"No me voy a dejar influir por presiones corporativas"
Pregunta. ?C¨®mo se puede explicar que despu¨¦s de cuatro a?os y de tres pactos sucesivos con el principal partido de la oposici¨®n, por parte de tres ministros diferentes, no pueda sacarse adelante una ley y que ahora se empiece a hablar de unos decretos que habr¨¢n de pactarse con los colectivos de profesores? ?No es l¨®gico extraer la conclusi¨®n de que la universidad est¨¢ secuestrada por algunos de sus funcionarios?Respuesta. Para m¨ª ha sido una gran contrariedad el que esta ley no haya salido adelante. Tengo que decir que ha habido una aut¨¦ntica oleada en contra. Es cierto que ¨²nicamente se han o¨ªdo las voces discrepantes y que estas voces eran, en la mayor¨ªa de los casos, contradictorias entre s¨ª, y esto hay que tenerlo muy en cuenta. Porque se ha escrito constantemente en la Prensa que todo el mundo estaba contra la LAU, pero lo que no se ha ponderado es esta contraposici¨®n entre las cr¨ªticas de unos y las de otros.
P. Pero esto precisamente es lo que deber¨ªa avalar la validez de la ley. Se dice siempre de la Constituci¨®n que lo interesante de ella es que no pertenezca a ning¨²n partido concreto.
R. Efectivamente, pero yo no quiero olvidar que en la carta famosa de los catedr¨¢ticos se acababa diciendo que todos estaban en contra. Ha habido una excesiva ponderaci¨®n de las voces, y no se han valorado los silencios. En medio de la avalancha de cr¨ªticas, se ha llegado a decir que yo era ya el ¨²nico que defend¨ªa obstinadamente el proyecto de ley, acompa?ado de alg¨²n miembro del partido socialista, tan obstinado como yo, al que por cierto se le achacaba la atribuci¨®n en exclusiva de la ley, y eso tampoco es cierto. Como no lo es la afirmaci¨®n de que este era un proyecto socialista.
Esta no era, evidentemente, una ley socialista. Hab¨ªa l¨®gicamente una coincidencia de puntos de vista, porque, como usted acaba de decir, este es un proyecto que, de acuerdo con la actual distribuci¨®n del poder en Espa?a, deb¨ªa ser acordado con el gran partido de la oposici¨®n. Y as¨ª es como creo que deber¨¢ seguir procedi¨¦ndose. Se ha tensado mucho el arco y se ha roto. Ser¨ªa ingenuo, por otra parte, ocultar que ha habido una oposici¨®n firm¨ªsima a la ley dentro de UCD y por un grupo muy reducido, pero qu¨¦ ha afirmado su punto de vista discrepante de manera constante y muy pertinaz.
P. Se ha hablado de la culpabilidad del PSOE en la retirada de la LAU, pero se sabe que ha habido miembros destacados de UCD que se han pasado los ¨²ltimos meses ironizando sobre el tiempo que tardar¨ªa usted en dimitir. Parece que en su partido se practica con verdadera fruici¨®n el deporte del tiro al blanco con el ministro de Educaci¨®n de turno.
R. Yo he estado trabajando tan intensamente no s¨®lo en la ley de Autonom¨ªa Universitaria, sino tambi¨¦n en muchas otras cuestiones de mi departamento, que no me he ocupado de lo que pod¨ªamos denominar la t¨¢ctica del rumor y a veces incluso de la invectiva contra la labor del ministro de Educaci¨®n y Ciencia, y concretamente contra sus planteamientos sobre la ley.
Creo que conozco suficientemente bien la universidad. Yo ahora estoy de ministro, pero soy universitario desde los veintid¨®s a?os. Tengo la ventaja de conocer otros modelos universitarios, y no me voy a dejar influenciar por posiciones radicales de quienes consideran que el cambio es imposible, porque confunden el cambio de los elementos esenciales con el cambio que las instituciones requieren para adecuarse a las demandas de nuestra ¨¦poca. Yo le puedo asegurar que no me voy a dejar impresionar por toda esta serie de presiones y de adherencias a modelos absolutamente periclitados. A la universidad hay que dotarla de un cambio y hay que enfrentarlo de una manera prudentemente innovadora. Y no me voy a dejar influenciar ni por posiciones que no aceptan el cambio por principio, ni por quienes est¨¢n llenos de recelos porque temen perder los privilegios que en estos momentos puedan ostentar, ni tampoco por posiciones de ideolog¨ªas que yo no comparto y que tienden a otros modelos de universidad y de sociedad que tampoco comparto.
