Tres horas que aburrieron al mundo

En la pel¨ªcula M¨¦xico insurgente, el director frances Paul Leduc se esforz¨® por divulgar la actividad pol¨ªtica del periodista norteamericano John Reed durante la revoluci¨®n de Villa, el documento se abr¨ªa a una consideraci¨®n de la personalidad de su protagonista tanto como al replanteamiento de las contradicciones hist¨®ricas de los l¨ªderes de la guerrilla.Warren Beatty, en cambio, con el presupuesto econ¨®mico m¨¢s alto de la historia del cine, seg¨²n anuncia su publicidad, no ha logrado en las tres horas y cuarto que duras Reds ofrecer una imagen tan rica y compleja. Obligado por la estructura de un filme industrialmente ambicioso, ha considerado como mejor veh¨ªculo para atraer al p¨²blico el de concentrarse en la vida amorosa y sexual de su biografiado, limitando a un correcto segundo plano lo que precisamente hace de John Reed una personalidad sugestiva: el debate moral entre las obligaciones profesionales y su ardor de militante.

La narraci¨®n se interrumpe de cont¨ªnuo para escalonar las tres distintas partes que la constituyen: la guerra, con caballos y tanques que justifiquen el presupuesto, la inquietud pol¨ªtica de Reed en largas disertaciones, dobladas sin convicci¨®n por los actores espa?oles, y el amor que todo lo preside hasta el punto de que en plena batalla Reed piensa especialmente en su mujer, m¨¢s a¨²n, de que se reconcilie sexualmente con ella al son de la Internacional. El resultado de esas partes distintas es prolijo, confuso.

Hay una mec¨¢nica interior del cine norteamericano de alto presupuesto que tiene m¨¢s fuerza que la de guionistas y directores unidos. El "espect¨¢culo" priva y en funci¨®n de ¨¦l se sacrifican las mejores intenciones. No hay que dudas de la disposici¨®n de Warren Beatty al acometer como guionista, productor, actor y director, una pel¨ªcula sobre la vida de John Reed, pero s¨ª apesadumbrarse ante su impotencia. Beatty logra s¨®lo espor¨¢dicamente sujetar las riendas de su proyecto, conduciendo la historia por los caminos de la informaci¨®n o el melodrama. Pero se impone el criterio econ¨®mico y los aciertos quedan sepultados por el cart¨®n-piedra.