Un programa de rearme
AUNQUE LA actitud del ministerio de Defensa espa?ol es la de no dar demasiada importancia al caso, la verdad es que la solicitud del gobierno americano de triplicar los cr¨¦ditos a Espa?a para compra de material b¨¦lico permite suponer que nuestro pa¨ªs se va a ver inmerso en un programa de rearme de considerables proporciones. El presupuesto de defensa espa?ol asciende, en 1982, a 410 mil millones de pesetas. Algo m¨¢s del 50% se destina a gastos de personal y un 17 a gastos de transporte, conservaci¨®n y reparaci¨®n del equipo. Solo un 32%, es decir, 128 mil millones de pesetas, se reserva para inversiones en nuevos armamentos, y los Estados Unidos se proponen ahora facilitarnos la financiaci¨®n para la compra de armas americanas por valor de cuarenta mil millones de pesetas. Todo indica que esta cifra ser¨¢ adicional al esfuerzo del propio gobierno de Madrid por incrementar los gastos militares.En la actualidad, el gasto total del ministerio de Defensa representa el 11% del presupuesto del Estado y el 2,2% del PNB, es decir, de? valor total de bienes y servicios producidos por el pa¨ªs en un a?o. Est¨¢n todav¨ªa por debajo del 5% y 4%, que representan, tambi¨¦n en t¨¦rminos del PNB, los de Inglaterra y Francia, e incluso no alcanzan el objetivo del 3% propuesto por la OTAN a los pa¨ªses miembros. Pero el crecimiento de los gastos de defensa se ha acelerado en Espa?a en los ¨²ltimos a?os y las disposiciones legales pendientes para la modernizaci¨®n de las Fuerzas Armadas seguir¨¢n impuls¨¢ndolos hacia arriba.
Dentro del marco de las negociaciones hispano-norteamericanas y con el punto de mira apuntando a nuestra integraci¨®n en la OTAN, el gobierno de Washington ha hecho al Congreso la solicitud mencionada de un cr¨¦dito para Espa?a -para compra de armamento- del orden de los 400 millones de d¨®lares (40.000 millones de pesetas). Se trata de un cr¨¦dito FMS (foreing military sales), cuyas condiciones son mejores que las de un cr¨¦dito financiero normal. Los plazos de pago son m¨¢s alargado!; y los tipos de inter¨¦s inferiores en algunos puntos al que ofrece la banca norteamericana a sus mejores clientes. La financiaci¨®n ofrecida triplica con creces las anteriores cifras de cr¨¦dito para an¨¢loga finalidad.
La f¨®rmula del cr¨¦dito, aparentemente, es m¨¢s costosa que las donaciones, puesto que hay que devolverlo y pagar intereses. Pero las donaciones de equlpos b¨¦licos, muchas veces anticuados, ten¨ªan un alto coste de entretenimiento que no se contabilizaba. La inclusi¨®n de nuestro pa¨ªs en una lista de naciones m¨¢s favorecidas para la concesi¨®n de cr¨¦ditos para rearme se enmarca en la pol¨ªtica general del presidente Reagan de fortalecimiento militar frente al Este. Salvo Israel, Grecia y Espa?a ninguno de los nueves pa¨ªses prioritarios -entre los que se encuentran Turqu¨ªa y el Salvador- mantiene reg¨ªmenes democr¨¢ticos y Argentina, Chile y Guatemala, que hab¨ªan sido borrados por Carter de la lista de beneficiarios han vuelto a ella. La situaci¨®n puede, pues, considerarse de muchas maneras, y una mirada al mapa hace suponer que el rearme espa?ol se pretende con vistas no solo a nuestro ingreso en la OTAN, sino tambi¨¦n de cara a una eventual subida de la tensi¨®n en el Med¨ªterr¨¢neo y Norte de Africa.
En lo que se refiere a los aspectos estrictamente econ¨®micos de la operaci¨®n, una r¨¢pida mirada hacia el pasado descubrir¨ªa que no ha existido de una manera regular una coordinaci¨®n fluida entre las necesidades de equipo de las fuerzas armadas y las posibilidades de la. industria nacional suministradora. A diferencia de otros, pa¨ªses, la industria espa?ola ha carecido de referencias, suficientes para programar sus actividades en este terreno y las Fuerzas Armadas no se han mostrado tampoco como los m¨¢s exigentes compradores. Algunos concursos nacionales para la adquisici¨®n de material convocados por las Fuerzas Armadas dejan un excelente margen de maniobra a los suministradores; por lo dem¨¢s la transparencia del mercado es muy escasa y se ponen toda clase de obst¨¢culos y dificultades para la concurrencia de nuevos competidores. En los aspectos pol¨ªticos merece la pena se?alar la escas¨ªsima informaci¨®n que sobre estas cuestiones obtiene el contribuyente espa?ol, el secretismo de la pol¨ªtica militar y en definitiva la suposici¨®n de que este es un terreno vedado al debate y al disentimiento so pena de males mayores. El cr¨¦dito americano, si se confirma, constituir¨¢ empero el 32 por ciento de los gastos para adquisici¨®n de nuevo material de nuestros ej¨¦rcitos y bien merece se?alar al Parlamento la necesidad de que incremente su protagonismo y sus responsabilidades en la administraci¨®n de estos dineros. La pol¨ªtica militar del gobierno est¨¢ sometida hoy a serias dudas por parte de la opini¨®n p¨²blica dada la inhibici¨®n inconcebible que el ministerio de Defensa est¨¢ mostrando ante las denuncias y arrogancias que se suceden en el juicio del 23-F. La suposici¨®n de que a esta debilidad se suma la de emprender un rearme indiscriminado sin m¨¢s motivaciones que las indicaciones precisas del Pent¨¢gono o del cuartel general de Bruselas -indicaciones que desconocemos por lo dem¨¢s los espa?olitos rearmados- amenaza con hacer aumentar la desconfianza de la sociedad civil respecto al comportamiento gubernamental en las cuestiones militares.
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