Varias conferencias episcopales se oponen a que el Opus cambie de estado jur¨ªdico
Juan Pablo II est¨¢ encontrando cada vez mayores dificultades para poder conceder al Opus Dei el privilegio de convertirse en una prelatura nullius cum propio populo, como desde hace tiempo han pedido a la Santa Sede los seguidores de Escriv¨¢ de Balaguer, cuya causa de beatificaci¨®n acaba de ponerse en marcha. Ahora se ha podido saber de fuentes muy seguras que no es exacto que el Papa haya otorgado ya al Opus Dei el reconocimiento de prelatura nullius, como se hab¨ªa dicho en la Prensa internacional.
Entonces se hab¨ªa tratado ¨²nicamente de una consulta hecha por Juan Pablo II a todos los obispos del mundo, pidi¨¦ndoles su opini¨®n sobre la posibilidad de conceder al Opus este estado jur¨ªdico. Nada m¨¢s. La noticia de que el Papa hab¨ªa puesto ya la firma al documento hab¨ªa nacido equivocadamente del hecho de que el mismo portavoz de la curia generalicia del Opus en Roma hab¨ªa dado a entender que el asunto estaba zanjado, ya que afirm¨® entonces: "Obispos amigos nos han enviado sus felicitaciones". Lo que ocurri¨® es que, tanto la congregaci¨®n de obispos, que es la promotora de esta iniciativa, como los obispos m¨¢s cercanos a la Obra, al haber recibido la carta del Papa en la que les pregunta su opini¨®n sobre el tema, dieron por hecho que todos los obispos iban a responder afirmativamente. Pero ahora ha llegado la sorpresa. Algunas conferencias episcopales, como Francia y Espa?a, por ejemplo, han respondido ya negativamente, y tambi¨¦n Italia estaba, las ¨²ltimas semanas, preparando una respuesta contraria a que al Opus se le concediera dicho estado jur¨ªdico.Por lo que se refiere a Espa?a, la comisi¨®n permanente del episcopado tom¨® la decisi¨®n por unanimidad, hasta el punto de que uno de sus miembros lleg¨® a afirmar: "Si un d¨ªa el Papa les concediera igualmente la prelatura nullius, nosotros no tendremos remordimientos de conciencia, ya que nuestro no ha sido muy claro". De hecho, cuando ¨²ltimamente los obispos espa?oles pasaron por Roma, para la visita ad limina con el Papa, muchos de ellos se hab¨ªan sorprendido ante Juan Pablo II de que se le quisiera dar al Opus esta independencia de la prelatura nullius cum proprio populo. Y el Papa les respondi¨® que ¨¦l hab¨ªa ¨²nicamente pedido el parecer a todos los obispos, los cuales son libres de expresar su opini¨®n. Ahora el problema es hasta qu¨¦ punto la respuesta negativa de algunas conferencias episcopales, junto con el parecer favorable que l¨®gicamente llegar¨¢ de otras de ellas, podr¨¢ ser vinculante para el Papa y para la congregaci¨®n de obispos.
Por otra parte, la crisis de los jesuitas hace que cada d¨ªa est¨¦ m¨¢s sobre el tapete, en Roma, la cuesti¨®n del Opus. Mientras Juan Pablo II recuerda a los hijos de San Ignacio que, como congregaci¨®n sacerdotal, deben insistir en su "misi¨®n espiritual", dejando al mundo seglar el empe?o pol¨ªtico y social, el Opus est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s decidido a reivindicar, al rev¨¦s, su papel de instituci¨®n seglar. Mientras a los jesuitas se les proh¨ªbe ejercer las profesiones donde existan seglares que puedan hacerlo, como la medicina, la ense?anza de las ciencias profanas, el sindicalismo, el periodismo o, incluso, la pol¨ªtica activa, el Opus Dei se caracteriza por vivir la consagraci¨®n religiosa "injert¨¢ndose en todas las profesiones para santificarlas"
Sobre el apoyo real que el papa Wojtyla est¨¦ dando a este nuevo ej¨¦rcito de la Iglesia, las versiones en Roma son, hoy, muy contradictorias. Los hay que hasta jurar¨ªan que el Papa ha hecho, ante la tumba de Escriv¨¢ de Balaguer, su consagraci¨®n personal al Opus, como una vez los papas se hac¨ªan terciarios franciscanos. Otros aseguran que es el Opus mismo quien busca todas las ocasiones de presentar a Juan Pablo II como gran simpatizante de la obra, al rev¨¦s de Pablo VI, que nunca acept¨® el concederles el reconocimiento jur¨ªdico que ellos deseaban. Se advierte a este respecto, que la visi¨®n social del papa Wojtyla es m¨¢s avanzada que la del Opus.
Pero no falta quien afirma que a este Papa el Opus le sirve, sobre todo, para una penetraci¨®n religiosa camuflada en los pa¨ªses comunistas del este europeo, donde pueden entrar como economistas o como profesores de universidad, sin que se sepa que son de un instituto religioso, cosa que, por ejemplo, no pueden hacer los jesuitas. Y los m¨¢s malignos no esconden que la potencia econ¨®mica del Opus tampoco disgusta al Vaticano, en un momento en que los responsables de las finanzas no ocultan que se encuentran en un per¨ªodo de vacas flacas.
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