El bailar¨ªn y el trabajador
Ya don Jacinto Benavente gustaba de aleccionarnos a los espa?oles, antes de la guerra, con par¨¢bolas como la del bailar¨ªn y el trabajador (clara par¨¢frasis moral de la cigarra y la hormiga), porque nuestra sociedad ha necesitado siempre ese adoctrinamiento supuestamente intelectual del teatro, esa docencia mondaine, y nunca nos ha faltado, entre los famosos "predicadores sagrados" de los jesuitas, un predicador sagrado en laico, desde Benavente a hoy. Hoy, el bailar¨ªn y el trabajador son Antonio Garrigues y Adolfo Su¨¢rez.
Todav¨ªa no han encontrado el pico de oro que los cante, y no voy a ser yo, que tengo otras cosas de oro, pero no el pico. Puesto a encontrarle explicaciones literarias a Adolfo Su¨¢rez (la literatura es siempre lo que m¨¢s explica, aunque no tendr¨ªa por qu¨¦ explicar nada), yo he elaborado la tesis balzaciana del modelo Luci¨¦n de Rubempr¨¦, que Carlos Ollero me corrige o perfecciona mediante el modelo Rastignac. Su¨¢rez/Rubempr¨¦ es el parvenu que empieza llevando maletas en la estaci¨®n de Avila, para pagarse los estudios, y llega a presidente del Gobierno. Hoy est¨¢ enfrentado a muerte, siquiera sea una muerte de papel, period¨ªstica, con Antonio Garrigues-Walker, en lo pol¨ªtico, en lo social y yo dir¨ªa que incluso en lo sentimental, a lo mejor. 0, m¨¢s bien, es AG/W quien se enfrenta con Su¨¢rez, le alude o le elude, seg¨²n los casos. Su¨¢rez, en su pagoda de Antonio Maura, ignora al diletante de la pol¨ªtica, el amateur, el na?f, al elitista. El parvenu, qu¨¦ cosas, parece Antonio Garrigues.
Porque Su¨¢rez, chico de clase media (en este pa¨ªs lo ha dado todo la clase media, de Cajal a Aza?a), ha aprendido ya las supremas elegancias de la pol¨ªtica: las elegancias del silencio. Puesto uno a buscarle un modelo literario a Antonio Garrigues, buen amigo que tambi¨¦n se lo merece, pienso yo en quien ya he citado, alg¨²n hermoso segund¨®n de Valle-Incl¨¢n, o sea, Cara de Plata, aunque me gustar¨ªa, asimismo, revisar la tesina con Ollero. Estos hermosos segundones (lo vemos por Shakespeare, en El rey Lear, que ahora van a hacer Narros/Rabal, lo vemos por Valle en la saga de los Montenegro) suelen salir ambiciosos, descontentos, ir¨®nicos, burlones, revoltosos, van a la guerra pol¨ªtica en caballo blanco multinacional, y van m¨¢s por revanchismo familiar que por fe en la guerra ni en la paz. Dicen que alguien le dijo una vez a Garrigues, cuando ¨¦ste tachaba a Su¨¢rez de ex/falangista:
- Su¨¢rez es m¨¢s dem¨®crata que t¨², est¨¢ m¨¢s con el pueblo y el pueblo con ¨¦l, porque surgi¨® del pueblo y la gente lo conoce. Es importante que la gente le conozca a uno.
(Yo no estaba delante: uno procura siempre no estar delante de las cosas que pasan o no pasan delante de uno). Si AG/W ha desembarcado en algunos peri¨®dicos madrile?os para desautorizar la figura de Su¨¢rez, esto me prueba a m¨ª que, si Su¨¢rez fuera Orestes, Garrigues no ser¨ªa m¨¢s que el hombre que se parece a Orestes. Su¨¢rez, a su vez, bloque¨® el congreso liberal de Mallorca, dicen que dicen, impidiendo la asistencia de ministros uced¨¦ (lo cual que iba a ir Susanita recortable, o sea, la Becerril, con su pajarita) Calvo Sotelo, quiz¨¢, duda entre drapearse con los pubs ideol¨®gicos de Garrigues o con los esca?os y los votos de Su¨¢rez, que son muchos.
Se ha invertido el juego, como en el comecocos. Su¨¢rez es ahora el centro/izquierda de p¨¢tina y prestigio, que calla. AG/W, hermoso segund¨®n de gran estirpe, parece el parvenu. Los bailarines de la pol¨ªtica, la transici¨®n, la democracia y las finanzas quieren hacer su revuelta contra los trabajadores de clase media y peque?a burgues¨ªa, que lo han hecho casi todo en este pa¨ªs. Don Jacinto nos lo habr¨ªa contado mejor.
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