La seguridad de los ciudadanos franceses enfrenta a los ministros del Interior y de Justicia
Los problemas de la seguridad y la libertad enfrentan a dos de los ministros socialistas m¨¢s importantes del Gobierno franc¨¦s, que encabeza el primer ministro Pierre Mauroy, y acent¨²an las divergencias en el seno de mayor¨ªa que sostiene al presidente Fran?ois Mitterrand. El titular de la cartera del Interior, Gaston Defferre, que se opone al de Justicia, Robert Badinter, desea facilitar los controles policiales de identidad y el uso de las armas por parte de las fuerzas del orden.
A lo largo del primer a?o del septenio de Mitterrand, que se cumplir¨¢ el pr¨®ximo mes de mayo, gran cantidad de conflictos y contradiccion,es han enfrentado, en m¨²ltiples ocasiones, a personalidades gubernamentales o de la mayor¨ªa socialista-comunista que gan¨® las elecciones el verano pasado.Pero la divergencia m¨¢s grave es la que opone ahora a Gaston Defferre y a Robert Badinter, se admite con unanimidad. El conflicto gira en torno a la correcci¨®n definitiva de la ley sobre la seguridad de los ciudadanos, que debe reemplazar a Seguridad y libertad, la normativa que en 1980 estableci¨® el poder giscardiano.
Una ley "fascistoide"
Los socialistas consideraban esta ley comofascistoide y canalla. Las actitudes diferentes de Defferre y Badinter, y las dudas de todo el Gobierno, retrasaron ya la adopci¨®n de esa nueva normativa por el Consejo de Ministros la semana ¨²ltima.Pero la bomba Defferre hizo explosi¨®n anteayer, cuando el ministro del Interior afirm¨®, ante un grupo de dirigentes policiales, y a la vista de los problemas crecientes provocados por el terrorismo y por la inseguridad ciudadana, que cualquier polic¨ªa, en cualquier lugar y en todo momento, podr¨¢ efectuar controles de identidad. Y, de igual manera, las fuerzas del orden podr¨¢n abrir fuego contra una persona, no s¨®lo en caso de leg¨ªtima defensa, sino tras una simple intimidaci¨®n.
Quiz¨¢ por pura casualidad, ayer, en plena ciudad, un polic¨ªa mat¨® de un tiro a un ratero al que persegu¨ªa y que intent¨® secuestrar a un peat¨®n para defenderse, amenaz¨¢ndole con un cuchillo.
Este desacuerdo fundamental entre los dos ministros, apoyados cada uno de ellos por una parte de la opini¨®n y de la mayor¨ªa gobernante, pone en juego las relaciones entre el Estado y los ciudadanos, y el futuro en Francia de las libertades individuales. Por ello, en el caso de los socialistas, se presenta como una prueba de fuego de su identidad.
Esta cuesti¨®n, y la de los derechos del hombre en general, es la que m¨¢s, y con m¨¢s fuerza, ha manejado la izquierda socialista de este pa¨ªs para definirse frente a la derecha. El propio Mitterrand, en una de sus ¨²ltimas manifestaciones p¨²blicas, resumi¨® en uno solo los objetivos de toda la gesti¨®n del socialismo a la francesa: conquistar "nuevos espacios de libertad".
En base al lema Francia, campeona de las libertades, con el que los socialistas han matasellado toda su acci¨®n, ayer, el editorialista del diario Le Matin, de sensibilidad gubernamental, se preguntaba "si la izquierda puede practicar el mismo lenguaje que la derecha y, con mayor raz¨®n, prever un comportamiento m¨¢s represivo". El ministro de Justicia, Robert Badinter, p¨²blicamente, se ha opuesto radicalmente a las opciones de Gaston Defferre. El primer ministro, Pierre Mauroy, este lunes, recibir¨¢ a ambos para intentar encontrar un compromiso.
A este patinazo del equipo gubernamental (Robert Badinter hace casi dos semanas que ya le hab¨ªa entregado a la Prensa, como definitivo, el texto de su ley liberal sobre la seguridad) se suman varios contenciosos del mismo g¨¦nero.
El m¨¢s importante es el compromiso del primer ministro con la patronal (v¨¦ase EL PAIS de ayer, domingo), por el que se le conceden ventajas fiscales, sociales y financieras para que se decida a invertir con el fin de asegurar el crecimiento previsto (3% en 1982) y, as¨ª, rebajar el paro.
Los comunistas, y una parte de los socialistas, se manifiestan indignados por estos "regalos a la derecha" sin contrapartida formal. En efecto, la patronal francesa no le ha garantizado nada en firme a Pierre Mauroy, a salvo de sus buenas intenciones.
Estos dos asuntos se suman a otros patinazos o divergencias, todos ellos agravados por el rev¨¦s electoral de la mayor¨ªa en los recientes comicios cantonales. Pero m¨¢s que los dem¨¢s, el tema de las libertades y el econ¨®mico plantean una cuesti¨®n de fondo: ?Se trata de pasos en falso de un Gobierno de 42 miembros, de los que cuarenta nunca hab¨ªan ejercido funciones oficiales, o est¨¢n asistiendo los franceses a un cambio de pol¨ªtica?
En cualquiera de los dos casos, Fran?ois Mitterrand, tras su semana japonesa, hoy, a su retorno, se encontrar¨¢ con un equipo dirigente poco m¨¢s que maltrecho, sometido a cr¨ªticas sin cuento y v¨ªctima de la carcajada general de la oposici¨®n. Se espera que el presidente galo, a finales del mes en curso, ofrezca una conferencia de Prensa explicativa al respecto.
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