Tercer a?o de ayuntamientos democr¨¢ticos
Al estar ya en el tercer aniversario de la constituci¨®n de los ayuntamientos resultantes de las elecciones de abril de 1979, nos encontramos con un plazo de tiempo que permite realizar unas reflexiones y analizar las actuaciones que a lo largo de este per¨ªodo han ocupado gran parte de la vida municipal.El a?o 1979 fue el de la toma de contacto, que permiti¨® enterarse desde dentro c¨®mo funcionaba la m¨¢quina municipal; la mayor¨ªa de los ayuntamientos actuaron con presupuestos prorrogados y no se produjeron cambios de fondo que permitieran diferenciar los estilos de gobiernos entre una y otra ¨¦poca de manera manifiesta.
El a?o 1980 se emple¨® en la gesti¨®n necesaria para adecuar las. estructuras municipales al trabajo' que se hac¨ªa preciso iniciar. Fue el a?o de la consolidaci¨®n y de la salida al exterior de los alcaldes para un intercambio de ideas e iniciativas que permitiera, con el conocimiento adquirido, dar una mayor eficacia a nuestras corporaciones. Ya se conoc¨ªa la realidad de la que part¨ªamos, y se hab¨ªan consolidado unas m¨ªnimas bases de funcionamiento. Por otro lado, los cambios puntuales en la legislaci¨®n permit¨ªan una mayor clasificaci¨®n presupuestaria y un conocimiento m¨¢s exhaustivo de la situaci¨®n financiera.
Pero fue 1981 el a?o de los cambios, si no todos los que hubi¨¦ramos deseado, s¨ª al menos los que han permitido gobernar algo mejor una nave en donde no siempre los distintos grupos pol¨ªticos que la ocupaban reinaban en la misma direcci¨®n.
Se anul¨® el que determinados acuerdos tuvieran que ser adoptados por dos tercios de la corporaci¨®n, se agiliz¨® el tratamiento de la gesti¨®n urban¨ªstica; el marco en que se movieron los pactos locales entre el Gobierno y los dos partidos mayoritarios desbloquearon determinadas trabas y clarificaron posiciones. Por otro lado, el movimiento municipalista alcanz¨® el ¨¦xito de lograr, mediante la constituci¨®n de la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias (FEMP), el tener un portavoz v¨¢lido ante la Administraci¨®n central.
Mejorar la gesti¨®n
?Quiere decir esto que los problemas de los ayuntamientos se han resuelto? Creo que no; estamos s¨®lo en el buen camino, pero queda mucho por recorrer. Hay que tener en cuenta que el ayuntamiento es el primer ¨®rgano de la Administraci¨®n con el que convive el administrado, es su punto m¨¢s directo de relaci¨®n y el que le resuelve sus necesidades primarias; por tanto, es al que m¨¢s se le exige y el que tiene que dar una imagen de gesti¨®n m¨¢s resolutiva, eficaz y participativa de todas las administraciones p¨²blicas. Y esto todav¨ªa no lo hemos conseguido. Hay, pues, que plantearse dos interrogantes: ?Por qu¨¦ no lo hemos conseguido? ?C¨®mo se podr¨ªa si no resolver absolutamente este problema sin al menos tener la seguridad de que estamos en el camino acertado para conseguirlo?
En primer lugar, y como base previa, habr¨ªa que hacer un planteamiento de cu¨¢l ha de ser el papel de los ayuntamientos en el nuevo r¨¦gimen espa?ol. Clarificar esto y hacerlo llegar a trav¨¦s de nuestros partidos a la mente de nuestros legisladores es fundamental. Los ayuntamientos deben jugar un rol important¨ªsimo en la configuraci¨®n del nuevo Estado que queda enmarcado en la Constituci¨®n de 1978. Un papel que revierte mayor importancia teniendo en cuenta que podemos ser un elemento aglutinante en un momento en que el planteamiento de algunos entes auton¨®micos inquieta sobre la idea que de Espa?a se tiene en algunas regiones de nuestro pa¨ªs.
Dentro de este planteamiento requiere cada vez mayor importancia el clarificar cu¨¢l es el concepto de autonom¨ªa municipal que debemos desarrollar. Es peligroso el observar c¨®mo en lugar de avanzar en los principios de autonom¨ªa municipal, reconocidos en el art¨ªculo 140 de la Constituci¨®n, vamos en camino de depender cada vez de m¨¢s entes de la Administraci¨®n en sus diversos estadios, convirti¨¦ndonos en siervos de varios se?ores que no quieren ceder, unos, en sus competencias, mientras que otros las quieren aumentar a costa de los entes locales.
Hay que adelantar el desarrollo legislativo que afecta a los ayuntamientos. Mucho se ha hecho en este sentido, pero no por ello debemos retrasar la nueva ley de R¨¦gimen Local y los reglamentos que la desarrollen. Tengamos en cuenta que la respuesta inmediata que desde los ayuntamientos hay que dar a los problemas de los vecinos obliga a hacer de la: eficacia uno de los principales puntales en que se base la pol¨ªtica municipal. Y ello obliga a replantear, en aras de una mejor gobernabilidad, la situaci¨®n de los ayuntamientos. Tengamos en cuenta que en el ayuntamiento se mezclan competencias entre los distintos ¨®rganos de gobierno, lo que obliga a una clasificaci¨®n de las mismas. El alcalde y su equipo deben tener respaldo suficiente para asegurar la gobernabilidad de los ayuntamientos. En los momentos actuales, el hecho de que sea el pleno o la permanente quienes aprueben o simplemente ratifiquen casi todas las actuaciones supone un excesivo control pol¨ªtico que muchas veces puede hacer inviable una verdadera pol¨ªtica de hechos. Con esto no quiero decir que se tenga que aumentar el presidencialismo en las corporaciones a l¨ªmites que escapen al control de la misma, pero es evidente que habr¨ªa que marcar una clara diferencia entre las competencias del ejecutivo (alcalde) y legislativo (pleno) que permitiera que cada uno hiciera su papel sin que se obstaculizaran en su trabajo.
Si el problema del funcionamiento pol¨ªtico de las corporaciones podr¨ªa ser obviado mediante un nuevo marco legal que, a corto plazo, recondujera el tema, no es tan f¨¢cil la resoluci¨®n del segundo punto, que implica un cambio en la mentalidad y en la composici¨®n de las estructuras funcionariales de las corporaciones locales.
Estamos ahora en la recta final de este mandato de los primeros ayuntamientos elegidos democr¨¢ticamente, queda un a?o para la convocatoria de elecciones municipales (suponiendo que no se prorrogue el mandato) y tenemos poco tiempo para dejar sentadas las bases definitivas de lo que van a ser las futuras corporaciones. A nosotros, dentro de los ayuntamientos, nos ha correspondido iniciar el cambio y, en algunos casos, conseguir resultados eficaces tendentes a llevar los ayuntamientos hacia el nuevo modelo que marca la Constituci¨®n de 1978 y los vecinos necesitan. Pero es desde fuera de los ayuntamientos, desde las C¨¢maras legislativas, que ha de venir el marco que permita a las corporaciones que nos sucedan continuar con nuestra tarea y con seguir, cuanto antes mejor, que las ciudades tengan la estructura de gobierno que en estos momentos necesitan.
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