario de Estado adjunto para temas de seguridad, ciencia y tecnolog¨ªa, James Buckley.
Los contactos entre el diplom¨¢tico norteamericano y sus colegas europeos se anuncian dif¨ªciles: los diez pa¨ªses miembros de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) han decidido ya reducir a su m¨ªnima expresi¨®n las sanciones comerciales contra Mosc¨².Washington ha renunciado a intentar retrasar la construcci¨®n del gasoducto siberiano que llevar¨¢ gas natural sovi¨¦tico a varios pa¨ªses europeos a partir de 1984, pero, en contrapartida, sigue presionando para lograr que sus aliados adopten medidas econ¨®micas contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Todos sus esfuerzos para lograrlo en el seno de la Alianza Atl¨¢ntica han tropezado con dificultades porque los europeos estiman que la OTAN no es el cuadro indicado para medida de esta ¨ªndole.
Las presiones norteamericanas se tradujeron inicialmente en un acuerdo adoptado, el pasado d¨ªa 23 de febrero, por los ministros de Asuntos Exteriores de los diez, por mayor¨ªa, puesto que Grecia se opuso y Dinamarca plante¨® dudas de tipo jur¨ªdico En principio, la CEE decidi¨® reducir en un 50% las importaciones de productos manufacturados y de lujo, lo que supone un 8% del total de compras que se realizaron, en 1980, a la URSS (830 millones de d¨®lares sobre una cifra de 6.700). Sin embargo, esta propuesta de la Comisi¨®n Europea (¨®rgano ejecutivo de la CEE), ya de por s¨ª bastante simb¨®lica, se aprob¨® con una cl¨¢usula de salvaguardia: se procurar¨ªa que ning¨²n pa¨ªs, comunitario resultara perjudicado.Productos 'sancionados'A la hora de elaborar la lista concreta de productos que podr¨ªan ser sancionados, sin perjudicar por ello a los diez, se ha comprobado que quedaba reducida a su m¨ªnima expresi¨®n. El Reino Unido pidi¨® que se eliminaran las paleles no tratadas; Italia, el amoniaco l¨ªquido; la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA), los textiles, el metanol y la maquinaria de extracci¨®n de minerales; Francia, los relojes y las conservas de crust¨¢ceos.... En definitiva, poco queda: los diamantes, ciertas pieles, el caviar, gambas y salm¨®n... Total, las restricciones a las importaciones sovi¨¦ticas se limitar¨¢n a un 1,1% del comercio actual. Como era de esperar, la reacci¨®n estadounidense ha sido agria.
Claro que la sovi¨¦tica -Mosc¨² no ama los s¨ªmbolos- tampoco ha tardado en llegar. La URSS ha anunciado a Dinamarca -que levant¨® a ¨²ltima hora sus reservas jur¨ªdicas- que ya no est¨¢ interesada en un proyecto conjunto que hubiera supuesto para Copenhague m¨¢s de doscientos millones de d¨®lares.Esc¨¢ndalo
Los europeos siempre han contestado la eficacia y el inter¨¦s de las sanciones econ¨®micas y comerciales contra la URSS. La nueva oleada de presiones norteamericanas llega precisamente cuando ha estallado un esc¨¢ndalo en el Parlamento europeo: un informe de la comisi¨®n muestra palmariamente que durante el embargo de grano decretado por el Gobierno de Jimmy Carter, los diez vendieron m¨¢s trigo y centeno que nunca a la URSS.
Dif¨ªcil tiene pues su trabajo James Buckley. Washington afirma que la tibieza europea perjudica la soluci¨®n de la crisis polaca, mientras que Bonn o Par¨ªs se?alan todo lo contrario: no existe tal debilidad, sino una pol¨ªtica realista.
No se trata de bloquear a la URSS, sino de mostrarle con medidas simb¨®licas la preocupaci¨®n de Europa occidental.
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