Responsabilidades de una imprevisi¨®n
EL MENTIS -precisiones- dado por la Compa?¨ªa Telef¨®nica y el Ministerio del Interior, de forma conjunta, a este peri¨®dico en torno a lo sucedido con las medidas de seguridad de la central de R¨ªos Rosas resultar¨ªa ingenuo si no demostrara adem¨¢s la lamentable necesidad imperiosa de la autode:fensa que altos dirigentes de la compa?¨ªa, al amparo de l¨ªderes pol¨ªticos de UCD, ejercitan. La discusi¨®n emprendida es pobre, pues el hecho se puede resum¨ªr en estas premisas:1. O hab¨ªa o no hab¨ªa un dispositivo de seguridad espec¨ªfico para la central.
2. Si lo hab¨ªa, no funcion¨®, y alguien es responsable. Si no lo hab¨ªa, es opini¨®n extendida que resultaba una irresponsabilidad mantener con s¨®lo dos vigilantes jurados una central de la importancia de R¨ªos Rosas.
Los hechos han venido a confirmar esta opini¨®n.
Por desgracia para todos, cuantas informaciones ha sido posible recabar abundan en contestaciones contradictoriamente afirmativas a todas estas interrogantes y reparten responsabilidades por doquier. En primer lugar, seg¨²n todos los datos que ha sido posible reunir, no hab¨ªa un dispositivo especial de seguridad porque en las reuniones conjuntas Telef¨®nica-Ministerio del Interior se desestim¨® esta central como objetivo a proteger, por razones t¨¦cnicas y teniendo en cuenta que el plazo de reparaci¨®n exigido en caso de atentado no ser¨ªa tan largo como si este se cometiera contra otras centrales. Seg¨²n fuentes policiales de absoluta solvencia, la central de R¨ªos Rosas se encontraba en una primera relaci¨®n de centros a vigilar. Si fueron directivos de la Compa?¨ªa Telef¨®nica o mandos medios, expertos en telecomunicaciones, los que dieron su opini¨®n en contrario es algo irrelevante. La responsabilidad pol¨ªtica es de los dirigentes de la empresa. La realidad final es que ¨¦sta manten¨ªa la seguridad de la central con s¨®lo dos vigilantes jurados, y no es cre¨ªble que el Ministerio del Interior hubiera rechazado el prestar una mayor vigilancia si la Telef¨®nica lo hubiera solicitado as¨ª. Esto es muy desagradable de reconocer, pero los hechos demuestran la verdad del aserto. No hubo pr¨¢cticamente dificultades ni resistencia para que un comando, cargado nada menos que con casi doscientos kilos de explosivos, herramientas y accesorios, permaneciera a sus anchas durante m¨¢s de una hora en una central que se ha demostrado era vital para las comunicaciones espa?olas.
Pero por otra parte puede decirse -parad¨®jicamente- que hab¨ªa un servicio especial de vigilancia, toda vez que la polic¨ªa, unilateralmente, hab¨ªa decidido incluir la central de R¨ªos Rosas en la operaci¨®n de alerta general decretada ese fin de semana en Madrid y se supone que agentes de paisano deb¨ªan vigilar el exterior del edificio. Esto demuestra dos cosas: que la no protecci¨®n de la central en el plan original para el Mundial 82 no pod¨ªa ser una decisi¨®n policial, pues es absurdo decidir primero no proteger una cosa para ponerse a protegerla inmediatamente despu¨¦s. Y que hubo un fallo de realizaci¨®n en la operaci¨®n Menta, pues los agentes encargados de cumplimentarla en R¨ªos Rosas han brillado hasta el momento por su ausencia en toda esta historia. Es decir, que la protecci¨®n especial prevista por el Ministerio del Interior no funcion¨® por un fallo humano. Y aqu¨ª tambi¨¦n deben exigirse reponsabilidades al nivel que sea pertinente.
Estas cosas parecen tan evidentes que sonroja tener que polemizar sobre ellas. La nota que pretend¨ªa rectificar la informaci¨®n de EL PAIS del martes pasado fue hecha p¨²blica pocas horas antes de que el peri¨®dico estuviera en la calle, tras intensas gestiones del presidente de la compa?¨ªa con los responsables de la Seguridad del Estado. Resulta obvio que hubo alg¨²n tipo de negociaci¨®n no s¨®lo sobre los t¨¦rminos del ment¨ªs, sino sobre el hecho de que ¨¦ste fuera conjunto del Ministerio del Interior y de la Telef¨®nica. Y que se tard¨® m¨¢s de lo habitual en llegar a un acuerdo sobre algo tan sencillo como determinar si era verdad o mentira lo que dec¨ªa EL PAIS.
La conclusi¨®n de todo el asunto es muy obvia: resulta inadmisible que no se exijan responsabilidades por la situaci¨®n de inseguridad en que Telef¨®nica manten¨ªa la central. Es m¨¢s que preocupante que el Ministerio del Interior se preste, por motivaciones pol¨ªticas, a la publicaci¨®n de notas como la de ayer, que desdicen de la capacidad t¨¦cnica de los mandos policiales para determinar cu¨¢les son los puntos clave a proteger del sistema de comunicaciones espa?ol. Todo lo que se haga para proteger a los directivos de Telef¨®nica se volver¨¢ en este caso irremediablemente en descr¨¦dito de los mandos de la lucha contra el terrorismo. Y es sencillamente bufo, por lo dem¨¢s, pedir colaboraci¨®n a los ciudadanos en la prevenci¨®n del terrorismo y no exigirla a quienes son servidores del poder en cargos de cuantiosa remuneraci¨®n. Si lo de R¨ªos Rosas pod¨ªa haberse previsto, pudo quiz¨¢s haberse evitado. Esa es al menos la impresi¨®n extendida. Esperemos que el Parlamento dilucide hoy los hechos.
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