'No he hablado en ning¨²n momento de culpabilidades'
P. Pese a que se ha hablado de la culpabilidad del PSOE en la retirada de la ley, ¨¦sta se ha venido pactando con este partido siempre, con mayor o menor acuerdo, por un ministro socialdem¨®crata, por un ministro democristiano, por un ministro... independiente, si es que usted acepta esta clasificaci¨®n, dentro de lo que se vienen llamado habitualmente las familias de UCD. Entonces, uno se pregunta: ?Qu¨¦ alternativa queda ya? ?Qu¨¦ clase de ley se puede hacer para la universidad, desde el punto de vista de UCD? Parece esto un callej¨®n sin salida.
R. No. Yo creo que la soluci¨®n est¨¢ en volver a dar a la instituci¨®n universitaria el papel y la participaci¨®n que quiz¨¢ ha ido diluy¨¦ndose a lo largo del per¨ªodo tan dilatado de tiempo que hemos gastado en esta ley. Lo que ha pasado es que se ha estado constantemente alrededor de un mismo eje y que el remedio estaba en salirse del laberinto y empezar a pensar de nuevo en la soluci¨®n del problema.
Pero debe quedar claro que yo no he hablado de culpabilidades en ning¨²n momento. Yo he dicho que est¨¢bamos en un punto que, a pesar de todo, no se pod¨ªa seguir adelante y que los equilibrios propios de una ley que necesita un respaldo suficiente estaban contribuyendo a estropearla, y que yo no pod¨ªa contribuir a prolongar ni por un d¨ªa m¨¢s las expectativas de la universidad. Entre otras cosas, lo que no se pod¨ªa hacer es decirles a los profesores no numerarios que vamos a esperar ocho, nueve meses, un a?o, que es el tiempo que vamos a necesitar para disponer de una nueva ley, para empezar a resolver sus problemas.
P. Bien, pero quiz¨¢ no habr¨ªa que hablar s¨®lo para los universitarios. Usted dice que no ha habido culpabilidades, pero el hombre de la calle tal vez quiera saber c¨®mo es posible que los intelectuales, quienes est¨¢n en la te¨®rica c¨²spide de la intelectualidad, no sean capaces en cuatro a?os de hacer una ley para adecuar la universidad a los tiempos que vivimos, que se pueda hacer una ley para el mundo del trabajo, para el Ej¨¦rcito, para la escuela, y que no se pueda hacer una ley para la universidad. ?Qu¨¦ es lo que pasa?
R. Pues lo que pasa es que debe reconducirse a trav¨¦s de quienes representan democr¨¢ticamente a las universidades. Lo digo con toda sinceridad. Yo creo que precisamente por esta larga andadura ha llegado un momento en que han pesado m¨¢s cuestiones que ya no ten¨ªan un contacto directo con la realidad universitaria que aquellas que emergen de la propia vida universitaria de cada d¨ªa.
Yo comprendo muy bien su insistencia en la pregunta. ?Qu¨¦ pasa con la LAU, qu¨¦ maleficio tiene? Pues el maleficio es que lleva demasiado tiempo fuera de su ¨¢mbito y fuera de su verdadero manantial, si es que en alg¨²n momento esta ley ha tenido este origen y este manantial de la propia instituci¨®n universitaria...
'Las universidades son plenamente democr¨¢ticas'P.
Pero -perd¨®n por interrumpirle- parece que estamos volviendo otra vez a las Cortes org¨¢nicas. La primera ley de la universidad que quiere hacer el Estado democr¨¢tico, unas Cortes democr¨¢ticas, no se puede hacer, y ?cu¨¢l es la salida? ?Una serie de medidas urgentes, como usted las ha llamado, v¨ªa decreto, pactadas puntualmente con todas y cada una de las corporaciones afectadas?
R. No hay que olvidar que las actuales universidades, sin excepci¨®n alguna, tienen una representaci¨®n plenamente democr¨¢tica. Es decir, que los rectores representan a las universidades. No estamos ni mucho menos en el supuesto de la democracia org¨¢nica. Efectivamente, las leyes las hace el Parlamento, pero yo creo que despu¨¦s de todo lo que ha pasado con la ley anterior, lo que hay que hacer es volver a la inspiraci¨®n inicial y esta inspiraci¨®n tienen que darla unas corporaciones que en estos momentos son plenamente democr¨¢ticas.
