Genio, arte y torer¨ªa de Manolo V¨¢zquez
Volteaban las campanas de la Giralda mientras Manolo V¨¢zquez toreaba primorosamente al cuarto toro de la tarde. No pod¨ªan oirse las campanas porque los ol¨¦s y las ovaciones eran atronadores. Pero sabemos que tocaban a gloria por el genio, el arte y la torer¨ªa de un diestro veterano que escribe las mejores p¨¢ginas de su historia cuando ya tiene doblado el medio siglo de vida.La tarde de los toreros artistas, la tarde de la expectaci¨®n apasionada, fue de Manolo V¨¢zquez desde que salt¨® a la arena el primer toro. Lo fij¨® en los medios con un suave y como desmayado aleteo de capote y luego se embraguet¨® en unas ver¨®nicas cargando la suerte, de esas de antes de la guerra, de las que dej¨® estructuradas Belmonte en su revoluci¨®n del toreo de capa.
Plaza de Sevilla
24 de abril. Primera corrida de feria.Toros de Socorro S¨¢nchez Delp, desiguales depresencia, primero y tercero peque?os y flojos. Manejables. Manolo V¨¢zquez: dos pinchazos (ovaci¨®n y salida al tercio). Estocada corta baja tirando la muleta y seis descabellos (clamorosa vuelta al ruedo). Anto?ete: pinchazo y estocada corta ca¨ªda (aplausos y salida al terrcio), Estocada atravesada que asoma (aplausos y saludos). Curro Romero: Pinchazo y bajonazo (palmas). Golletazo y tres descabellos (silencio).
Las ver¨®nicas provocaron los primeros ol¨¦s eslplendosos, pero a¨²n habr¨ªa de venir la conmoci¨®n general y fue cuando, en el quite, Manolo V¨¢zquez cit¨® de frente, muy en corto, aguant¨® la arrancada, que ven¨ªa fuerte y vencida, y se ci?¨® en tres chicuelinas de asombro. Las aclamaciones, que se entremezclaban con la ovaci¨®n encendida, le obligaron a saludar montera en mano.
Tarde de maestros
En tarde de maestros que saben manejar el capote y lo hacen con arte, Anto?ete tambi¨¦n ten¨ªa mucho que decir, y lo dijo, al ejecutar dos medias ver¨®nicas, obligando al toro a enroscarse alrededor de su cintura, y al fijar a su primer enemigo en los medios, echando el capote abajo y arqueando la pierna contraria. Ah¨ª qued¨® la t¨¦cnica y el sabor de este torerazo de Madrid, que en el oto?o de su vida, supera las ilusiones, las calidades art¨ªsticas y quiz¨¢ hasta el valor que alentaron su juventud.Era otro estilo, dentro de la tauromaquia cl¨¢sica y Manolo V¨¢zquez lo quiso asumir para fijar al cuarto. Lo hizo en los medios, asimismo arque¨® la pierna contraria y ech¨® el capote abajo; y despu¨¦s, lance¨® con gusto a la ver¨®nica. M¨¢s en el quite a¨²n lleg¨® a superar su interpretaci¨®n de la suerte, dibuj¨® dos ver¨®nicas exquisitas, rematadas con media, que de nuevo pusieron al p¨²blico en pie, entusiasmado con el torero.
Sin embargo, el momento cumbre habr¨ªa de llegar en la faena de muleta a ese toro, primorosa, vahente, inspirada y breve. Empez¨® con unos ayudados a dos manos, ce?idos, dejando Regar y mandando. Sigui¨® con una serie de redondos de impecable temple. Luego, los naturales, en los que el diestro no acab¨® de centrarse. Y, como broche, tres derechazos de frente, de tal belleza y ligaz¨®n, que constituyeron, uno a uno y en conjunto, el monumento viviente al arte de torear.
En el desplante, Manolo V¨¢zquez, al que se ve¨ªa transfigurado, levant¨® la mano, hizo un gesto que pareci¨® dirigirse a alguien del tendido, como envalentonado, quiz¨¢ queriendo pasarle por delante de los ojos la evidencia de su toreo. De cualquier forma, no le entendimos bien. Y adem¨¢s, ni importaba aquello. Lo que de verdad importaba era el momento debido, el arte incomparable, del que nos hab¨ªa colmado con solo tres muletazos instrumentados al aire. Entonces debi¨® ser cuando empezaron a voltear las campanas de la Giralda y no pararon hasta despu¨¦s de la vuelta al ruedo, que transcurri¨® clamorosa, a pesar de que el propio torero hab¨ªa parecido empe?ado en emborronar su triunfo con un bajonazo horrendo y media docena de feos golpes de descabello que no agradaron a nadie.
En el resto de la corrida hubo detalles, lo cual ya es mucho cuando surgen de la inspiraci¨®n de toreros aut¨¦nticos. En la faena de muleta al primer toro, Manolo V¨¢zquez s¨®lo pudo esbozar pinceladas de su arte, pues el animal sali¨® moribundo del primer tercio y apenas ten¨ªa arrancada.
El segundo de la tarde era bravo, pero sobre todo exhib¨ªa casta, y Anto?ete, que lo dobl¨® con garbo y torer¨ªa en unos ayudados por bajo eficaces, no consigui¨® centrarse en el toreo al natural, sobre el que mont¨® el trasteo. En todos los pases sufri¨® enganchones de la franela, y opt¨® por abreviar. Al quinto, un manso aquerenciado en tablas, lo porfi¨® con la izquierda muy valent¨®n y no pudo haber m¨¢s.
Curro estuvo de espectador, lo cual se le da bien: tiene oficio. Intent¨® un quite por ver¨®nicas, se confi¨® en tres o cuatro redondos a su primero para arrepentirse de inmediato y pegar la espantada, le quit¨® las moscas al sexto y, sobre todo, vio la corrida de cerca, desde la barrera, que es lo bueno. Ayer era lo bueno. Ver torear a Manolo V¨¢zquez en vena de inspiraci¨®n, crecido y con casta, es una delicia para el p¨²blico y para los propios toreros. Y para la Giralda, que trepid¨® de emoci¨®n y se puso a tocar a gloria.
Gran ambiente taurino en Sevilla
La expectaci¨®n que hay en Sevilla por las corridas de la feria es muy grande y supera notablemente a la de a?os anteriores. La base de este gran inter¨¦s que tiene el p¨²blico es los carteles de las corridas, en general muy bien rematados y con repetici¨®n de diestros que gozan del m¨¢ximo inter¨¦s entre los aficionados.
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