Opciones para Nicaragua
LAS NEGOCIACIONES entre Nicaragua y Estados Unidos est¨¢n, de momento, paralizadas. Todo el foco de la pol¨ªtica latinoamericana se centra en el incidente de las Malvinas. La acci¨®n militar argentina sorprendi¨® probablemente a Washington como suceso; pero quiz¨¢ le haya sorprendido mucho m¨¢s el tipo de reacci¨®n un¨¢nime en Latinoam¨¦rica, de una manera independiente de las consideraciones inmediatamente pol¨ªticas o del r¨¦gimen de cada pa¨ªs. El tipo de sobre salto que podr¨ªa haber medido Washington es algo actual y no hist¨®rico: no es la reivindicaci¨®n de un territorio ocupado por el viejo colonialismo, sino la exaltaci¨®n de un nacionalismo latinoamericano. Una intervenci¨®n demasiado directa de Estados Unidos en el continente podr¨ªa tener un rechazo semejante. Nicaragua no cesa de insistir en que Estados Unidos prepara un plan de invasi¨®n para Nicaragua, mantiene en todo el pa¨ªs un estado de excepci¨®n y denuncia las posibles desestabilizaciones. La salida visible de esa situaci¨®n era una negociaci¨®n con Estados Unidos: este la ha iniciado -por medio de M¨¦xico- de una forma que el Gobierno nicarag¨¹ense considera como un intento de paralizaci¨®n de su revoluci¨®n. Algunas disidencias -como la de Ed¨¦n Pastora, el Comandante Cero- indica que un sector que tiene todav¨ªa poder en Nicaragua no renuncia a la ilusi¨®n general revolucionaria y que no considerar¨ªa honesto aislarse de El Salvador y de los otros pa¨ªses de la zona. Incluso no lo considerar¨ªan pol¨ªtico: su fuerza puede estar en un movimiento com¨²n centroamericano.Nicaragua est¨¢ desarrollando un amplio movimiento diplom¨¢tico con Europa, a la que consideran m¨¢s capaz de comprender su situaci¨®n que Estados Unidos: la visita a Espa?a de una delegaci¨®n nicarag¨¹ense est¨¢ comprendida dentro de ese plan. Su intento es el de demostrar que Nicaragua no es un pa¨ªs sat¨¦lite de la URSS y que no tiene dependencia de Cuba, como pretende Estados Unidos, y, a trav¨¦s de -esa demostraci¨®n, buscar los acuerdos econ¨®micos que ayuden a levantar una situaci¨®n econ¨®mica que en estos momentos parece dram¨¢tica. La larga depredaci¨®n de la familia Somoza, las destrucciones de la guerra civil y el bloqueo econ¨®mico actual han empobrecido el pa¨ªs. Una pobreza que, desde otros pa¨ªses, otros reg¨ªmenes y otras ideolog¨ªas, puede mostrarse como consecuencia de la revoluci¨®n, ocultando que la revoluci¨®n ha surgido -como en El Salvador, como en Guatemala- precisamente del mal reparto de la riqueza y de la pobreza. La Junta tampoco aplica soluciones dr¨¢sticamente revolucionarias para modificar el sistema econ¨®mico: en parte, porque no quiere aparecer como un pa¨ªs comunista; pero, en parte tambi¨¦n, porque miembros de la Junta no compar en esas f¨®rmulas. Quiz¨¢, si las condiciones exteriores no var¨ªan, se vean arrojados a ello.
La pol¨ªtica general en Europa -m¨¢s representada, en este caso, por Francia- consiste en desbloquear al m¨¢ximo Nicaragua y ayudar a su actual Junta para que el riesgo de comunismo se aleje. La posici¨®n de Estados Unidos es la contraria. La ¨®ptica de Reagan al considerar que el caso de Nicaragua no puede tratarse aislado, sino como parte de todo el contexto centroamericano, es aceptable: es todo el grupo de Centroam¨¦rica y del Caribe el que est¨¢ en cuesti¨®n. Pero, por otra parte, colocar el caso de Nicaragua como parte de un problema general la URSS puede dejarlo sin soluci¨®n. La pol¨ªtica de contenci¨®n sobre la zona puede dar resultados muy diversos. El predominio de la extrema derecha en El Salvador -con D'Aubuisson como hombre fuerte- y el golpe poselectoral de Guatemala indican claramente las dificultales para realizar un pacto general en el que toda la zona le viera ante un camino posible de democracia y de mayor permeabilizaci¨®n de las clases sociales, cuya distancia actual se mide en abismos. Ning¨²n pacto, ning¨²n arreglo que no tuviera en cuenta la necesidad absoluta le equilibrar las relaciones sociales y de conseguir que os productos y el trabajo de Centroam¨¦rica est¨¦n justamente valorados en los mercados mundiales, y que sus beneficios tuvieran un reparto que fuera, al menos, tan aproximado al equilibrio como en los pa¨ªses occidentales, podr¨¢ hacer otra cosa que fomentar la revoluci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.