P. El art¨ªculo segundo del proyecto ahora retirado dec¨ªa, de forma casi ofensiva para los universitarios, que la universidad no es propiedad de quienes en un momento determinado est¨¢n en ella. Al final, uno tiene la impresi¨®n de que ese art¨ªculo ten¨ªa todo su sentido.
R. Yo creo que la universidad es una gran instituci¨®n que cumple una funci¨®n de primera magnitud, pero no caben iron¨ªas a este respecto. Desde luego, ese art¨ªculo habr¨¢ que mantenerlo en el nuevo proyecto, porque es cierto que hay algunos que piensan que la universidad es de ellos y adem¨¢s de forma exclusiva. Lo que no puede hacerse en modo alguno es escandalizarse porque ahora entremos en un proceso de consulta a las organizaciones y coordinadoras de profesores.
P. No quisiera que el ministro sacara la conclusi¨®n de que se est¨¦ criticando la apertura de un proceso de consultas con los profesores para resolver sus problemas. Lo que interesa saber es por qui¨¦nes y por qu¨¦ se ha armado el gran esc¨¢ndalo en el momento en que se incorporaron al proyecto de ley algunas f¨®rmulas que parec¨ªan intentar resolver el problema del profesorado no numerario.
R. No ser¨ªa justo decir que s¨®lo fue por el problema de los no numerarios. Es cierto que ha sido uno de los temas m¨¢s pol¨¦micos, porque aqu¨ª caben todos los puntos de vista. Tenemos que leer con m¨¢s frecuencia la Constituci¨®n, y no perder de vista que ella reconoce la autonom¨ªa de la universidad, pero tambi¨¦n dice c¨®mo debe ejercerse la funci¨®n p¨²blica.
P. Pero si tantas suspicacias ha despertado la soluci¨®n que se daba en la ¨²ltima redacci¨®n del proyecto a este problema y tanta virulencia ha suscitado, ?qui¨¦n asegura que por la v¨ªa de decreto se va a resolver y que la soluci¨®n que se encuentre no vaya a generar mayores conflictos?
R. Porque es una soluci¨®n m¨¢s inmediata, porque una de las razones de que yo haya dicho al Gobierno que se hab¨ªa perdido el hilo conductor de esta ley era precisamente porque no se pod¨ªa retrasar ni por un d¨ªa m¨¢s la soluci¨®n de un problema que afecta a un colectivo cuyos contratos vencen anualmente. Eso por una parte y, por otra, como se trataba de soluciones propias de disposiciones transitorias, la nueva v¨ªa puede ser incluso m¨¢s efectiva. Y tenemos que replantearnos el problema general del profesorado a la luz de lo que indica la Constituci¨®n. Porque cuando el art¨ªculo 103 dice que se accede a la funci¨®n p¨²blica y ¨¦sta, como dice el art¨ªculo 3, es una funci¨®n p¨²blica.
P. Yo le rogar¨ªa que me respondiese muy concretamente a esta pregunta: ?Se puede hacer en este pa¨ªs una ley para la ense?anza, para la educaci¨®n, que no est¨¦ mediatizada exclusivamente por los intereses Corporativos?
R. S¨ª, se puede hacer. Yo he demostrado que el Gobierno puede escuchar pero no seguir necesariamente las presiones de un lado y de otro y en un momento muy delicado para el destino de la LAU; yo hubiera podido utilizar la presi¨®n extraparlamentaria y no la utilic¨¦. He consultado al Consejo de Rectores en un momento delicado, y al terminar, a pesar de que fue mayoritariamente favorable a la posici¨®n que yo en aquellos momentos representaba, precisamente por respeto al Parlamento dije que no quer¨ªa que se hiciese p¨²blico. Ya se encargaron, precisamente por estos intereses corporativos a los que usted alude, de hacerlo p¨²blico, pero yo no lo hice. Yo tengo bien claro que en estos temas que tienen un profundo trasfondo t¨¦cnico es necesario escuchar a todo el mundo, pero no dejarse llevar por presiones corporativas. Tiene usted toda la raz¨®n. Me he pasado todo un mes escuchando constantemente presiones y las que han predominado son las encaminadas a la defensa de los intereses corporativos, pero en esta defensa no me encontrar¨¢n nunca.
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