Tragedia rosa
Confiesa Fran?ois Truffaut que las historias de amor son las ¨²nicas que unifican al p¨²blico de todo el mundo. Nada m¨¢s l¨®gico, pues, desde esa creencia, que narrar en el cine episodios amorosos donde los celos, la pasi¨®n y el adulterio florezcan como partes esenciales del espect¨¢culo. Seg¨²n esa teor¨ªa, cualquier espectador reconocer¨¢ en las im¨¢genes algo de su propia vida o, al menos, de su entorno.Se equivoca Truffaut, sin embargo, cuando cree que las historias de amor no admiten ya adjetivos, cuando considera que el simple hecho de que una pareja se enamore, aunque sea el suyo un amor prohibido, da pie a una participaci¨®n absoluta del espectador. No es igual relatar la rom¨¢ntica e imposible historia de Jules et Jim, que las an¨¦cdotas intranscendentes de Domicilio conyugal. No es id¨¦ntico contemplar de qu¨¦ manera se destruye una pareja por su af¨¢n de posesi¨®n como ocurr¨ªa en La piel suave o La sirena del Mississipi que la cotidianeidad de un adulterio menor como ahora ofrece en La mujer de al lado.
La mujer de al lado
Director: Fran?ois Truffaut. Gui¨®n: Truffaut, Suzanne Schiffman y Jean Aurel. M¨²sica: George de la Rue. Fotograf¨ªa: William Lubtchansky. Int¨¦rpretes: Gerard Departieu, Fanny Aldant, Henry Garcin, Michele Baumgartner. Francesa, 1981. Drama. Local de estreno: Gran V¨ªa.
Esta ¨²ltima pel¨ªcula del director franc¨¦s prescinde de los elementos po¨¦ticos que han caracterizado su mejor cine. Ha eludido la complejidad para reemplazarla por el panorama de unos seres encorsetados en el que s¨®lo los amantes ofrecen alg¨²n recodo psicol¨®gico. Sus respectivos c¨®nyuges, los vecinos los elementos secundarios de la trama coinciden en una extremada bondad, en una facultad de comprensi¨®n que a veces raya en lo inveros¨ªmil. Hasta esa pareja de amantes que se reencuentra al cabo del tiempo, carece de los complejos atributos de la pasi¨®n que interpretan. Parecen repetir un texto antiguo, otro gui¨®n de Truffaut, ahora depurado.
Es indiscutible la habilidad del director para escalonar los ingredientes de su pel¨ªcula de forma que la apariencia de algo grave sustituya la aut¨¦ntica reflexi¨®n. Al llegar al desenlace de su drama, de un amor que ¨¦l hace imposible con la misma facilidad con que podr¨ªa transformarlo en viable, tenemos la impresi¨®n de no conocer las ¨²ltimas razones de tanta tragedia. Las novelitas de amor coinciden en este aspecto con La mujer de al lado: han podido entretener durante hora y media pero sin acercarse a la realidad, sustituyendo la violencia por la bonhom¨ªa. Si en los a?os cl¨¢sicos, el amor en el cine era visto con ojos edulcorados, la tragedia de Truffaut hereda parcelas de aquella cursiler¨ªa.
Muchos espectadores, sin embargo, reaccionan ante la pel¨ªcula con entusiasmo, siguiendo paso a paso las vicisitudes de la pareja, quiz¨¢ seducidos por la frescura interpretativa de Fanny Ardant. El p¨²blico, pues, se divide en la opini¨®n, llegando el caso, seg¨²n se comprob¨® el d¨ªa del estreno de que algunas espectadoras se irriten por considerar impertinente el activismo de la protagonista cuando, en su teor¨ªa, la mujer no deber¨ªa secundar las peticiones pecaminosas de su amante ni, mucho menos, provocarlas.
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